Dolor

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Camino a casa me lamentaba y me preguntaba qué hice mal para que Martín esté así

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Camino a casa me lamentaba y me preguntaba qué hice mal para que Martín esté así. Me sentía sucia, deprimida e insegura. No sabía cómo entender todo este mal rato que pasé gracias a Karina y a Martín, aunque sé que él no tiene la culpa de que ella abuse del estado en el que estuvo.
Llegué al departamento, abrí la puerta e inmediatamente llamé a Fedora, necesitaba ayuda y conversar con alguien para contarle todo lo que pasé hace un momento. Fedora me respondió y me dijo que llegaría en 20 minutos. Esos minutos los aproveché para darme una ducha, pero aún seguía dolida y llorando por el mal rato que pasé.
Me saqué la ropa, entré a la ducha, abrí la terma y dejé que el agua fría, casi helada caiga hacia mí, mientras pensaba en miles de cosas, una de ellas si la relación con Martín iba a funcionar. Quiero ser sincera conmigo misma, y la verdad, sé que esta relación no va a durar nada. Lo digo porque soy yo la del problema. Uno, por mi edad, dos, mis inseguridades y tres, por la gente que no lo ve normal.
Odio ser así, toda vieja, arrugada, casi canosa y sin futuro. No tengo oportunidad en nada, no me dan trabajo y ni siquiera puedo darle algo más a Martín. En unos años ya estaré olvidándome de todo lo que diga o haga, que cuando salga a la calle con él, sé que lo molestarán por estar con una vieja como yo. Detesto tanto mi cuerpo que cuando Martín lo vea, se sorprenderá. Estoy con un moflete que ni yo misma lo soporto.
Mientras decía todo eso, llorando, me senté sobre la ducha y empecé a gritar como loca. Soy sincera, ya no aguanto nada de esto, estoy demasiado cansada y sé que Martín se cansará de mí lo más pronto posible. Capaz él se acuerde de lo que hizo con Karina, o con Mabe o con Carlota, ellas están mucho mejor que yo y quiero que él aproveche eso. No quiero que se quede estancado aquí conmigo sin poder aprovechar su vida, disfrutarla y más.

Cuando empecé a tocarme la cara, gritando y llorando, sentí un pequeño ardor en la palma de mi mano derecha, era un corte que me hice con algo que ni me había dado cuenta. El corte era grande y la sangre chorreaba por mi brazo. Permanecí sentada, con la ducha abierta y el agua helada, la sangre en el piso y yo casi pálida.
Al despertar, me encontré ya en mi habitación, ¿qué pasó? ¿Cómo llegué aquí? Me pregunté tocándome la cabeza y acomodándome en la cama. Estaba con una venda en la mano y abrigada con una toalla. Quise pararme y el cuerpo no me daba.

- Amiga, ¿qué te pasó? -dijo Fedora entrando al cuarto-.

- ¿Fedora? -dije sorprendida- ¿qué haces aquí?

- Cómo que qué hago aquí, Alicia. Me llamaste llorando, desesperada diciendo que querías hablar conmigo urgente.

- ¿Te llamé? No me acuerdo de nada.

- Eso no importa -dijo, sentándose sobre la cama y sobándome la mano-. Cuéntame, ¿por qué me llamaste tan urgente?.

- Ay Fedora -la abracé y lloré- te juro que ya no doy más, estoy desecha. Mi relación con Martín se terminó amiga -dije llorando-.

- ¡Qué hablas Alicia! Y ¿por qué?

Le conté todo lo que había pasado, se sorprendió tanto que quiso llamar a Martín,  pero le dije que no, que deje todo ahí. No quiero saber nada de él, quiero alejarme lo más que pueda para que se olvide que existo y pueda hacer su vida como mejor le parezca.

- Yo sé que él no tiene la culpa, Fedora, pero creo que este fue un motivo más para saber que la relación que queremos tener no va a funcionar. -dije secándome las lágrimas-.

-Alicia estás loca. Sé que todo lo que viste y viviste hace un rato fue muy chocante para ti, pero amiga, no puedes renunciar así de fácil. No has escuchado a Martín y eso no va pues. Deja que él te explique todo y si después de eso, ves que ya no puedes, pues decides pero ahorita no te me adelantes.

- Es que Fedora, no lo quiero ver, no quiero que él se gaste conmigo, ¿me entiendes? -dije llorando-. Él se merece a mejores personas, no a una vie…

- Hey hey hey, sh sh sh. Estás mal de la cabeza, amiga. Él una vez te dijo que se enamoró de ti, no de tu acta de nacimiento, así que dejas de pensar esas cosas o la que se va a molestar ahora, soy yo.

Juro por mi vida que sin Fedora, no sé qué hubiera hecho.

Alicia Y Martín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora