Capítulo 1º. Escóndete mientras puedas.

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Corea del sur, 2004

Las cosas habían estado mas aburridas de lo normal. Nada me divertía, ya no podía estar matando gente cuanto quería por que mi madre lo odiaba. Ella siempre era la persona que me controlaba y controlaba a mi padre. Siempre hacia todo por mantenernos a salvo de nosotros mismos. No se como mi madre se enamoro de él, la verdad es que mi padre es una completa mierda de persona, pero debo admitir que, con mi madre, es alguien totalmente diferente y eso me alegra.

Mire a mi hermano que estaba en el sofá jugando con sus carritos, aun tenia 5 años. Se veía muy horrible haciendo eso, lo intente de convencer a enseñarlo a usar un a metralleta. Pero el muy cínico me dijo loca, y tonta, todo por que mi madre lo crio a su modo. Ni siquiera pudo encontrar un insulto mejor que ese, no sé, tal vez... Perra loca, maldita puta, pinche idiota o que se yo, no lo se. Algo que hiriera más si no va a lastimar con una navaja rusa. Pero la verdad, es que la menos uno de los dos debe tener una vida normal.

Sali de casa, revise mi reloj que marcaba las 12 en punto. Mire a los lados para mirar si había alguien ahí, nada. Caminé hacia el lado izquierdo y me escabullí entre los callejones como una rata buscando a su presa. Escuche un ruido de dolor en una de las calles principales. Me asomé, mostrando solo un ojo para que no me vieran, fue ahí cuando vi a un hombre de traje bastante apuesto dándole electrochoques con una de esas maquinitas de mierda. El hombre lanzo unos dados y al parecer gano. El sonrió y comenzó a besar el billete de 1000 wones que le dio el otro hombre de traje. Comenzaron a hablar y note que le dio una tarjeta roja, el hombre de traje se largo del lugar y me acerque rápidamente.

—Oye tú, dame la tarjeta que te dio ese tipo —introduje mis manos en mis bolsillos.

—¿Por qué debería dártelo?, lárgate de aquí mujer si no quieres que te golpee —dice el hombre guardando el poco dinero que le dio.

—¿Acaso no sabes quien soy? —el hombre me miro como una loca, y lo pensé mejor. Soy una mujer de negocios, aunque también de la violencia, pero en este momento estoy algo cansada —Te dare 10,000 wones si me das la tarjeta —saqué el billete y se lo ofrecí.

El lo miro sorprendido y sonrió como desquiciado. El tomo el dinero y me aventó la tarjeta, para después salir corriendo.

Veamos de que se trata esto, seria divertido si es alguna clase de apuesta o juego.

Marque el numero en mi teléfono, lo pegue a mi oído y comenzó a sonar. Hasta que alguien contesto.

—Quiero hacer lo que sea que hacen.

—¿Desea jugar? —la voz de un sexi hombre suena del otro lado.

—¿Con usted?, claro que si y no me cansaría —me rio por lo bajo.

—Señorita, hablo de participar en el juego.

—Si, claro, estoy interesada en es mierda —comencé a caminar.

—Bien, indíqueme su nombre y fecha de nacimiento.

—Soy Chiara, nacida el 27 de junio de 1985.

—Gracias por participar en este juego.

Y con eso me colgó, dejándome como estúpida. Pero minutos después un mensaje sonó en mi teléfono, indicando una dirección. Fui hasta el lugar y mire a todos lados, una camioneta negra se estaciono frente a mí, y 4 tipos me subieron a ella.

Me desperté y miré que un tipo me estaba colocando en el suelo. Iba vestido de rojo, con una puta forma en la máscara, un triángulo. Me levante inmediatamente y le di un golpee, el tipo cayo y le quite el arma. Observe que había un hombre de marcara negra y complemente vestido de negro con un chaleco largo. Él se veía diferente a los demás, se veía como un...

—Líder, ¿la matamos? —dice otro triangulito.

Le apunte al líder, que llamaban. El me miro, ni siquiera podía ver sus ojos, pero sabia que me estaban mirando con cuidado. Tenía puesta un uniforme rojo puesto, con un numero en mi pecho.

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Mire al tipo de negro y a los de rojo a su lado. Mi respiración estaba desbordada. Todos me miraban.

—Llévenla a mi oficina —ordeno el líder.

Él se fue, dejándome con los triangulitos. Ellos me tomaron de los brazos e intentaron llevarme. Golpee al de la izquierda con mi cabeza y callo al suelo quejándose. Le quite el arma al de la derecha y le dispare en la pierna. El otro me tomo del cuello para calmarme y le dispare en el brazo. No quería matarlos, solo lastimarlos. Otros llegaron y solté un bufido. Apunte y dispare.

Me tiraron enfrente del escritorio del líder. Estaba llena de sangre, mi uniforme rojo se había teñido aun mas de rojo. Lo poco blanco que mantenía, había desaparecido.

—Upss —dije sin expresión alguna.

El me miro, y me ayudo a levantarme

—No necesito tu ayuda mascarita —dije soltando su mano.

El oprimió su mano cuando lo solté y se sentó detrás de su escritorio. Yo me senté encima de él, del otro lado.

—Y, dime líder. ¿Qué quieres?, solo vine a jugar, no a verte —sonreí.

—Solo quiero que sepas que no dejare que te lastimen, si algo no te parece puedes decírmelo. Si quieres algo, lo que sea, yo te lo daré —su voz es completamente seria.

—Uhhh, al parecer poseo trato especial. Por que no veo nadie mas que yo —él no se inmuto —De acuerdo —revire los ojos.

—Siga al soldado. Y vaya a su lugar correspondiente.

Llegamos a una habitación con lo que parecían ser celdas flotando. Obviamente no estaban flotando, peor lo parecían. Todas estaban ocupadas, el hombre me llevo a uno que estaba sola. Todas eran compartidas, excepto la mía. Entro y se cerro enfrente de mi cara. El soldado se quedo enfrente mi puerta, como si me cuidara. Me recosté en la cama matrimonial que había ahí. Me quede dormida.

El juego del calamarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora