—La policía llegó y aunque intentamos escapar, no tardaron en encontrarnos —dijo Ash dándole una sorbo a la taza— después de eso, no pude hablar mucho con Shorter, pero ambos acordamos que nos volveríamos a encontrar cuando todo se hubiera solucionado en su casa, en el 1716 de la calle Turkey Road.
—1716 de Turkey Road —repitió Eiji muy concentrado para no perder ningún detalle de lo que acababa de escuchar— pero eso es... justo aquí.
—Esta es la casa de Shorter —asintió Ash y procedió a beberse el resto del café frío de un solo trago— o al menos lo era hasta que desapareció de la faz de la tierra hace meses.
El pelinegro apretó la taza en sus manos. Por mucho que quisiera pensar en que su encuentro con Ash había ocurrido porque estaban destinados a conocerse, había miles de preguntas que daban vueltas por su cabeza a las que tenía que responder antes de seguir con esa conversación.
—Pero si Shorter fue el que disparó, entonces tú no debiste haber ido a la cárcel, sino él —él no respondió, solo le dio vueltas a la cuchara en la taza vacía mientras esperaba que su compañero terminara de atar cabos— eso significa que la investigación del caso está mal o que Shorter te inculpó o que...
—Yo me eché la culpa —dijo tajante— la policía no hizo muchas más preguntas, supongo que querían encontrar al culpable cuanto antes.
—Pero... ¿por qué?
—Porque tal vez quiero creer en las segundas oportunidades y Shorter merecía una más que nadie—respondió— tal vez quiero creer en que las personas son inherentemente buenas... tal vez quiero creer que yo soy bueno.
Se quedaron en silencio un momento más hasta que Eiji se puso de pie y caminó hasta el lugar de Ash. Extendió una de sus manos para invitarlo a levantarse también. El rubio lo observó un par de segundos antes de decidirse a extender la mano también y así entrelazar los dedos con los del otro.
—Ven conmigo —dijo Eiji y lo guio por el pasillo a oscuras hasta su habitación.
No encendió la luz al llegar; solo se sentó en la cama y le hizo un gesto a Ash para que se sentara también.
—Está muy mal aprovecharse de alguien emocionalmente inestable, Eiji —bromeó el rubio, pero se sentó de todos modos— hiciste que te contara todo eso solo para llevarme a la cama, no sabía que eras así de pervertido.
Pero antes de que pudiera decir algo más, sintió los brazos de Eiji cerrarse alrededor de su cuello y su torso. Una de sus manos subía y bajaba con suavidad por su espalda y podía escuchar claramente el latido del corazón del mayor junto a su oído.
—Lo lamento —murmuró en un hilo de voz. Nunca había sido bueno conteniendo las lágrimas; afortunadamente, Ash no podía verlo en ese momento— lo lamento mucho.
—Está bien —respondió él mientras subía las manos por la espalda del contrario. Ash restregó el rostro contra el pecho de Eiji e inhaló todo el aire que pudo— lamento haber usado tu computador para buscar esas cosas... pero mi amigo desapareció y Dino Golzine y el mundo en el que él vive son las únicas pistas que tengo para encontrarlo.
—No creo que deberías hacer esto —le dijo sin dejar de acariciarle el cabello—si ya pudiste salir de eso, creo que lo mejor que puedes hacer es mantenerte alejado y empezar una nueva vida desde cero, aquí... conmigo... —su voz fue bajando a medida que hablaba, pero retomó el impulso y continuó con más decisión al terminar— pero si eso es lo que decidiste, entonces voy a ayudarte.
El rubio cerró los ojos con fuerza, incapaz de decir o hacer cualquier otra cosa más que concentrarse en los latidos y la respiración de Eiji. Por más egoísta que pudiera ser, por más ridículo que le pareciera a muchos, no podía evitar pensar en que todas las cosas que había tenido que vivir y todo el dolor y la soledad lo habían hecho llegar hasta ahí. Cuando Eiji lo acunaba en sus brazos, casi podía olvidar el tacto de los cientos de personas que lo habían usado. Cuando Eiji lo tomaba tan tierna y dulcemente, sentía que aquel pequeño espacio que se generaba entre sus cuerpos, era su hogar y todo lo que él necesitaba para vivir.
Ninguno de los dos se dio cuenta del momento en el que se quedaron dormidos; seguramente porque el espacio que compartían y aquel lugar debajo de las sábanas era lo más parecido a un sueño que jamás habían experimentado. Esa mañana, como nunca antes, Ash fue el primero en despertar y lo primero que vio fue el rostro apacible de Eiji. La mejilla izquierda pegada a las sábanas y el cabello desparramado por la almohada. En algún punto de la noche. habían cambiado de posición y ahora era él quien se encontraba acurrucado entre los brazos del rubio y sus manos apretaban la tela de la camisa de Ash, como si tuviera miedo de dejarlo ir.
El menor se removió un poco para soltarse, pero no solo estaba agarrado por la ropa, sino que Eiji tenía la cabeza apoyada en su brazo y no había forma de moverse sin despertarlo. Escapar de la cárcel había sido un juego de niños en comparación a esto.
Mientras se cuestionaba qué hacer, Eiji soltó un murmullo y aquello fue suficiente como para quitarle hasta el último rastro de sueño de un solo golpe. Ash no entendía cómo era posible que alguien tan adorable existiera en el mundo real y día a día se preguntaba si en realidad no habría muerto hace tiempo y había llegado al cielo. Un cielo en el que el pelinegro lo saludaba todas las mañanas con un "buenos días" y una de esas sonrisas que eran capaz de derretir todo el hielo del polo norte.
—Ash... —susurró con la voz ronca logrando que el rubio entrara en pánico. O Eiji había despertado y se había dado cuenta de la extraña situación en que estaban o lo estaba llamando en sueños y no sabía cuál de las dos lo ponía más nervioso.
Se quedó muy quieto y solo después de varios minutos en total silencio se dio cuenta de que su compañero de cuarto seguía dormido. Entonces suspiró aliviado.
Sabía que le sería imposible dormir con el pelinegro tan cerca a pesar de que ya lo había hecho la noche anterior; despertarlo para levantarse también estaba fuera de discusión, porque ni siquiera alguien que había estado en la cárcel tendría la sangre tan fría como para perturbar el sueño de aquel ángel. Por eso, y porque llevaba mucho tiempo soñando con hacerlo, comenzó a deslizar los dedos de su mano libre por el rostro de Eiji.
Los deslizó por su nariz y delineó sus cejas oscuras. Hizo círculos en sus pómulos y dio suaves toques en la piel rosada de sus labios. Ya sin poder contenerse más, acercó el rostro y lo besó tan suavemente como pudo. A pesar de que fue solo un roce, aquello bastó para que el calor comenzara a expandirse desde sus labios hasta el resto de su cara y su cuerpo. Si hubiera muerto en ese mismo instante, pensaba Ash, habría estado bien.
Eiji comenzó a removerse con más insistencia esta vez. Se restregó la cara y fue abriendo los ojos poco a poco hasta que pudo distinguir el rostro confundido (y un poco asustado) de Ash frente a él.
—Buenos días —dijo muy despacio y solo entonces, el rubio pudo volver a respirar tranquilo.
No se había dado cuenta de nada, pensó mientras sonreía a modo de saludo. Aquel beso sería su secreto más preciado.
—Muero de hambre —murmuró el pelinegro estirando todo su cuerpo antes de bostezar— ¿quieres ir a desayunar?
Ash asintió con la cabeza y ambos se pusieron de pie. El beso que habían compartido, quedaría relegado solo a su memoria, así como aquella noche que habían pasado juntos. Incluso si su vida había sido dura, el joven podía decir que al menos en ese momento era inmensamente feliz.
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Eiji y yo tenemos muchas cosas en común: trabajamos desde casa y nos da ansiedad la vida. Yo no tengo a Ash Lynx alojado en mi departamento, pero tengo un gato de dos meses que quiere morder todo lo que encuentra y es casi lo mismo.
Espero que les haya gustado el cap c: ¿saben si es cierto eso de que Wattpad está borrando fanfics? D: Perdón, tengo muchas preguntas... y hambre, también tengo hambre.
Bye <3
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El espacio entre tú y yo
FanfictionAsh Lynx es un presunto asesino que acaba de escapar de la cárcel en busca de un recuerdo del pasado. Eiji es alguien que no sabe decir que no.