4. El mismo

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Me estoy ahogando. Estoy muriendo.

Hoy es mi cumpleaños.
Voy a morir el día en que nací.

No debí invitar a esa persona a mi fiesta. Probablemente seguiría a salvo. Pensándolo mejor, nunca debería haber tenido esta fiesta y punto.
A veces puedo ser tan ingenua.

Hoy es mi cumpleaños.
No puedo contener las lágrimas, y empiezo a llorar.
Voy a morir.

-
Tres meses antes.

La mirada de Sara es una que es difícil de describir. Es una mezcla de sorpresa, juzgamiento y confusión, seguramente porque pensaba que iba a decir que no.

Todos en mi colegio conocen a Alejandro. Es el capitán del equipo de baloncesto y el vicepresidente estudiantil. La presidenta es Sara.
No soy tan conocida como Alejandro, pero estoy segura que la mayoría de las personas de mi colegio sabe quien soy. Especialmente por los rumores de mi familia.

Justo dos horas después de que Alejandro me haya pedido que sea su novia, todo el colegio lo sabia. Gente me mandaba mensajes invitándome a fiestas y recibí como treinta solicitudes de amistades.
La gente puede ser tan ridícula.

Sara pensaba que iba a decir que no, seguramente porque sabia que salía con Alejandro. Pues, yo sabia que ella salía con Fernando y no le daba la misma expresión que ella me esta dando ahora.

La miro con irritación, diciéndole mentalmente que me deje de mirar así y su expresión desaparece en seguida.

Me deslizo al asiento de la ventana, mientras Sara y Gonzalo se sientan enfrente y Daniel se coloca al lado mío.

-¿Y como conoces a mi hermano?-pregunta Gonzalo. ¿Hermanos? Gonzalo tiene el pelo prácticamente negro, ojos marrones oscuro, y tiene todos los brazos tatuados. Mientras que Daniel tiene el pelo café claro, ojos azul y, aunque tiene algunos tatuajes en sus brazos, no se parecen en nada.

-Si tu y el son hermanos entonces he perdido cualquier fe que tenía en la genética.- Gonzalo se ríe a carcajadas, haciendo a Sara sonreír, y Daniel frunce el ceño un poco.

-No somos hermanos, somos hermanastros.- aclara Daniel poniendo los ojos en blanco irritado.

-No seas amargado, hermanito. No me vas a responder mi pregunta, muñeca?- Sara aprieta la boca y Daniel le clava la mirada.

-A mi nadie me llama muñeca. Si quieres decirle a alguien así, cómprate una Barbie.- le espeto. Esta vez, Daniel es el que se ríe, y Sara se mueve incomoda en su asiento.

-Tranquila, no me muerdas.- dice alzando los brazos.- Es que no se tu nombre.-

-Paola.- Me siento algo rara dandole mi nombre.

-Nos acabamos de conocer.- añade Daniel a mi lado, tomándome por sorpresa. ¿Ahora somos conocidos?

-¿Y qué hacías en la fiesta?- vuelve a preguntar Gonzalo.

-Era la fiesta de mi novio.- No puedo evitar sonrojarme un poco. Daniel gira la cabeza inmediatamente y me mira a los ojos. Nos quedamos mirando unos segundos, aunque parecen horas, hasta que el vuelve la mirada adelante y su mandíbula se tensa.

Gonzalo vuelve a mirar a Daniel con ojos burlones, y Sara me mira curiosa.
Seguro pensaba que iba a ocultar lo de mi novio a Daniel, como ella le hace a Gonzalo. O tal vez Gonzalo si lo sabe y simplemente no le importa.

-¿Alejandro Jurado es tu novio?- exclama Gonzalo entre risas.-No me lo puedo creer. ¡Sales con un millonario y estas comiendo en el Mcdonalds!-su risa se hace cada vez mas fuerte.

-¿Alejandro Jurado es tu novio?- repite Daniel con tono serio. No puedo evitar sentirme algo culpable, aunque no se porque exactamente.

-Si. ¿Lo conoces?-

-Si.- responde cortante, y puedo ver que esta enojado.

-¿De donde?-

-Del colegio.- su tono se ha vuelto más distante. ¿Pero que le pasa?

-¿Vas a la academia TerraNostra?- pregunto con tono de incredulidad. ¿Que mierda?

-¿Tu también vas?- dice también sorprendido. Algo en sus ojos cambia, se vuelven mas... vivos.

-Si.- ¿Como es que no lo haya visto antes? No es que fuera difícil de no ver, habría oído de alguna otra persona que había un Daniel que era guapísimo y.... Joder.

-Eres Daniel Martines.- digo como un susurro. Parece algo confundido, pero al decir esto, de igual manera sonríe ampliamente.

-El mismo, Paola.- Este es el Daniel Martines del que todas las chicas hablan? Si lo que dicen es correcto, es "un mujeriego poco hombre que trata a las mujeres como basura". Y una de esas mujeres fue Miranda.

-Vete a la mierda.- proclamo levantándome y pasando encima de Daniel para largarme de ahí. Puedo oír las carcajadas de Gonzalo y los pasos apresurados de Daniel que viene atrás mío.

Una vez afuera, camino determinadamente hacia mi carro cuando Daniel coge mi brazo para pararme.

-¿Que fue eso?- pregunta Daniel confundido.

-Lo siento, te di la impresión de que quiero seguir hablando contigo? Porque si lo hice discúlpame, pero honestamente prefiero que alguien me dispare a seguir hablando con alguien como tu-le digo furiosa.

Daniel frunce el ceño, y si no me equivoco, se ve algo... herido?

-¿Pero que te hice?-

-¿A mi? Nada. Al resto de la población femenina del colegio, todo.- digo esperando que me deje en paz. Pero con la suerte que tengo, eso no sucede.

-Haz oído los rumores.- me afirma. ¿Rumores? Odio los jodidos rumores.

-No, he oído lo que me ha dicho mi mejor amiga, Miranda, a la cual la trataste como basura.- le digo casi gritando. Al decir esto, Daniel para en seco y abre los ojos como platos.

-Joder, lo siento. No sabia que eras amiga de Mirella.- dice con falso tono de sinceridad.

-¡Miranda!- le grito. -Y yo no soy a la que le tienes que pedir disculpas.- le espeto finalmente entrando a mi carro de golpe y acelerando, dejando a Daniel con cara divertida. Idiota.

Estoy tan molesta que apenas puedo ver recto. Como no hay trafico alguno, llego a mi casa en menos de diez minutos. ¿Quién se cree que es para tratar así a Miranda y luego tontear conmigo? Pero mas estoy enojada conmigo por seguirle el juego.
Soy tan estupida.

Como ya es de noche y la puerta principal de mi casa hace un ruido horrible, paso por la parte trasera hacia el jardín para poder subir por el árbol al lado de mi balcón, hábito que he desarrollado desde los diez años. Estoy tan acostumbrada a subir este árbol que hasta lo puedo hacer en tacones y falda.

Cuando llego al balcón, abro completamente mi ventana, la cual estaba entreabierta, me quito los tacones y me hecho boca arriba en mi cama, mirando al techo.

Desde que tenía ocho años, me ha encantado pintar. No profesionalmente, mas como un pasatiempo, pero aún así es mi cosa favorita. Cuando cumplí doce años, mi regalo de cumpleaños fue que pintaron mi habitación de blanco y me regalaron un kit de pinturas y brochas profesional. Dándome la oportunidad de pintar cualquier cosa que quisiera en mis paredes. Pinte varias cosas al pasar de los años, pero lo que mas me gusta es lo que pinte en mi techo.

Pinte el mar. Con todos los tonos de azul que tenía en mis pinturas, hice una mar con olas. Lo más difícil de hacer fue la espuma que surgía cuando las olas se rompía, pero aún así me encanto como me salió. Mi techo es muy arriba del piso, por lo cual casi nadie se fija en el cuando entran a mi cuarto, dejando mi pintura especial solo para mi.

Los rayos de la luna se escapan por la ventana, haciendo más fácil para mi visualizar mi pintura, a pesar de que ya me la se de memoria. Doy un gran suspiro y cierro los ojos, olvidando, o tratando de olvidarme de esta noche. Tratando de olvidarme de el.

Tres meses antes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora