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•𝐁𝐚𝐡í𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐤𝐢𝐨, 𝟎𝟕 𝐝𝐞 𝐚𝐠𝐨𝐬𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏•

—Todo principio tiene su final. Aunque, en ocasiones, no sea el final deseado.

Aquel siete de agosto, el final que había vivido el equipo de Luis de la Fuente había sido agridulce y cargado de sentimientos que no eran capaces de canalizar. Durante ciento veinte minutos, los jugadores de la selección española ejecutaron su último baile contra Brasil con fuerza y pasión; pero un fallo —un pequeño error imperdonable—, los empujó lejos del oro olímpico.

—Es una sensación extraña, ¿sabes? —sus orbes permanecían clavados en la medalla que sostenía entre sus manos; aquella que le daba su primer, y probablemente único, título olímpico.

—No es el oro, pero tiene el mismo mérito —aseguró Vega, obligando al futbolista a establecer contacto visual con ella—. Estoy orgullosa de vosotros y de todo lo que habéis demostrado estos meses. Le habéis devuelto la ilusión a un país entero, al margen del resultado final obtenido; así que quedaos con eso.

—Me quedo con la experiencia vivida —manifestó—. Y con lo que Tokio me ha ofrecido.

—Yo me quedo con el repertorio de chistes contados por Pedri a lo largo de estas dos semanas —se carcajeó la pelirroja, causando la risa de Pau.

Habían sido un par de semanas cargadas de emociones, vivencias, anécdotas, crecimiento personal, lágrimas y, sobre todo, amigos. La unión que se había formado en las instalaciones de la Villa Olímpica entre las baloncestistas y los futbolistas era, realmente, el mayor trofeo que se llevaban de su paso por Tokio. Sin quererlo, habían logrado forjar —en tiempo récord— una amistad sana y leal.

—Aún nos quedan otros siete días de chistes canarios y sin gracia —apuntaló el valenciano, haciendo mención al viaje a Madeira.

—Apuesto a que será una semana memorable e inolvidable.

Pau también tenía la misma predicción. Porque, un viaje con amigos era, sin lugar a dudas, una aventura que quedaría grabada en sus mentes para el resto de la eternidad.

—Pero primero lo importante —volvió a hablar el futbolista—. Que volváis a España con el oro olímpico.

En menos de veinticuatro horas las jugadoras del equipo de baloncesto disputarían la final olímpica contra Estados Unidos. Un acontecimiento que había provocado que los nervios se hallaran a flor de piel y que sus mentes no le concedieran una tregua para poder descansar.

—Tenéis demasiada fe depositada en nosotras, ¿no creéis?

—Juega la futura LeBron James del baloncesto femenino, ¿no crees que tenemos motivos más que suficientes para tener toda nuestra fe depositada en vosotras? —de nuevo, allí estaba la mención de una de las más grandes leyendas del baloncesto.

—Les he hablado a mis hermanos de ti —mencionó, pillando por sorpresa a Pau.

—¿Y qué les has contado? —risueño, trató de averiguar qué conversación había mantenido Vega con su familia; una cuestión que provocó el sonrojo y la sonrisa de la más joven.

—Que has supuesto un rayo de luz en medio de la tempestad —explicó de forma escueta, sin desear entrar en demasiados detalles.

—En quince minutos os quiero a todos en el autobús —la voz autoritaria de De la Fuente logró captar la total atención de la pareja. De reojo, Vega contempló a Pau; sobre su rostro descansaba una sonrisa de pena.

—Hasta aquí ha llegado la aventura —informó, con pesar.

—Han sido, al mismo tiempo, las peores y mejores semanas de mi vida —confesó la pelirroja, al tiempo que buscaba establecer contacto físico con el futbolista; quien, con cariño, atrapó su mano.

𝑻𝒐𝒌𝒊𝒐 // Pᴀᴜ TᴏʀʀᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora