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•𝐁𝐚𝐡í𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐤𝐢𝐨, 𝟐𝟗 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏•

—¡Eh, eh, eh! Vega, ¡espera! Tengo que hablar contigo.

Cuando la voz de Abril —ahogada por culpa del sprint que había realizado para alcanzar a la pelirroja— penetró los oídos de Vega, esta frenó sus pasos. Con gracia, observó como su amiga se hallaba ko y sin aliento.

—¿Estás bien? —interrogó divertida.

—Eso debería preguntártelo yo, ¿no crees? —formuló de manera entrecortada, a consecuencia del oxígeno perdido durante la carrera—. Me desvelé a las cinco de la mañana y no estabas en la habitación; y esta mañana cuando sonó el despertador tampoco estabas.

De manera casi inevitable, esbozó una media sonrisa al recordar el motivo de su ausencia en la habitación cuatrocientos quince.

—¿Estás bien? —se atrevió a preguntar, recordando que la noche anterior Vega había puesto punto y final a su relación con Iván—. No habrás hablado con él, ¿verdad?

—Estoy bien, Abril —aseguró con sosiego, tratando de calmar a su amiga—. Y no he hablado con él; aunque fue muy insistente, tanto por WhatsApp como por llamadas. Pero te prometo que no he cedido a la presión; se acabó definitivamente.

—Entonces, ¿dónde has pasado la noche?

Antes de responder a su duda, Vega invitó a su amiga a colarse en el comedor. El haber pasado la noche en vela había desatado en ella un hambre voraz.

—No podía dormir, así que salí al patio —al principio, la gallega dudó de si debía proporcionarle a Abril más información o no, así que se limitó a atrapar una bandeja e ir en busca de una taza de café y un par de tostadas—. ¿Y Lena?

—Se ha enzarzado en mitad del camino con Eric —comentó con mofa—. Yo como no deseaba ser la violinista opté por salir huyendo.

—¿Crees que regresarán a España juntos o...? —sin finalizar la cuestión, observó a su amiga de reojo. Abril, al tiempo que atrapaba un cruasán, se encogió de hombros; no tenía una respuesta exacta para aquella duda.

—El tiempo lo dirá —formuló en un suspiro.

—Y tú, ¿volverás a España con alguien? —la pregunta planteada por Vega lejos estaba de ser lo que Abril esperaba escuchar, y su cara de asombro la delató.

—¿Yo?

Mientras trataba de localizar un hueco en el que poder acomodarse y desayunar con tranquilidad, la capitana de la Selección contestó a la sorpresa de Abril con un "ajá, tú".

—¿Yo por qué?

Vega no proporcionó una respuesta verbal a su compañera, pero lo que sí le ofreció fue una sonrisa pícara y un gesto de cabeza que señalaba el rincón libre que iban a ocupar; en el que se encontraban Asensio, Pedri y Javier.

—¿Qué dices, rubia?

La mueca que adoptó la rubia tras la mofa de su mejor amiga expresaba un claro: "no me vaciles". Vega, sin poder contenerse, soltó una carcajada; pero la proximidad a la que se localizaban del trío de futbolistas le impidió pronunciar nada más al respecto.

—¡Buenos días! —risueño, el canario saludó a las intrusas.

—¿Podemos sentarnos? —interrogó Vega, obteniendo de forma inmediata un por parte de Marco.

—¿Hoy no entrenáis? —preguntó el mallorquín con ansias de iniciar una conversación.

—Hoy no. Mondelo nos ha dado un día de tregua —explicó Abril—. Y vosotros qué, ¿nerviosos por el partido del sábado? Estáis a menos y nada de alcanzar la final.

𝑻𝒐𝒌𝒊𝒐 // Pᴀᴜ TᴏʀʀᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora