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~2013 ~

A Ash no le gustaban los fines de semana en los que tenía que quedarse en casa de su padre en Nueva York, pero el juez lo había dictaminado así después de acordar el resto de los términos del divorcio. Semana por medio, él y su madre tomaban el autobús que los dejaba en el centro de la ciudad, pero acababa de cumplir once años y estaba seguro de que ya podía hacer el camino por su cuenta y se había preparado muy bien para ello.

Había comprado al menos tres variedades distintas de dulces para el camino y llevaba consigo su reproductor de música y el último número de su cómic favorito. Había planeado el mejor primer viaje como niño grande, pero no contaba con que a su lado iría sentado un pasajero tan ruidoso.

—Me llamo Shorter —fue lo primero que le dijo mientras le extendía la mano. Tenía la piel morena, el cabello negro y rasgos asiáticos. A pesar de que ambos estaban sentados, era evidente que era el más alto de los dos— ¿cómo te llamas?

—Ash.

—¿Qué estás haciendo, Ash?

—Intento leer.

—¿Por qué?

Ash ladeó la cabeza sin entender a qué se refería, principalmente porque él mismo no se lo había cuestionado nunca. No necesitaba una razón para hacerlo, pensó. Leer era divertido y ya.

—Te he visto aquí otras veces —continuó diciendo al ver que el otro no era muy comunicativo— pero siempre viajas con tu mamá.

Ash estuvo tentado a decirle que eso ya no sería así, que ya era mayor y, por lo tanto, no necesitaba viajar con ninguno de sus padres, pero temía que si respondía alentaría a Shorter aun más en sus intentos de iniciar una conversación.

—Creo que deberíamos ser amigos —Añadió el más alto alzando el dedo índice para hacer énfasis en su discurso— tú siempre tomas esta ruta y yo también.

—Eso no basta para ser amigos —dijo el rubio, pero no consiguió disuadirlo de su cometido.

—¿Te gusta Pokémon? —preguntó y antes de escuchar la respuesta de Ash, empezó a enumerar todas las razones por las que Pokémon era, a su parecer, la mejor saga de videojuegos del mundo.

El camino hasta su destino se les hizo más corto de lo habitual. Entre charlas sobre Pokémon, de música y super héroes, Ash descubrió que tal vez sí bastaba solo compartir un viaje en el autobús con alguien para llamarlo amigo. Ninguno de los dos sabía mucho del otro, pero conocían lo esencial: ambos tenían la misma edad, a ambos les gustaba My Chemical Romance y volverían a verse en el mismo recorrido en dos semanas más.

~2015~

—Necesito crecer pronto —dijo Ash mientras miraba el techo de la habitación. Estaban en la casa de Shorter, recostados en la cama de arriba del camarote mientras jugaban a lanzarse una pelota de goma— necesito dinero.

—¿Para qué? —preguntó su amigo girándose para verlo de frente.

—Para mi mamá —dijo después de pensarlo un momento; ella le había pedido que no comentara sus problemas económicos con nadie, pero Ash sabía que podía contar con Shorter y que el muchacho era el mejor consejero del mundo porque siempre sabía qué hacer— cada vez le cuesta más llegar a fin de mes con su sueldo.

—Hmmm... —murmuró y balanceó las piernas en el aire para pensar mejor.

—Nadie va a darle trabajo a un niño de 13 años.

El espacio entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora