S i e t e

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Después de salir enfurecido de la cena con sus cinco hermanos por la discusión, no se había movido de ese lugar tranquilo del lago, ni lo haría

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Después de salir enfurecido de la cena con sus cinco hermanos por la discusión, no se había movido de ese lugar tranquilo del lago, ni lo haría. Tuvo toda la esperanza del mundo, se raspó las rodillas y quemó las pestañas entre búsquedas y entrenamientos físicos, mas eso pareció invisible hoy: sacar los trapos al sol*, todos contra todos.

Si hubieran sido chicas, hasta se habrían agarrado del cabello.

<<—Estúpido Ayato, idiota. Tu eras el más abusivo, la mordías más de dos veces al día.

—Haber, ahora dilo sin llorar.

Subaru vs Ayato

—Si fueras un poco más atento vago inútil, habría más posibilidad de que estuviera viva.

—A mi no me vengas con eso, la ponías como drogadicta usándola de conejillo de indias.

Reiji vs Shu

—¡Como pudiste permitir que le pasara esto a Yui-san! ¡Mujeriego cobarde!

—¿No que la querías de muñeca?

—¡Pues ya no, ya no quiero! >>

Después de decir eso, Kanato por fin se soltó a llorar.

Y si los Mukami y el resto de los chicos estuvieran ahí, el show hubiera sido más grande. De solo recordar eso los colores se le subían a la cabeza, no es como si no se atacaran entre todos, pero la mayor parte de reproches iban dirigidas a él.

Oficialmente ya era él último día de plazo; Kino se estuvo quedando con los Mukami diciendo que tenía asuntos que atender, Kyo y los Tsukinami no le habían notificado nada.

Eso sí, "Su nuevo hermano" le aconsejó que descansara un poco aunque no parecía realmente preocupado por su estado de salud como lo hacía Reiji, no lo entendía, pero estaba al límite y durmió como nunca lo había hecho hasta la hora de la cena.

A las doce de la noche, si por arte de magia no sucedía nada, lloraría como un crío en el suelo.

Había escuchado que la vida es la búsqueda de la felicidad; pero si hablaban de la suya, todo su tiempo fue echado a perder si nunca se detuvo a buscarla, o por lo menos averiguar cual era la esencia que le daba sentido.

En lo que recorrió su sendero solo fue acompañado de oscuridad y piedras, oscuridad y piedras que aprendió a transfigurarlas en todo lo contrario a lo que no era, porque precisamente nunca había saboreado lo que era bueno.

Agenda de la muerte- ©Laito Sakamaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora