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Perdón ;w; por dejar esto tirado y por decirles que iba a actualizar, soy una osa osa mentirosa. No merezco su perdón, pero voy a intentar ganarlo con más capítulos.

Ash le había preguntado varias veces si quería ir con él antes de desaparecer por las puertas de aquel bar y ahora se arrepentía de haberle dicho que no. Había sido muy ingenuo al creer que estaría bien por su cuenta.

El joven apuró lo último que le quedaba en el vaso y procedió a limpiarse los labios con una servilleta. No era solo que el hecho de salir de su casa lo hiciera sentir incómodo, sino que creía que realmente moriría en cualquier momento en ese lugar atravesado por uno o mil disparos de alguno de los otros clientes. Aquellos hombres de traje elegante, dientes de oro y cadenas no podían ser otra cosa que mafiosos.

—De todos los lugares de la ciudad... ¿por qué Ash tenía que elegir uno como este? —dijo encogiéndose en la silla cuando un grupo de mujeres vestidas muy elegantemente pasaron por detrás, riéndose y murmurando cosas sobre él. ¿Que cómo sabía que hablaban de él? Pues lo sabía y ya. Sabía que era extraño y que su ropa de gimnasia y su rostro pálido desentonaban completamente con el lugar y que era una completa abominación. Podía escuchar sus pensamientos y eso era peor que estar muerto.

—¿Le traigo otro de esos, señor? —uno de los meseros se acercó a su mesa para llevarse el vaso que acababa de desocupar y Eiji sintió que todos sus músculos se tensaban antes de poder soltar una palabra.

—No, gracias... e-estoy bien.

—Su amigo se está tardando mucho ahí dentro —dijo volteándose hacia la puerta que separaba el espacio abierto al público de las oficinas de la parte trasera— ¿quiere que vaya a buscarlo por usted?

Y aunque estuvo tentado a decirle que sí y a echarse a llorar en sus brazos como un gesto de gratitud, recordó por qué habían ido ahí en primer lugar y se contuvo. El Majesty era un bar-restaurante situado en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad, lo que hacía que su opulencia destacara aún más. Era muy conocido por ser el lugar de reunión de muchos tipos importantes en el bajo mundo, los cuales preferían ese lugar para hacer transacciones y todo tipo de negocios porque la policía rara vez llegaba hasta ahí.

La puerta se abrió después de unos segundos y vio salir a Ash del otro lado. Se acercó a la mesa con las manos en los bolsillos y cara de fastidio, la misma que ponía cuando Eiji no le permitía dormir los cinco minutos más que pedía cada mañana.

—Buenas y malas noticias —dijo dejándose caer en la silla junto a Eiji— las malas son que hablé con el dueño del local, pero dice que no ha visto a Dino desde que dejaron de ser socios hace más de un año. Dejó el tráfico de personas y ahora se dedica a vender biblias o algo así.

—¿Y las buenas?

—Le dije que estabas de cumpleaños, así que van a darnos una ronda gratis.

—Pero... —se detuvo antes de poder decir que no estaba de cumpleaños, pues no quería que el rubio se riera de él más de lo que ya lo hacía.

—Estoy muy impresionado —comentó divertido y enternecido por igual— no pensé que aguantarías tanto tiempo aquí. Seguramente es muy distinto a los lugares a los que Mark te lleva a tener citas.

—No sabía que esto era una cita —respondió y consiguió que el rubio desviase la mirada, avergonzado, hacia la pareja de la mesa de al lado— ¿es una cita? —insistió, animado, seguramente, por el trago que acababa de beberse. Sentía el rostro adormecido y el estómago caliente; no tenía nada que perder— porque no me molestaría si lo fuera.

—Eiji, estás hablando como borracho, ¿cuántos vasos te tomaste mientras yo no estaba? —trató de parecer relajado mientras veía tres dedos en la mano del pelinegro alzándose, pero por más que lo intentara, no podía ocultar cosas evidentes, como que también él comenzaba a sentir calor por todo el cuerpo— a Mark no le gustaría que hablaras así.

El espacio entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora