Capítulo 12.

54 6 14
                                    

Todos los presentes se volvieron hacia el pasillo norte, donde la señora Jung y Hoseok miraban fijamente a la pareja. La mujer parecía horrorizada, mientras que Vito emanaba alegría por los cuatro costados. Tras ellos, Jungkook aguardaba con una sonrisilla irónica en la cara.

—Pero... ¡No lo entiendo! —prosiguió la señora Jung—. Señorita Park, ¿le gusta más el empollón de Seokjin que mi hijo?

—Bueno... —Roseanne lanzó una mirada en dirección a Hoseok, incómoda, y luego devolvió los ojos a su madre—. Adoro a Hoseok. Pero no puede decirse que haya demostrado demasiado interés en mí.

—¿Lo ves? —La señora Jung se giró hacia su hijo—. ¡Has perdido el tren!

—Qué pena —replicó él con sorna.
—¿Por qué eres tan cabezota? ¡Cualquiera diría que te niegas adrede a complacerme! ¿Tanto me odias, que estás dispuesto a renunciar a esta joya de chica por fastidiarme?

—¡Por el amor de Dios, madre, eso no tiene nada que ver contigo! —protestó Hoseok—. ¡Lo que pasa es que estoy enamorado de Namjoon!

La señora Jung abrió la boca de par en par, la cerró y luego la abrió de nuevo. De hecho, un derroche de emociones habría desfilado por su rostro de no ser por las famosas inyecciones de bótox.

—Pero, Hoseok, ¡eso es absurdo!

—¿Por qué, madre? ¿Acaso eres homófoba?

—Pues claro que no, cariño. La homofobia está terriblemente anticuada —replicó la señora Jung—. Lo que no me parece bien es que te enamores del gerente de un complejo turístico. ¿Qué clase de vida es esa?

Namjoon, a estas alturas, había adquirido el tono colorado que suele estar reservado a los tomates.

—Señora Jung, si me deja hablar un momento, no como jefe de personal del Hotel del Arte, sino como hombre normal y corriente, le aseguro que, si el señor Jung y yo decidiéramos embarcarnos en una relación, podría proporcionarle el nivel de vida al que está acostumbrado.

—¿Y yo qué? —le espetó la señora Jung.

—Madre... —Hoseok parecía estupefacto.

—¿Disculpe? —preguntó Namjoon.

—¿Quién me mantendrá a mí? —exigió la mujer.

Se hizo un silencio absoluto.

—Si necesita dinero, señora Jung—intercedió Roseanne con tiento—, estoy segura de que mi padre se mostraría encantado de buscarle un empleo.

La señora Jung la miró horrorizada.

—Si me permiten —intervino Jennie—, hay una cuestión más urgente que la posibilidad de que la señora Jung trabaje.

—¿Y qué cuestión es esa? —preguntó Seokjin.

—Ha quedado claro que Hoseok está enamorado de Namjoon. Y ha quedado claro que Namjoon podría proporcionarle a Hoseok el nivel de vida al que está acostumbrado. Lo que no está claro todavía es si Namjoon desea hacerlo.

—Gracias —dijo Namjoon—. Es...

—¡Qué desfachatez! —saltó Yoongi—. ¿Acaso creen que el personal del Hotel del Arte está aquí para complacer hasta el último de sus caprichos?

Seokjin, Roseanne y Hoseok se miraron mutuamente, presos de la más absoluta confusión.

—Pues claro que no —replicó Roseanne—. Tengo en gran estima mi amistad con Jennie.

—Y yo no sé cómo habría sobrevivido todos estos veranos sin el silencioso pero incondicional apoyo de Jungkook—alegó Seokjin.

—Y yo jamás daría por supuesto que Namjoon siente lo mismo que yo —se defendió Hoseok.

—¡Pues mejor! —exclamó Yoongi—. ¡Porque no es así!

—Un momento... —intervino Namjoon.

—En primer lugar —continuó Yoongi—, el Hotel del Arte prohíbe explícitamente a sus empleados involucrarse sentimentalmente con los huéspedes.

—¿Ah, sí? —preguntó Roseanne.

—No recuerdo haber leído esa norma en el manual del empleado —objetó Jennie.

—No, no se especifica... —reconoció Namjoon—. Es más bien una..., esto..., recomendación.

—Entonces, no es una regla —prosiguió Yoongi—. ¿Y qué? Porque su querido señor Kim Namjoon ni siquiera está interesado en salir con usted, señor Jung.

—Yo no he dicho que... —lo interrumpió Namjoon.

—¡Porque es hetero! —afirmó Yoongi.

—¿Lo eres? —le preguntó Hoseok a Namjoon.

—No, soy totalmente gay —respondió el gerente del hotel.

—¡Y qué más da! —gritó Yoongi—. No puede dar por supuesto que le encantan esos musculitos y esa piel tan bronceada solamente porque es gay. ¡De hecho, odia a los chicos cachas y bronceados!

—Pero sí que me gustan los chicos cachas —alegó Namjoon.

—¡Pues muy bien! —continuó Yoongi—. Le gustan los chicos cachas. ¿Y qué? No esperará que se sienta atraído por un chico que obedece a su madre en todo.

—En realidad, me parece una actitud muy tierna —le confesó Namjoon a Hoseok—. Fue una de las razones por las que no quería plantearte nada. No quería que tuvieras problemas con tu madre.

—¡Así que la relación con su madre le parece tierna! —vociferó Yoongi—. ¿Y qué? ¿No pensará que un vividor salvaje y hedonista como él vaya a sentar la cabeza en plena juventud? ¡El señor Kim Namjoon tiene semillas que sembrar! ¡Conquistas que hacer! ¡Corazones que romper!

—La verdad es que soy más bien hogareño —objetó Namjoon.

—¡Sí! Pero al margen de todo eso, no quiere involucrarse en una relación con el señor Jung porque... —Yoongi miró a Namjoon como pidiendo ayuda—. Venga, no me puedo inventar yo todos los motivos. ¿Qué más?

—No se me ocurre nada —confesó Namjoon.

—Ah. —Yoongi parecía desinflado—. ¿Seguro?

—De lo que estoy seguro —declaró Namjoon al mismo tiempo que tomaba la mano de Hoseok— es de que me encantaría invitarte a cenar fuera del complejo y conocerte mejor. Si te apetece.

Hoseok sonrió.

—Mucho.

Right there | blacktanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora