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•𝐁𝐚𝐡í𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐤𝐢𝐨, 𝟐𝟗 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏•

—¿Estáis preparadas para la timba de...?

Cuando Daniel distinguió cómo el rostro de Abril reflejaba severidad, y no había ningún rastro festivo en el, guardó silencio. Con dudas, introdujo la cabeza en el interior de la habitación cuatrocientos quince, y percibió cómo el ambiente era completamente dispar al habitual.

—¿Ha pasado algo?

—¿Dónde está Eric? —de un salto, tras comprobar que junto a Ceballos solo se encontraban Pedri, Javi y Pau, Vega se irguió de la cama.

—Se ha cruzado con Lena en el jardín; y Romeo ha vuelto al ataque —se carcajeó el canario, al recordar cómo su amigo los había dejado plantados por ir detrás de la baloncestista.

Sin proporcionar una explicación a los futbolistas, Vega los hizo a un lado y abandonó apurada la habitación que, desde esa mañana, solo compartía con Abril.

—¿Qué ha pasado? —intervino Pau, en aquella ocasión, esperando obtener una respuesta por parte de la andaluza.

—¿Y si posponemos la timba de póker para otro día y la sustituimos por una tarde de charla?

La incertidumbre no tardó en asediar a los deportistas; y, con decenas de preguntas martillenado su subconsciente, se introdujeron en la habitación ansiando obtener respuestas al extraño comportamiento de la gallega.

—Oye, rubia, ¿ha pasado algo?

"Ha pasado demasiado en muy poco tiempo", pensó Abril para sí misma antes de invitar a sus amigos —aquellos con los que compartía, más bien, pocas cosas en común, pero que habían logrado calar hondo en su vida— a sentarse sobre las camas para poder explicarles la disputa que esa misma mañana había tenido lugar entre Lena y Vega.

—¿Qué juegan en ligas diferentes? —totalmente en shock tras la narración de la andaluza, Ceballos se pronunció. La Lena con la que había tenido el placer de entablar conversación durante la última semana en nada se asemejaba a la Lena de la que Abril había hablado durante los últimos diez minutos.

—¿Sinceramente? Un comportamiento así me los esperaba de cualquier persona menos de ella —espetó Puado.

—Supongo que las apariencias engañan —declaró Abril. La decepción por el comportamiento de su amiga aún perduraba—. A veces, ni el malo es tan malo, ni el bueno es tan bueno.

Hacía casi diez horas, la andaluza había descubierto que detrás de la máscara angelical de Lena, y oculta bajo una fachada de chica buena que jamás clavaría un puñal lleno de críticas y menosprecio a otra persona, había una joven soberbia y que cargaba una mochila de superioridad y maldad.

—¿A dónde vas, Torres? —el alarido de los resortes del colchón que habían hecho desvanecer el silencio que los había abrazado, logró poner alerta a los miembros del grupo. Pedri, con curiosidad, optó por pronunciarse en nombre de todos.

—A buscar a Eric.

—A buscar a Vega, más bien —mencionó Abril en un murmuro que no logró pasar desapercibido y que desencadenó las miradas inquisidoras de los futbolistas—. Me contó lo de anoche.

Para Daniel y para Javi, aquel par de comentarios pronunciados por la jugadora de baloncesto no tenían ningún significado; el no haber formado parte de la Eurocopa los había mantenido al margen del vínculo que se había creado entre Pau y Vega. Pedri, sin embargo, comprendió las palabras de Abril; aunque desconocía qué había pasado la noche anterior.

𝑻𝒐𝒌𝒊𝒐 // Pᴀᴜ TᴏʀʀᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora