Capítulo 13º Origen.

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Chiara, 5 años.

—¿Comprendes que tu padre murió?

—Si, lo comprendo —hable claramente, mientras veía como se llevaban el cadáver de mi padre.

—Bien, eres una muy buena niña —acaricia mi cabello.

Quito su mano y la veo a los ojos.

—Ahórratelo, no necesito consolación —solté su mano y subí al auto.

Estaba consciente de todo lo que había sucedido. Mi madre había sido asesinada cuando yo tenía 1 años, y ahora mi padre. No era el mejor padre, pero al menos se esforzaba por serlo.

Llegamos a una casa bastante grande, más grande que la mía. Mi cara fría y seria, hacia que las amas de llaves y las de limpieza me miraran raro. Llegamos hasta la oficina del hombre aquel, al que mi padre le tenía tanta confianza.

—Chiara, estas aquí —dice sonriendo.

—Ese no es mi nombre —exprese una sensación fría.

—Bueno, a partir de ahora, sí. Ese será tu nuevo nombre, así que espero y te guste y si no, no me importa —él se levantó y me miro —Carajo, tienes solo 5 años y te ves más fría que el hielo.

—Lo sé, fui criada con ese motivo. Al menos sé que si funciono de algo...

Todos me miraban, me sentía como si fuera alguien importante. Hace mucho tiempo que había perdido el temor hacia muchas personas mirándome. Sabía que, a partir de ahora, las cosas cambiarían radicalmente y tendría que acostumbrarme a ella, lo quisiese o no.



Chiara, 7 años.

—Te he dicho muchas veces que no descuides tus hombros —mi padre me toma de los hombros y me tira al suelo, dándome una patada en las costillas.

—Y yo te he dicho que tengas cuidado con los pies —golpee ambos pies y el callo al suelo en un golpe seco.

Él se comenzó a carcajear mientras estaba tirado en el suelo, a lado de mí. Ambos mirábamos el techo del gimnasio que teníamos en casa, como material de entrenamiento.

—Debes ser fuerte —su respiración es calmado —¿Lo sabes? —yo asentí y él sonrió.

Sabia que, aunque no fuera su verdadera hija, comenzaba a sentir como si el de verdad me quisiera. No sabia como era querer a alguien en realidad, mi papa también me crio para que me protegiera y protegiera a otros. Solo que estaba vez, mi entrenador había cambiado con su relevo, para jamás volver.

—Hermano —incline un poco mi cabeza hacia abajo en forma de saludo. Mi hermano mayor, bueno, ni siquiera era mi hermano, pero tenia que llamarlo así. Al menos eso decía mi nuevo padre.

Él ni siquiera me miro, pero sabía que no podía decirle algo. Aunque le decía hermano mayor, solo era mayor que yo por unos cuantos años, pero, la verdad es que, a su corta edad, si intimidaba. Tan solo tenía 10 años y era un amargado de primera.

Mi nueva madre se la pasaba detrás de el todo el tiempo. Siempre quería hacerlo que el sonriera o fuera dulce al menos unos segundos. Pero eso no funcionaba con él.

—Chiara —madre me llamo —Ven a tomarte una foto con tu hermano —me mostro la cámara con una sonrisa.

Yo no dije nada, me limite a caminar hacia ella. Estaba entrando hacia que estaba muy sudada y tenía vendadas las manos. Mi hermano se paró a lado mío, aunque era mayor que yo, mediamos lo mismo que yo.

—Sonrían a la cámara niños —ella sonríe y ninguno de los dos lo hace —Bueno, ya es mucho avance que se hayan tomado una foto juntos.

Ambos nos separamos y cada uno se fue por su camino.



Chiara, 8 años.

—¡¿Quién carajos te crees que eres?! —le grite a mi hermano mayor.

Madre acaba de tener a nuestro hermano menor. Así que la atención que antes teníamos se había esfumado por completo.

—Tal vez si no fueras una estúpida, te darías cuenta de que él no te conviene —dice serio como siempre.

—No creo que eso sea de tu incumbencia —sonreí y le saque la lengua. Un insulto para una niña a un niño de 11 años.

Durante muchos años nos llevamos mal, hasta llegamos a golpearnos. Siempre eran regaños hacia ambos.

—¿Cuántas veces les he dicho que se deben llevar bien?, son hermanos ahora, así que sopórtense —madre era la que controlaba el área, padre solo se reía.



Chiara, 16 años.

—Mierda, ¿Por qué tienes que seguir con lo mismo? —dije molesta —Te he dicho desde que tengo 8, es mi problema con quien me enrollo o no, a quien me coja es mi responsabilidad —el parecía bastante molesto, apretó sus puños a su lado y me miro frio.

—Me molesto —se acerca mas a mi —Porque siempre fuiste mía, y serás mía —mi expresión cambia a completa confusión.

Me toma de la cintura y me acorrala entre la pared y el.

—Jason, basta —dije en una orden.

—¿Por qué?, ¿me golpearas? —dice soltando una sonrisa coqueta.

Mi falda es perfecta para este momento, ya que el acaricia mis piernas y va subiendo su mano, escabulléndose entre mis piernas.

—¿Qué?, ¿no se supone que ahora me debes de besar? —sonreí mordiéndome el labio.

Esta era la única manera en la que podría deshacerme de él. Estábamos en su habitación, ya que de verdad quería golpearlo antes. Tomo mis piernas e hizo que abrazara sus caderas con ellas. Me beso tan calientemente, que de verdad me había mojado, después de todo, hermanos, hermanos, no éramos.

El juego del calamarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora