Dejé la agenda a un lado junto con los lentes, apagué la lámpara, me acomodé ya para dormir y de pronto suena mi celular, veo la pantalla y era Martín. No sé cómo hace para que adivine que quiero o necesito de él, es como si tuviera un sexto sentido que le avisara todo.-Bueno.
-Al fin, Alicia- se alivió por haber respondido- por favor no me cuelgues que quiero hablar contigo.
-Dime, te escucho.
-¿Puedes salir un rato? Estoy afuera de tu casa.
-¿Qué? Pero- me interrumpió
-Por favor, sólo es un momento, no te voy a quitar mucho tiempo-.
-Ay Martín, está bien, dame unos minutos que me cambio y salgo.
Al cortar la llamada se me marca una sonrisa en mi rostro, me sentí bien que dentro de todo, Martín me haya venido a buscar para hablar de lo que pasó. Juro que tengo miedo pero como dije, "que pase lo que tenga que pasar".
Fui a buscar mi ropa para poder cambiarme, me maquillé un poco y bajé rápidamente a verlo. Cuando lo vi parado afuera de su auto mirando su teléfono, se me hizo un nudo en mi garganta, ahí me di cuenta que lo extrañé más de lo debido. Martín alzó la cabeza y al verme, sonrió al igual que yo.-Estás… hermosa, te extrañé tanto- dijo sonriendo.
-Ay Martín, qué exagerado eres- sonreí agachando mi cabeza.
-Puedo hablar contigo ¿por favor?.
-Sí claro, ¿qué sucede?
-¿Puedes subir al auto?, digo, para poder tener una conversación tranquila y amena- sonríe.
-Está bien, pero algo rápido porque tengo que dormir- dije sonriendo.
Me abrió la puerta del coche, subí, me acomodé y terminando de hacerlo me cerró la puerta, él entró por el otro lado y al ponernos cómodos nos quedamos mirando por un buen rato. No voy a negar que me sentí tan bien, segura, amada y tranquila. Estaba nerviosa por lo que pudiera pasar, sé las intenciones y las ganas que tenemos desde que nos encontramos después de tiempo.
-Alicia, perdón por hacerte bajar a estas horas de la noche pero no aguantaba más, necesitaba hablar contigo- tomó mi mano y la puso encima de su pierna.
-Martín, yo también quiero hablar contigo, quiero que seas sincero conmigo y me digas qué sucede con Karina- lo miro con cara de pena.
-Con Karina no pasa nada, Alicia. Sé que la manera en cómo nos encontraste fue sorprendente pero créeme que yo no le di pie a nada, aparte estaba inconsciente, no sabía lo que estaba pasando.
-¿Y ya hablaste eso con ella?
-Sí, ya le dejé todo en claro, le dije que a la única mujer que amo es a ti.-besa mi mano delicadamente-.
-No me siento segura Martín, no sé, siento que en cualquier momento pueda pasar algo peor y la verdad que no quiero sufrir más.
-No va a pasar nada, mi amor, te lo juro. Mira, si yo hubiese sido otro hombre no estuviera aquí a estas horas de la noche. Alicia, eres el amor de mi vida, mira cuánto tiempo ha pasado y yo sigo aferrado a tu amor, sigo enamorado de ti, de tus besos, de tus caricias, de tus abrazos y más. Créeme que eres el único amor de mi vida, eres la razón por la cual sigo esperando a que ya aceptes esta realidad y me digas que tú también estás enamorada de mí. Ya no quiero sufrir más estando lejos de ti mi amor, me duele mucho. -dijo con lágrimas en los ojos-.
-Martín- le acaricio su cara- créeme que yo siento lo mismo por ti y me dolió ver cómo Karina estaba contigo. Sentí rabia y celos al ver cómo ella estaba encima tuyo, casi desnuda y queriendo tener relaciones contigo.
-Pero no pasó Alicia, te juro por lo que más quieras que no pasó nada.
-Yo sé, y te creo.- le sonreí tocándole su rostro-.
-Alicia, te amo.- dice acercándose un poco a mis labios.
-Y yo a ti.- le dije mirándolo a los ojos y sonriéndole.
-Oye y sí…- lo interrumpí-.
-Shh, no digas nada-dije con voz baja muy cerca a su cara y rozando nuestras narices- que esta noche pase lo que tenga que pasar.
-¿Estás dispuesta a todo? -dijo muy coqueto-.
-Sí- lo besé.
El beso que tanto esperé en días, llegó. Extrañaba sus labios junto con los míos, que sientan esa conexión y ese calor que tanto les hacía falta. Martín me besaba delicadamente mientras yo sujetaba su cabeza para que no deje de hacerlo. Los besos eran un poco más fuertes, sabía que esa noche sucedería lo que tanto estaba esperando. Las manos de él estaban rozando mis piernas y subiendo a mi cintura dentro de la blusa, mis manos sudaban pero debía sacarle la casaca. Estábamos tan excitados que no podíamos hacerlo ahí, en el auto.
-¿Vamos a mi departamento a seguir con esta charla muy amena?- dijo con cara de pícaro-.
No había duda que necesitaba sentirme bien, así que decidí irme con él. Nos acomodamos, intercambiamos miradas, me dio un beso y nos fuimos a su departamento a que fluya esa charla muy amena que teníamos pendiente.