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•𝐁𝐚𝐡í𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐤𝐢𝐨, 𝟑𝟎 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏•

—¿Qué le has dicho a Luis de la Fuente?

—Que me encontraba indispuesto —mencionó en un murmuro, aún con la mirada clavada en la pantalla apagada de su Iphone.

—Eric, mañana son los cuartos de final —con prudencia, Vega trató de acortar distancia con el catalán—. No dejes que alguien que no te merece te apague.

Con una mueca de "¿me lo estás diciendo enserio?", el defensa del Barcelona observó a su mejor amiga. Ella no era la persona correcta para proporcionar un consejo como aquel.

—Sé lo que estás pensando, ¡y llevas razón! Durante cinco años permití a Iván apagarme; pero son situaciones completamente diferentes.

Con fatiga, suspiró. Denotando frustración y agobio, se puso en pie; y bajo la expectante mirada celeste de la pelirroja, comenzó a trazar círculos irregulares alrededor de la habitación.

—¿He hecho algo mal? —tras un par de minutos de completo silencio, volvió a hablar—. ¿La culpa es mía?

—Me pasé años preguntándome si la culpa de que Iván me tratase como me trataba era mía, si había hecho algo mal; pero la respuesta era no. Y tú mismo me permitiste percatarme de que el único culpable era él —con pena, se irguió y se acercó a Eric.

—¿Pero por qué? Si no quería tener nada conmigo, ¿por qué me hizo creer que sí? —totalmente devastado, rompió a llorar; una imagen que logró destrozar a Vega.

—Hay preguntas que no tienen respuesta, y esta es una de ellas —con cariño, atrajo el cuerpo del catalán hacia ella y lo abrazó. No sabía cómo ayudarlo; pero había descubierto, gracias a Torres, que un abrazo de la persona correcta podía curar más que las palabras—. Te ha hecho un favor, ¿sabes?

—¿Rompiéndome el corazón? —formuló en un sollozo, al tiempo que se aferraba con todas sus fuerzas al cuerpo de la gallega.

—Te ha mostrado su verdadero yo antes de que la introdujeras en tu vida; lo que te ha hecho ganar más de lo que has perdido.

La gallega, sin embargo, no había corrido esa suerte. Iván le había mostrado una máscara de amabilidad y cariño que había permitido mantener oculta una fachada cruel y manipuladora. De haber mostrado su verdadero yo antes de que la baloncestista lo introdujera en su vida, Vega se habría ahorrado años de humillación y dolor.

—¿Tan mal jugador de fútbol soy? —de manera entrecortada, debido a las lágrimas, Eric formuló el comentario que más se había incrustado en su corazón.

—¡Eh, eh, eh! —de forma brusca, Vega apartó al catalán de ella y atrapó su empapado rostro entre sus manos, obligándolo a establecer contacto visual con ella—. Ni se te ocurra creer los comentarios de Lena y Ángela, ¿queda claro? Tal vez no seas Puyol, pero eres un buen jugador de fútbol, Eric. Formas parte de la plantilla de uno de los grandes clubes de España, y has sido titular de la selección absoluta durante la Eurocopa; ¿crees qué si fueras tan mal jugador como Lena te ha hecho creer estarías donde estás?

—Tal vez...

—Eric, no —con afección, retiró las lágrimas que descansaban bajo las cuencas de sus ojos—. Llega con que uno de los dos no tenga confianza en sí mismo y piense que no merece representar a su país en los Juegos Olímpicos, ¿no crees?

—Vaya dos patas para un banco —bromeó el más joven, soltando una risa que logró quedar camuflada entre el mar de lágrimas que aún rodaban por su rostro.

𝑻𝒐𝒌𝒊𝒐 // Pᴀᴜ TᴏʀʀᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora