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Inspirado en el manga "Diabolik lovers Blood Young"

Inspirado en el manga "Diabolik lovers Blood Young"

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Años atrás

El aspecto de aquellos monstruos era espeluznante; con orejas puntiagudas, la piel pálida y desaliñada. Rondando como zombies por aquellas calles en ruinas buscando a quien deborar, a seis sabrosos nobles vampiros en específico. ¿Que hacían ahí ellos? Quizás con esa carne, podrían convertirse en uno de ellos... Una carne muy asustada.

Escondidos entre un largo callejón conformando por escombros de madera, polvo y todo material de construcción destruida, se encontraban el mayor y el de enmedio de los trillizos escondidos bajo una rasgada manta de color opaco lo suficientemente grande para camuflarlos de ese sombrío y terrorífico paisaje.

—Laito, ¿Donde estamos?—Las lágrimas del niño caían al suelo constantemente, apretando el trapo arrugado sobre su cuerpo— Quiero ir a casa con mamá.

Laito miró con inmensa preocupación, quería llorar también, pero el era el responsable ahí, si él lloraba, Kanato no encontraría ni el menor apoyo.

—No llores, porfin pudimos escapar de esos monstruos. Si nos encuentran, nos comerán vivos.

—Yo no soy sabroso.

—Yo tampoco. —Forzó una sonrisa con el corazón encogido, Kanato a pesar de tener su misma edad, su estatura y su personalidad tan mimada le hacía ver como un pequeño. Tomó su muñeca levantándose—De todas formas hay que salir de aquí. Podemos planear algo después.

Caminaron con sigilo tratando de hacer el ruido menos posible.  Los pies de ambos se detuvieron al escuchar a los Ghouls que, descubrieron las mismas características de dos de sus hermanos: Cabello rojo y lentes. Un alerta se activó, estaban cerca.

El oji verde agarró con firmeza la mano de su hermano menor. Este le miró con sus ojos empapados. Laito siempre fue quien más le daba la mano por cada raspón de rodilla y otra cosa, aunque Ayato también lo hacía muy seguido. En medio de una catástrofe, le regalaba una sonrisa.

—Vamos.—Con una mirada de decisión, miró hacia delante a medida que se ajustaba la cobija.

Kanato lo necesitaba a su lado para llamarlo en sus derrotas,  como ese esperanzador faro  brillando a las costas del mar.

Sus hermanos fueron su fortaleza en esos vientos que lo empujaban al vacío, pero ellos lo traían a casa. Él no estaba hecho para una rivalidad con el mundo para tomarlo solo...Ellos fueron su refugio de toda su retorcida vida, lo poco que le pusieron ofrecieron le salvó de muchas mientras pudieran, pues, ellos también eran unos niño, y por desgracia nunca tuvieron la suerte de contar con el amor de un adulto.

No importaba si las calles eran oscuras y de un aspecto macabro, en tierras salvajes que jamás pisaron; con  el agotamiento de por medio cuando el toro perseguía al matador. no importaba cuando ellos estaban ahí. ¿Había algo de vergonzoso en ese entonces su afecto de hermanos? No hasta el momento.

Agenda de la muerte- ©Laito Sakamaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora