8. Ahora

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DANIEL

Paola me rodea con sus pequeñas manos y me aprieta. Esta princesa es mas fuerte de lo que pensaba. Estaba hablando en el teléfono con Mia y fumando un cigarrillo cuando la vi corriendo con sus ridículamente altos tacones y gritando groserías. Se veía jodidamente adorable.

-Hacia donde, amor?- le pregunto. Sus mejillas se ponen rojas como lo hicieron antes, lo cual me hace sonreír por alguna razón. Ahora que lo pienso, sonrío mucho cuando hablo con ella. Tengo que controlar eso.

-Esta en la ciudadela "Diamante" en el Norte a veinte minutos.- me responde. Con eso me río a carcajadas, no siendo capaz de contenerme. Esa ciudadela es donde los ricos viven en la ciudad. Obviamente vive allá. Y dice que yo soy el cliché.

-¿Que?!- pregunta agresivamente. Lo cual solo me hace reír mas. Dios, esta chica tiene la cara de un ángel pero maldice mas que yo. Es una masa de contradicciones andante.

-Nada.- subo los hombros y arranco la moto. Sus brazos me aprietan mas el pecho. Seguro me va a dejar una marca. Cuando acelero en la luz amarilla, me clava las uñas y tengo que apretar los labios para no gritar. Tiene que cortarse las putas uñas.
Me vuelvo a la vereda y me estaciono.

-¿Por qué paras?- pregunta irritada. ¿Por qué esta tan enojada? Le estoy haciendo un favor. Yo. Creo que no le hacia favores ni a mi madre. ¿Por qué le estoy haciendo un favor? No se. Me parecía una buena idea en el momento. Ahora no mucho.

Me giro para que estemos cara a cara-¡Porque me acabas de clavar tus uñas como una perra loca!!- No puedo ni parpadear antes de que me pegue un puñete. Estoy acostumbrado a que mujeres me peguen cachetadas y me tiren sus patéticas bebidas alcohólicas de frutas en la cara. Pero ninguna me ha pegado un puñetazo. Ninguna.

Estoy impresionado. Me dolió. No creí que la primera vez que una mujer me pegara un puñetazo me doliera. Especialmente de una princesa como ella. Paola me esta mirando con cara de asesina y se sostiene su puño con la otra mano. Debe de haberle dolido a ella también.

-¿Que fue eso?- digo con una sonrisa.

Paola frunce el ceño. -Nadie me llama perra. Nadie.- dice en tono serio y firme. La princesa tiene bolas.

Levantó las manos. -Ok. Ok. Lo merezco. Lo siento, Paola.- digo sinceramente. No era mi intención llamarla así. No se porque lo hice. -Tienes razón, no mereces que te llame así.-

Paola se ve sorprendida. Luego su mirada se suaviza y me da una pequeña sonrisa. La verdad es que Paola es guapísima. Sus labios llenos, sus ojos verdes grandes, su largo pelo negro que contrasta con su piel pálida, sus largas piernas que se ven increíbles con esta falda, sus grandes pechos en ese sostén negro...tengo que concentrarme en pensar en sangre y motocicletas para parar mi creciente erección. Se parece algo a Blancanieves. Que jodida estupidez. Niego con la cabeza, intentando pensar menos idioteces.

-Perdón por clavarte mis uñas- se disculpa, sacándome de mis pensamientos obscenos. Sonrío de lado y sacudo mi cabeza.

-Ya esta olvidado.- digo y vuelvo a arrancar la motocicleta.

En veinte minutos llegamos a la ciudadela, y pasamos por el carril de visitantes, porque la tarjeta de residente de la princesa esta en su auto, el cual remolcaron. Que día tan complicado para ella. Cuando estamos frente a una casa color miel me dice que pare. No es tan grande como las otras casas de aquí, pero aun así es enorme. El palacio de la princesa.

Al bajarse de la motocicleta, la falda de Paola se sube lo suficiente como para que pueda ver su ropa interior. Siento como mi pene se pone duro debajo de mi pantalón y trato de ignorarlo. Paola parece no notarlo porque solo sigue caminando.

-¿Y qué quieres que haga? ¿Esperarte?-

-Si.- me dice en un tono que usaría con un bebe. Pongo mis ojos en blanco. A veces es muy irritante.

-¿Y cómo se supone que vas a entrar?-
Parece que en ese momento se acuerda de que no tiene las llaves consigo y se le cambia la expresión.

-Mierda- dice. Me esta empezando a gustar lo mucho que insulta.

-¿Necesitas ayuda?- me burlo. Me asesina con la mirada y pone los ojos en blanco.

Cruza los brazos. -Si.- admite. No pensaba que iba a pedir mi ayuda. Me siento extrañamente responsable de solucionar sus problemas. Si Gonzalo pudiera leer mis pensamientos ya me hubiera sacado la mierda a golpes.

Apago mi moto y saco mi navaja de mi bolsillo. Camino determinadamente a la puerta y después de dos minutos logro abrir la puerta de su palacio.

-¿Como hiciste eso?- pregunta con la boca abierta, un gesto adorable. Me mira como si ella fuera una cavernícola y yo acabara de crear fuego. No le respondo su pregunta y abro mas la puerta para que entre, causando un ruido de película de terror.

-¿Que le pasa a tu puerta?- digo tapándome los oídos y haciéndola reír.

Me ignora y entra a la casa. La puerta hace el mismo ruido al cerrarla, haciéndome poner los ojos en blanco. Paola sube las escaleras y yo la sigo detrás. A la mitad, se vira y me mira.

-¿Por qué me estás siguiendo?-

-¿Que? ¿No quieres que vea el calabozo que tienes escondido en tu cuarto?- Paola se ve dudosa por un momento, pero luego se vira y sigue subiendo a su habitación.

Lo primero que veo al entrar a su cuarto es el techo. No puedo evitar mi admiración. En el techo hay una pintura del mar, hecha con millones de tonos azules, y un atardecer de película que me deja con la boca abierta.

Miro a Paola inmediatamente, que me esta viendo con una mirada avergonzada y con las mejillas rojas. Esta mujer no me deja de impresionar.

-¿Tu pintaste eso?- pregunto. Paola se mueve nerviosa y mira al suelo cuando habla.

-Si. Casi nadie lo nota.- susurra. ¿Como no lo pueden notar? Es jodidamente grande.

-Es hermoso.- se me escapa. Joder. Me siento incomodo de repente. La vuelvo a mirar y me esta sonriendo, la sonrisa mas grande que he visto hasta ahora en ella. La hace ver mas guapa de lo que ya es.

Estamos los dos parados en su habitación, un metro de distancia, mirándonos. De repente siento unas ganas enormes de besarla en esos labios llenos de ella, agarrarla y hacerla mía en esa cama, follarla hasta que no podamos mas. Por la manera en la que me esta mirando, creo que ella también siente lo mismo. Me acerco lenta pero determinadamente a ella. No muestra señales de rechazarme, por lo que pongo mi mano en su suave mejilla y la otra en la curva de su cintura, haciéndola acercarse a mi cuerpo. Su respiración esta agitada, al igual que la mía. Normalmente estoy muy calmado cuando follo a una chica. Pero me siento... diferente con ella. Espero a que me empuje y que me diga que tiene novio, pero al no hacerlo, la acerco lentamente mas a mi. Estoy a centímetros de su boca y me muero por probar esos labios suyos. Nuestros labios apenas se rozan por un segundo cuando oigo ese horrible sonido de la puerta principal. Mierda. Tan cerca.

Paola me mira con los ojos abiertos y llenos de miedo. -Joder.- me susurra. -Mi madre.-

Me río en voz baja. Creo que es la primera vez que he sido interrumpido por alguna mamá. Paola me tapa inmediatamente la boca y me mira asustada.

-Escóndete en el baño.- me ordena. La miro como si estuviera loca. Ni mierda me voy a esconder en el jodido baño. -¡Ahora!- grita en un susurro.

Pongo mis ojos en blanco y voy como un maldito perro obediente a esconderme al baño. Genial.

Tres meses antes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora