Capítulo 3.

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El personal del Hotel del Arte se reunió en la pista de baloncesto a las doce en punto del mediodía. Constituía un nutrido grupo formado por estudiantes de secundaria y universitarios, principalmente. Yoongi volvió la vista hacia las canastas con expresión anhelante. Se preguntó si a los empleados se les permitía jugar. No porque las restricciones al respecto fueran a detenerlo, pero suponían un factor a tener en cuenta.

Un chico joven, de unos quince o dieciséis años, se plantó a su lado. También miraba los aros con atención.

—¿Qué te parece? —le preguntó Yoongi—. ¿Crees que nos dejarán echar unas canastas por las noches?

El chico unió las manos como si rezara o suplicara.

—Te presento a Jeon Jungkook —intervino Jennie, que estaba allí cerca.

—Hola, Jungkook. —Yoongi le tendió la mano.

Jungkook se la estrechó y sonrió, pero no dijo nada.

—Jungkook no habla —explicó Jennie.

—¿Por qué no?

Jennie se encogió de hombros.

—Nunca lo ha dicho —Señaló hacia el frente—. Namjoon está a punto de empezar.

Kim Namjoon parecía un poco mayor que Yoongi. Debía de rondar los veinte.

—Hola a todos. ¿Les parece que empecemos? —Echó un vistazo a su tabla portapapeles mientras esperaba a que las conversaciones se apagaran—. Como director del Hotel del Arte, quiero darles la bienvenida al primer día del verano y al inicio de nuestra temporada alta. Algunos de los huéspedes ya han llegado. Otros lo harán en los próximos días. Los pocos nuevos de este año pasen a verme cuando termine la reunión, para que les entregue el uniforme y les comunique el puesto que les he asignado. Deben llevar el uniforme puesto siempre que estén trabajando, con el fin de que lo huéspedes sepan que están ahí para ayudarlos.

Yoongi echó una ojeada al polo blanco y a los ajustados —y en su opinión demasiado cortos— pantalones. Le susurró a Jennie:

—¿Es normal que los pantalones del uniforme queden tan justos?

Ella le dedicó una sonrisa lobuna.

—Es una de las cosas que más me gustan de trabajar aquí.

—Pensaba que no buscabas novio.

—Hay todo un abanico de posibilidades entre mirar a un chico lindo con pantaloncitos cortos y buscar novio.

—¿Y dónde me colocarás a mí en ese abanico?

Jennie se echó hacia atrás y le miró el trasero.

—Si demuestras no ser un completo imbécil, a lo mejor tienes alguna posibilidad.

Jungkook propinó un codazo a Yoongi y le dedicó una sonrisa de complicidad.

—¿Esta es su versión de un cumplido? —preguntó Yoongi.

Jungkook asintió.

—Tengan muy claro —estaba diciendo Namjoon— que, al margen de sus responsabilidades individuales, la satisfacción de los huéspedes debe ser su principal objetivo. Sea lo que sea lo que estén haciendo, si un huésped solicita algo, tienen que complacerlo. ¿Entendido? Vale, los nuevos conmigo, los demás ya pueden volver a sus puestos.

La concurrencia se dispersó y Jennie le propinó un codazo a Yoongi.

—A ver qué puesto te asigna. Namjoon posee un extraño don para adjudicarle a cada persona su trabajo ideal.

Caminando contra corriente, se acercaron a Namjoon. Yoongi se percató de que Jungkook los seguía.

—¿Y tú de qué trabajas, Jungkook? —le preguntó Yoongi. No sabía si el chico le podría contestar, pero le parecía una grosería preguntarle a Jennie estando presente el aludido.

Jungkook unió los puños como si sostuviera un palo de golf invisible, fingió golpear la pelota y se llevó la mano a la frente al modo de una visera mientras seguía la trayectoria de la supuesta bola con la mirada.

—¿Caddie? Qué genial. Ojalá me toque algo parecido.

—Eh, Namjoon. —Jennie señaló a Yoongi con el pulgar—. El chico nuevo. Todavía no ha demostrado ser un completo idiota.

—Vale.

Namjoon se frotó la barbilla y observó a Yoongi con los ojos entornados.

—¿Cómo, no hay sombrero seleccionador? —preguntó Yoongi.

—Encargado de la limpieza de la piscina —dictaminó Namjoon.

—¿Me tomas el pelo?

Yoongi fingió no oír a Jennie y a Jungkook, que se reían por lo bajo.

—Para nada —respondió Namjoon con seriedad—. La piscina es una de las zonas más frecuentadas del complejo. Necesito a una persona atractiva, pero también lo bastante inteligente como para controlar el recinto. Sabes nadar, ¿no?

—Bueno, sí...

—Perfecto —zanjó Namjoon—. Es un puesto importante. De hecho, es posible que te forme yo en persona.

Yoongi comprendió que su jefe hablaba en serio y se obligó a sonreír.

—Genial.

—¡Eh, Jennie! —gritó una voz vivaracha desde el otro lado de la cancha.

Una chica de la edad de Yoongi, enfundada en un polo rosa y una minifalda blanca, agitó una raqueta de tenis. El sol la iluminaba por detrás y Yoongi se vio forzado a entornar los ojos para mirarla, lo que otorgó a la joven un misterioso aire angelical—. ¿Te viene bien jugar ahora?

Jennie sonrió con cariño.

—Pues claro, señorita Park. Enseguida voy —Se volvió hacia sus compañeros—. Bueno, chicos. El deber me llama.

Yoongi la siguió con los ojos cuando ella se alejó a trote ligero, y comprendió que los ajustados pantaloncitos del uniforme tenían también sus ventajas. Exhaló un suspiro.

Namjoon siguió la trayectoria de la mirada de Yoongi hasta posarse en Jennie.

—Lo tienes claro.

—Me considero un optimista —replicó Yoongi.

—Pues, buena suerte. —Agarró a Yoongi por los hombros y le obligó a dar media vuelta—. Pero ya verás como el trabajo de encargado de la piscina te va a resultar increíblemente satisfactorio en otros sentidos. Caray, yo mismo fui chico de la piscina el primer año que trabajé aquí. Te sorprenderá lo interesante que puede llegar a ser.

—Lo estoy deseando —fue la respuesta de Yoongi. Mientras Namjoon lo empujaba hacia el agua, Yoongi miró a Jungkook por encima del hombro y articuló—: ¿Unas canastas después del trabajo?

Jungkook le mostró los dos pulgares.

—Bueno —empezó Namjoon con los ojos brillantes de la emoción—. El trabajo consta de dos tareas: asegurarse de que el agua tenga el pH adecuado y limpiar la superficie para que ofrezca siempre un aspecto impecable.

Right there | blacktanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora