Yut Lung había tenido la brillante idea de darle unas cuantas de las pastillas para dormir que él tomaba cuando lo vio llegar casi en brazos de Ash. Desde entonces, no había sido capaz mover ni un músculo. Ni siquiera se había dado cuenta de que lo habían recostado sobre la cama aún vestido.
Sintió la boca seca en cuanto abrió los ojos y como si la cabeza le fuera a explotar en cualquier momento, eso sin mencionar el dolor muscular en todo el cuerpo, como si hubiera corrido una maratón o si lo hubieran apaleado. Apostaría más por lo segundo.
Se incorporó en la cama poco a poco y los recuerdos de hace unas horas atrás comenzaron a volver a él. Había estado en un bar con Ash, habían perseguido a un tipo en taxi y habían estado a punto de ser descubiertos. Todas esas cosas no podían compararse con la adrenalina que había experimentado cuando descubrió aquel mensaje en su teléfono.
Un escalofrío le recorrió la espalda, mas no tuvo oportunidad de entrar en pánico otra vez, porque los murmullos que escuchaba llegar desde la cocina acababan de convertirse en gritos. Eiji apartó la manta que le habían puesto encima y caminó en puntillas hacia la puerta. La abrió solo un par de centímetros y aquello fue más que suficiente para ver y escuchar cómo se llevaba a cabo la tercera guerra mundial.
—No puedo creer que seas tan irresponsable —había dicho Mark, que a juzgar por las gotas de lluvia en su chaqueta, acababa de llegar de la calle— ¿Por qué no lo llevaste al hospital? ¡Podría tener algo grave!
—Tranquilízate —respondió Ash, tan enojado que Eiji no sabía si estaba a punto de jalarse el cabello o de dejar de lado su disfraz y saltarle encima a Mark a riesgo de que lo llevaran de vuelta a la cárcel— no voy a llevarlo a al hospital, solo fue un patatús.
—¿Un qué? —chilló Mark, indignado.
—Un patatús, un soponcio, como quieras llamarlo —respondió cruzándose de brazos— solo tiene que recostarse y descansar, no es nada que no pueda atender aquí en casa.
—Oh, vaya. No sabía que eras doctor —contestó rodando los ojos.
Ash apretó los puños. Si ese 6 bueno para nada creía que sabía cuidar a Eiji mejor que él, estaba muy equivocado, pensó pero no llegó a decirlo, porque Yut Lung los interrumpió carraspeando exageradamente. Ambos estaban tan inmersos en la discusión que ninguno se dio cuenta de que el pelinegro se asomaba por el pasillo con los pies descalzos y el cabello desordenado de tanto dormir.
Los tres se lo quedaron mirando en silencio y con los ojos abiertos de par en par, como si se tratara de una aparición. Ash fue el primero en reaccionar, se llevó las manos a las caderas y con una sonrisa triunfal dijo:
—¿Ves? Te dije que iba a estar bien —pero Mark no lo escuchó. Fue corriendo hasta Eiji y le pasó las manos por toda la cara para comprobar si no tenía fiebre y después por el resto del cuerpo, para comprobar que no estuviera herido.
La satisfacción de Ash después de haber probado que tenía razón se esfumó tan rápido como había llegado. En su mente había dos lobos: uno le decía que tenía que comportarse de manera decente mientras que el otro ansiaba saltar al cuello de Mark y después golpearlo con las sillas de la cocina por atreverse a ponerle las manos encima a Eiji. Terminó soltando un suspiro y obedeciendo al primero... extrañaba algunas cosas de la cárcel, ahí no tenía que ser civilizado todo el tiempo.
—Eiji, puedes decirle que no te pasa nada —le dijo con el ceño fruncido.
—No me pasa nada, Mark —repitió el pelinegro con una sonrisa forzada. También él se estaba esforzando al máximo por actuar de forma civilizada y no tirarse al suelo a llorar a lágrima suelta— es solo que...
ESTÁS LEYENDO
El espacio entre tú y yo
FanfictionAsh Lynx es un presunto asesino que acaba de escapar de la cárcel en busca de un recuerdo del pasado. Eiji es alguien que no sabe decir que no.