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•𝐁𝐚𝐡í𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐤𝐢𝐨, 𝟐𝟖 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏•

<<Se ha acabado>>.

Sin explicaciones ni porqués, exactamente como Abril le había pedido dos días atrás. Hugo, tres horas antes, le había dado vía libre a su hermana pequeña para poner punto y final a su relación con Iván.

<<¿Sé puede saber por qué no hay nada tuyo en el apartamento?>>. <<Y el gato, ¿dónde está el gato?>>.

Sin intervenir ni proporcionar alguna clase de explicación, Vega leyó el bombardeo de mensajes que llegó al chat de Iván. Había acabado con una relación de cinco años con tres palabras escritas en WhatsApp, y el odio del mayor era visible.

<<Responde a mis putos mensajes, zorra>>.

Insultos, amenazas y, acto seguido, llamadas. Vega le importaba poco o nada, y perderla le daba igual; pero lo que no iba a permitir era que aquella zorra saliera invicta.

—¿Qué haces aquí fuera a las tres de la mañana?

Sobresaltada, rechazó la llamada de Iván —la quinta en menos de tres minutos— y se desprendió de los auriculares. Al girarse, pudo distinguir la silueta de Pau iluminada por la luz artificial de las farolas que ornamentaban el exterior de la Villa. Vestía un pantalón de chándal de la selección española y una camiseta de Nirvana.

—Podría hacerte la misma pregunta, Torres —con sosiego, contestó a la duda del futbolista.

—Llevo dos horas dando vueltas en la cama; no podía dormir —con quietud, Pau tomó asiento en el extremo opuesto del banco que ocupaba Vega—. ¿Qué escuchabas?

Inconscientemente, la pelirroja esbozó una fugaz sonrisa; había sentido un deja vu.

Ocean Eyes, de Billie Eilish. No es tan extraordinaria como Centuries, pero...

Sin dejarle finalizar su contestación, Pau le arrebató uno de los auriculares y pulsó play. La voz de la cantante estadounidense inundó sus pensamientos, aportándole paz y calma.

—Me gusta esta canción —confesó el futbolista—. Me recuerda a...

"Me recuerda a ti", eran las palabras que Pau había estado a punto de pronunciar. Cada vez que escuchaba Ocean Eyes, la imagen de Vega viajaba a su mente.

—¿A qué?

—Te están llamando —advirtió el valenciano al descubrir por qué la voz de Billie Eilish había dejado de sonar.

La joven, de forma inmediata, colgó la llamada. Iván no iba a darse por vencido; pero ella se negaba a ceder, porque si lo hacía, volvería a caer.

—¿Estás bien? —trató de indagar el defensa al distinguir cómo la expresión de la gallega había cambiado de manera brusca.

—Sí, estoy bien; es solo que...

Ante la negativa de Vega de aceptar sus llamadas, Iván había regresado al chat de WhatsApp. Los "eres una zorra" y los "contesta de una puta vez" no tardaron en inundar la barra de notificaciones de la deportista; algo que para Pau no pasó desapercibido.

—¿Eres una zorra? —cuestionó atónito—. No soy experto en relaciones porque nunca antes he tenido una, pero creo que llamar zorra a tu pareja no es lo propio, ¿no crees?

—A tu pareja, tal vez no; pero a tu ex-pareja...

Sin despegar la mirada de la pantalla de Iphone, Vega resopló. ¿Iván se daría por vencido en algún momento o insistiría hasta obtener respuesta de la baloncestista?

𝑻𝒐𝒌𝒊𝒐 // Pᴀᴜ TᴏʀʀᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora