Nuestra primera noche juntos

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Estando con Martín me sentía tranquila, no le tenía miedo a nada y olvidaba todos los problemas

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Estando con Martín me sentía tranquila, no le tenía miedo a nada y olvidaba todos los problemas. Estábamos camino a su departamento pero de pronto él se desvió de la carretera central e iba a una que daba para el sur, le pregunté a dónde íbamos, sólo me miró y sonrió.

- ¿A dónde vamos Martín?

- Tranquila, estamos yendo a un lugar que te va a encantar.- me dijo sonriendo y poniendo su mano derecha encima de mi pierna.

- ¿Estamos saliendo de la ciudad verdad?

- Así parece- sonríe.

En el camino ni uno de los dos hablábamos, sólo nos sonreímos. Martín mientras manejaba, con su mano derecha acariciaba mi pierna y yo, le acariciaba la cabeza. Me sentía una adolescente que escapaba con el novio a escondidas de los padres para pasarla bien, tranquila y sentirse feliz. Sabía que ese hombre guapo, alto, barbón y de ojos claros, hoy iba lograr que me sienta así, una chiquilla. No miento que en todo el camino estaba nerviosa, uno porque no sabía a dónde me llevaba Martín y otro por lo que iba a pasar. Por otro lado, me moría de sueño así que decidí dormir un rato mientras él se dirigía al lugar donde íbamos.

- ¿Alicia? despierta mi amor, ya llegamos- dijo tocándome el hombro para despertarme.

- ¿Ya llegamos?- dije achinando los ojos.

- Sí amor, ven, siéntate que te pondré una venda en los ojos.

- Ay no Martín, qué vas a hacer.

- Confía en mí- dijo acercándose para darme un beso mientras me ponía la venda.

- Ya pero no me sueltes ah, no vaya a ser que me caiga y no no no, ahí sí que me muero, qué vergüenza- dije riéndome y casi casi poniéndome roja.

Cerró el coche, tomó mi brazo y nos dirigimos hacia el lugar donde me había llevado. Sentía la mirada de Martín, que me cuidaba para no caerme o simplemente porque está enamorado.

- Ya llegamos, ahora te voy a guiar para que puedas subir- dijo tomándome de la mano.

- Bueno, solo pido que no me sueltes- reí.

- Sube, va una grada… otra más… y ya, la última. Llegamos. Ah ah ah, pero espera, aún no te saques la venda que falta entrar- dijo curioso.

- Ay Martín, pero rápido que tengo frío.

- Ahora tienes frío, espérate que en un ratito nos calentamos- dijo con una voz atrevida y acercándose a mi oído.

Cuando Martín dijo eso, se me hizo un nudo en la garganta y en la barriga como si tuviera mariposas. Me di cuenta que Martín iba decidido a lo que dejamos pendiente hace un rato.

- Espérame aquí, no te muevas que voy a abrir la puerta.

- Aquí te espero, no me voy a mover.

- No vale hacer trampa tampoco ah, sino no sería sorpresa- ríe.

Llegó a abrir la puerta, me tomó de la mano y me llevó cuidadosamente al lugar donde ya habíamos llegado. Me destapó los ojos y al abrirlos, vi una casa hermosa y alrededor de ella, puras montañas. Les juro que fue la mejor sorpresa de mi vida, Martín se lució con este lindo gesto.

- No no no, Martín esto es hermoso- quedé fascinada mirando a todos lados.

- ¿Te gusta?- sonríe.

- Me encanta Martín- me acerqué a darle un beso.

- Sabía que te iba a gustar, por eso decidí traerte aquí- me toma de la cintura y me pega junto a él.

- Te amo- dije mirándolo a los ojos.

- Y yo a ti, mi amor- me besó.

Esperaba bastante tiempo sentir su calor, sus labios junto con los míos, tener esa conexión y ese amor que nos une y que nos hace sentir unos adolescentes. Lo necesitaba a él. Necesitaba de sus caricias, de sentir sus manos recorriendo mis brazos y haciendo que mi piel se vuelva chinita. Sentir su aroma, su fuerza al tomarme de la cintura y su mano sosteniendo mi cabeza para poder besarme.

Ese beso al rato se convirtió en algo un poco más fuerte. Martín empezó a quitarse la casaca y a quitarme la blusa, sentí sus manos pasando por mi cuerpo, aunque sin mentir, tenía una vergüenza tremenda desnudarme delante de él así que decidí parar.

- Perdón perdón perdón- dije agachando la cabeza y tratando de tapar mi cuerpo.

- ¿Perdón por qué?- dijo Martín alzando mi mejilla con su mano.

- Por esto, Martín, me siento insegura de mi cuerpo- dije apenada.

-No mi amor, eres hermosa, eres la mujer más maravillosa de este mundo. No te sientas menos, por favor. Permítame conocer de nuevo tu cuerpo, permíteme tocarte para que puedas sentirte segura, y sepas que eres una mujer espectacular en todos los sentidos.

- Martín, yo…- me calla con un beso.

- Alicia, por favor, date esta oportunidad.

Al ver sus ojos brillar, Martín me tomó de la cintura, apretó mi cuerpo junto con el de él y bajó mis brazos quienes trataban de tapar mi cuerpo. Sus manos subían por mi espalda para desabrochar el sostén, delicadamente me lo quitaba y al verme con los pechos al aire, dio un respiro que decidió seguir basándome. Sus manos empezaron a subir para sostener mi cabeza, la de él empezó a bajar para besarme el cuello y al sentir ese placer, logré soltar unos pequeños suspiros.

Caminábamos basándonos para dirigirnos al cuarto, y al llegar, Martín prende la luz, se saca las botas y me empezó a besar delicadamente. Ya no aguantaba más, decidí quitarle el polo y al ver ese cuerpo musculoso, me derretí aún más. Sus manos de Martín decidieron quitarme el pantalón y tumbarme a la cama mientras él me miraba con una sonrisa de oreja a oreja y tratando de quitarse el pantalón. Al vernos así, casi desnudos, se tiró encima mío y ahí fue donde decidí que iba a ser suya esa noche.

Me empezó a besar de pies a cabeza y sus manos pasaban por todo mi cuerpo. Mi cabeza la tiraba para atrás al sentir ese placer que Martín estaba logrando a que lo tenga. No podía más, arrugaba las sábanas al sentir cómo él sabía manejar la relación en la cama.

La conexión que logramos tener cuando estábamos haciendo el amor fue maravillosa. Al terminar, quedamos mirándonos el uno al otro sentados envueltos en sábanas.

- Gracias- le dije acariciando su cara y dándole un beso.

- ¿Gracias por qué?- me dio otro beso.

- Por esto. Has hecho que me sienta verdaderamente una mujer. Hace tres años que no tenía esto con alguien.

- Eres la mujer más hermosa y maravillosa de esta vida, incluso hasta en la cama- dijo con su voz toda pícara.

- Ay Martín- reí. -te pasas de verdad, haces que me ponga tomate-.

- Es la verdad mi amor, eres demasiado linda en todos los sentidos por eso estoy loco por ti- se acercó a besarme.

- Te amo, mi amor, eres lo más bonito que me ha pasado en la vida. Jamás pensé volver a sentirme así, tan amada.

- A partir de ahora estaré aquí, para decirte cuánto te amo y hacerte sentir la mujer más feliz del mundo, porque lo mereces- chocó su nariz con la mía.

- Gracias por esto- me acuesto en su pecho.

- Te amo- dijo dándome un beso en la cabeza.

Y así, juntitos, nos quedamos dormidos después de pasar una noche maravillosa.

Alicia Y Martín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora