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•𝐁𝐚𝐡í𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐤𝐢𝐨, 𝟑𝟏 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏•

—Buenas noches, rubia.

—Enhorabuena por el partido, moreno —no dibujar una sonrisa, después de escuchar el rubia, le resultó imposible. No sabía cómo ni cuándo, pero se había vuelto vulnerable al apodo con el que Javier la había bautizado—. A semifinales, ¿no?

Antes de proporcionarle una contestación a Abril, el futbolista la apartó ligeramente hacia un lado para poder tener pleno acceso a la máquina expendedora; un gesto que logró provocar una descarga en la jugadora de baloncesto.

—A semifinales, rubia —habló, después de acuclillarse para extraer la botella de coca-cola que acababa de comprar.

—¿Nervioso, moreno? —no le entusiasmaba el empleo de aquel mote, pero le causaba diversión responder a los rubia con la misma moneda.

—Mentiría si dijese que no —declaró, al tiempo que apoyaba el peso de su cuerpo contra la columna—. Y tú, ¿nerviosa por el partido de mañana? Os jugáis el pase a cuartos de final.

—Pues si te soy sincera, no estaba nerviosa; al menos hasta que me has recordado en qué punto del campeonato nos encontramos —expresó, causando la risa del catalán; una risa que no tardó en contagiar a la joven.

—¿Ya has cenado? —interrogó con gracia, después de percibir cómo su propio estómago pedía ser alimentado.

—Aún no; estaba esperando a que apareciese Vega, o cualquier otra persona que impidiera que me quedase a solas con las víboras —comentó entre dientes, al tiempo que dirigía su mirada hacia el trío que, entre carcajadas, se encaminaba hacia el comedor.

—¿Han sido tensos los entrenamientos? —trató de averiguar, con curiosidad.

—Me los esperaba bastante peor; pero ni ellas nos han prestado la más mínima atención, ni nosotras hemos hecho caso a su presencia —explicó, volviendo a clavar sus orbes en Javi—. ¿Vamos cenar, entonces?

—¿Te puedo hacer una pregunta, rubia? —habló, despegándose de la pared y pasando su brazo derecho sobre los hombros de Abril, para conducirla hacia el comedor.

—Tú dirás, moreno —volvió a pronunciar, con tono jocoso.

—¿Hay alguien esperándote en España? —preguntó sin tapujos, logrando de aquel modo que el rostro de la joven adoptara cierto tono carmesí.

—¿A parte de mis padres, mis abuelos y mi hermana? No.

—¿Ningún interés amoroso? —volvió a interrogar, causando desconcierto en Abril.

—Por qué, ¿quieres convertirte tú en ese interés amoroso? —desprendiéndose del agarre del delantero del Espanyol, y situándose frente a él, formuló con cierto humor su duda.

Al principio, dudó qué responder a aquella cuestión. Javier tenía clara que respuesta proporcionar, ¿pero era una buena idea?

—¿Por qué no? —contestó, encogiéndose de hombros.

—Venga ya, Javier. ¿Pero tú me has visto? —entre risas, volvió a hablar—. Puedes aspirar a mucho más que a alguien que llora viendo como muere Apollo Creed en Rocky, ¿no crees?

—Yo no soy Lena —mencionó, recordando como la propia madrileña había pronunciado ante Eric que ella aspiraba a mucho más—. Y si me fijé en ti entre tanta gente fue por algo, ¿no crees?

𝑻𝒐𝒌𝒊𝒐 // Pᴀᴜ TᴏʀʀᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora