N u e v e

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—Nada, no hay nada por aquí

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—Nada, no hay nada por aquí.

Ruki trataba de meditar con calma los lugares que ya pasó en aquel laberinto, él y Kyo creyeron ser lo suficientemente inteligentes para no perderse tan fácil a partir del momento en que se separaron, sin embargo; Carla era otro cerebro y como dijo Shin, también se perdió. Lo bueno del asunto para ellos fue que contaban con un olfato más desarrollado que cualquier otro clan.

—¡Aquí tampoco! —Gritó Kyo a unas tres paredes lejos—¡Oye! ¿Donde esta Shin?

—¡No sé! —Le devolvió, pero se detuvo a pensar. Shin era como un niño, y un niño callado significa peligro.

Sin decir nada, ambos coincidieron en que debían encontrarlo.

—¡Shin!

Pero no respondió a ninguno. Corrían sin rumbo o simplemente trataban de teletransportarse, mas terminaban en los puntos repetitivos. Laito no se había equivocado, era un dolor de cabeza, y eso iba para Kyo y Ruki en ese instante.

Ellos, los calmados que piensan con cabeza fría ¡Se les iba a explotar el cerebro! Y esa luna malagradecida no colaboraba en nada, le faltaba solo un poquito y se estaba demorando mucho. ¡Ni hablar del tiempo!

Fue tan irónico que después de que Kyo mirara su reloj, se tropezó con Ruki frente a frente. Fue un golpe duro.

—Mira por donde vas.

—Yo estaba viendo la hora ¿Que hay de ti?

—Estaba mirando hacia arriba.

—¿Hacia arriba?

—Un familiar, venia de algún lugar cercano, y yo no puedo convocarlos ¿Fuiste tu?—El Mukami arqueó una ceja como interrogante.

—No..

—Entonces debió ser Shin o alguno de los otros. Creo que se dirigía hacia el castillo.

Ambos estuvieron de acuerdo en que se trataba de alguna pista importante, una notificación para Laito. De nuevo, Ruki se detuvó a ver el cielo, y el otro chico su reloj.

—Son las diez y cincuenta.

[°°°]

Todo era de lo más cómico para Kino torturando a un hombre de la manera menos tradicional, pero muchísimo más divertida. Desde que se topó con él, ya tenía en mente algo mejor que rasgarle la piel o ahorcar a un ladrón.

— Entonces yo buscaré por aquí.

—Esp-

La habitación de tesoros estaba completamente destruida, y era un orgullo tanto ver el desorden, como ver el rostro horrorizado de ese hombre. No recordaba haberse divertido tanto en su vida ¡Era un espectáculo! ¡El éxtasis! No se arrepentía para nada en asistir en ese rescate.

Agenda de la muerte- ©Laito Sakamaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora