Capítulo 11.

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En la humilde opinión de este autor, la gente habla demasiado. Las palabras, que las personas deberían usar para comunicarse, a menudo se emplean con el objetivo opuesto. Y mientras nuestros héroes permanecían allí codo con codo, privados de sus escudos verbales y presenciando el encuentro que juntos habían orquestado, empezaron a ser involuntariamente conscientes de la presencia del otro. Del calor del otro, de su fragancia característica, del ascenso y el descenso de los mutuos pechos. Del más mínimo movimiento de sus cuerpos. Puede que Yoongi se inclinase una pizca hacia Jennie. Hasta podríamos admitir que lo hiciera sin darse cuenta. Pero, como bien sabe el mundo, las partículas se atraen mutuamente y, cuanto más cerca están estas partículas, más intensa es la fuerza de atracción. De manera que ese ínfimo movimiento provocó a su vez que Jennie se reclinara una pizca hacia Yoongi. Y la situación se prolongó durante varios minutos, mientras el espacio iba menguando entre los dos al mismo tiempo que aumentaba la fuerza de atracción. Sin embargo, antes de que el contacto se consumara, actuó una fuerza contrapuesta.

—¿Qué demonios pasa aquí? —La doctora Kim se plantó ante ellos cruzándose de brazos y exhibiendo un ceño formidable sobre las gruesas gafas. Namjoon la acompañaba con expresión compungida—. Seokjin, ¿qué creen que están haciendo tú y la señorita Park?

Seokjin y Roseanne se despegaron, abochornados.

Namjoon correteó hacia sus compañeros Yoongi y Jennie, que habían recuperado las distancias.

—¡Lo siento! Jungkook nos ha pedido que regresáramos, pero parece ser que era demasiado pronto.

—En absoluto —respondió Jennie—. Le he enviado un mensaje hace unos minutos para que os trajera de vuelta. —Se volvió a mirar a la madre de Seokjin—. Doctora Kim, sabe muy bien lo que están haciendo, y no debería sorprenderle, porque su hijo lleva años enamorado de la señorita Park.

—Pues me sorprende —le espetó la doctora Kim—, porque le había prohibido expresamente que se viera con ella.

—¿Y eso por qué? —quiso saber Jennie.

—No es asunto suyo, pero ya que lo pregunta, le diré que no es lo bastante inteligente para él.

—¡Madre! —Con ademán protector, Seokjin rodeó a Roseanne con el brazo—. ¿Cómo puedes ser tan insensible?

—¿Y cómo sabe que no es lo bastante inteligente para él? —desafió Jennie a la doctora.

—Pues por la media de sus notas, cómo si no —aclaró esta—. Ella misma ha reconocido que no pasó de un ocho con seis el último semestre.

—¿Y sabe a qué se debe esa nota? —le espetó Jennie.

—No, Jennie. —Roseanne se ruborizó aún más si cabe—. No hace falta que entremos en...

Jennie se volvió hacia la joven.

—Espero que disculpe mi franqueza, señorita Park. —Miró de nuevo a la doctora Kim—. La razón de que su media sea de un ocho con seis se debe a que abandonó la optativa de Historia de las Mujeres. El profesor era un hombre, tan estrecho de miras que ni siquiera reconoció la trascendencia de Rosalind Franklin en el descubrimiento del ADN. A la señorita Park le incomodó este enfoque y se reunió con él en privado para pedirle que ensanchara sus horizontes. El profesor se negó. Por supuesto. La señorita Park podría haberse olvidado del asunto o haber cambiado de optativa. Pero no pudo soportar la idea de que la tan aclamada institución educativa albergara tal estrechez de miras. Así que organizó un abandono masivo del aula en protesta, y tres cuartas partes de la clase, tanto chicos como chicas, la secundaron. El profesor los suspendió a todos en represalia, pero gracias a las valientes decisiones de la señorita Park, el claustro ha decidido repetirles el examen a todos.

La doctora Kim se volvió hacia Roseanne.

—¿Es verdad eso, señorita Park? ¿La integridad de la educación le importa hasta tal punto que es capaz de sacrificar sus propias calificaciones?

—Así es, doctora Kim.

La mujer miró a su hijo.

—Seokjin, me parece que te debo una disculpa. Tu gusto en materia de novias es impecable.

—¿Eso significa...? —balbuceó él.

—La señorita Park y tú tenéis mi bendición.

—¡Oh, Seokjin! —exclamó Roseanne.

—¡Oh, Roseanne! —respondió Seokjin.

Y el besuqueo volvió a empezar. La doctora Kim juzgó que se trataba de un momento ideal para ponerse en marcha y buscar el almuerzo por su cuenta.

—Me prometiste que no tendría que presenciar esto —le reprochó Namjoon a Yoongi.

—No te preocupes —respondió el chico de la piscina—. Muy pronto estarás demasiado ocupado como para reparar siquiera en ello.

—¿Y eso qué significa? —se desesperó Namjoon.

Pero antes de que Yoongi pudiera contestar, una cascada voz femenina exclamó:

—¿Qué demonios es esto?

Right there | blacktanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora