Querido lector, ante todo me gustaría asegurarte que el relato que estás apunto de leer no es una historia de amor, ni tan siquiera romántica, diga lo que diga la cubierta del libro. Hay relatos de ese estilo para dar y tomar, muchas gracias. No, la historia que estás a punto de leer trata de dos personas convencidas de que únicamente los necios se enamoran.
El primer miembro de nuestra pareja protagonista es Kim Jennie. Tenía los ojos de un marrón intenso, unas facciones tan rotundas como hermosas y una larga melena negra que llevaba recogida en un peinado práctico pero no carente de atractivo. Se movía por las instalaciones del Hotel del Arte Spa y Resort con la seguridad que otorgan la experiencia y la rutina. Si bien aún no había cumplido los dieciocho, se había convertido en un miembro indispensable del equipo.
Cruzó el comedor, que ya estaba preparado para el desayuno.
—Buenos días, señora Jung.
Una mujer mayor que ella, de cabello rubio platino y piel intensamente bronceada, tomaba una Mimosa sentada a una mesa.
—Buenos días, Jennie.
Kim Jennie conocía el nombre y las costumbres de todos y cada uno de los invitados que habían pasado por el hotel en los últimos tres años, e incluso habría sido capaz de identificarlos a primera vista. La señora Jung, divorciada varias veces, era una habitual. Su hijo, Jung Hoseok, de diecinueve años, no se levantaría hasta dentro de una hora.
Jennie prosiguió su avance por el pasillo. Cuando pasó por delante del salón de juegos, gritó a través de la puerta:
—Tendrías que ir pensando en ponerte a trabajar, Jungkook.
El chico, un muchacho de dieciséis años con el oscuro cabello de punta y aire de duende, estaba sentado en un puf de pera matando zombis en una enorme pantalla plana. Lucía el polo blanco y los pantalones color caqui que señalaban a los empleados del complejo turístico. Apagó el juego y saludó a Jennie al estilo militar.
Ella sonrió y siguió avanzando, dando los buenos días a los huéspedes y saludando a los otros miembros del personal con cordiales gestos de cabeza. Al llegar al vestíbulo, se topó con el gerente. Al igual que Jennie y Jungkook, Kim Namjoon lucía el consabido uniforme. Llevaba el pelo muy corto, salvo por un pequeño flequillo que se le disparaba de la frente en paralelo al suelo.
—Jennie, qué bien, estaba a punto de enviarte un mensaje —Namjoon revisó su sujetapapeles como si albergara todos los secretos del universo, cosa que, en su caso, era la pura verdad—. Necesito que recojas a Min Yoongi en la estación del tren.
—Ah, sí —se acordó Jennie—. El chico nuevo. ¿Ya has decidido a qué puesto lo vas a destinar?
Namjoon negó con la cabeza.
—Llévalo a dirección a mediodía. Entonces lo decidiré. Ah, pero asegúrate de pasar a ver a los Park antes de marcharte.
—Ahora mismo iba para allá.
Jennie tomó el ascensor para subir a la suite del ático. Magnus Park era el propietario del complejo. No se trataba de uno de esos empresarios que reservan el ático para los invitados VIP. Para él, la gracia de poseer un complejo turístico radicaba en poder ocupar el ático cada vez que a su hija ya él se les antojara. Y a comienzos del verano —cuando las lluvias primaverales habían cesado, pero el intenso calor estival todavía no apretaba—, se les antojaba enormemente.
La responsabilidad principal de Jennie consistía en asegurarse de que el señor Park y su amada hija, Roseanne, tuvieran cuanto necesitaban. Cuando llamó con los nudillos, Roseanne abrió la puerta. La chica miró a Jennie con unos ojos como platos antes de echarle los brazos al cuello.
—¡Cuánto me alegro de verte! ¿Qué tal te ha ido el curso?
Jennie sonrió con cariño y se concedió un momento para devolverle el abrazo, antes de despegarse con suavidad. En los años que llevaba trabajando para los Park, había descubierto que Roseanne, como muchas de las billonarias herederas de la jet set internacional, tenía cuanto necesitaba excepto una buena amiga.
—Ha sido muy productivo, como siempre, señorita Park.
—Pero ¿te has divertido?
A Roseanne le brillaban los ojos y exhibía una sonrisa tan tenazmente vivaracha como el verano anterior.
—Desde luego que sí, señorita Park
La muchacha le estrujó las manos.
—¿Has visto? Mi laberinto ya está terminado.
—Ha quedado precioso.
Roseanne arrastró a Jennie al balcón, desde donde se apreciaba el alzado de todo el complejo. Allí estaban la piscina y el chiringuito, las canchas de tenis de baloncesto, los jardines, la pista de golf y la última adición a las instalaciones: el laberinto de setos, construido especialmente para Roseanne. La jovén suspiró con felicidad.
—Es tal y como yo soñaba. Va a ser un verano alucinante.
—Tan maravilloso como el anterior —asintió Jennie.
—¿Te viene bien que juguemos un partido de tenis esta mañana?
—Me temo que no será posible. Tengo que recoger a un nuevo empleado en la estación del tren —se disculpó Jennie—. ¿Podemos dejarlo para la tarde?
—Pues claro que sí —exclamó Roseanne—. ¿Un nuevo empleado? ¡Qué emocionante! Me encanta conocer gente nueva.
Jennie arrugó su perfecta nariz.
—Las personas nuevas traen cambios consigo.
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Right there | blacktan
FanficUna historia de dos personas convencidas de que únicamente los necios se enamoran. [♡] bts × blackpink