Capítulo 16° No importa la razón.

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       —Bien, como sea. Si no deseas decirme quien eres, no es mi problema. Si no te importa, tengo que irme a trabajar —me levante de la cama y el me solo me siguió con la mirada.

Sentí un escalofrió cruzar mi cuerpo y Sali de aquel lugar raro. Mire, y estábamos en un motel de mala muerte.

       —¿En serio?, ¿no podías conseguir un mejor lugar?, señor millonario —revire los ojos y sali.

El único plan que tenía era caminar hacia donde se veía la ciudad. Ya que si, estaba retirada.

       —No creo que pienses que caminaras todo eso —mira el camino hasta la ciudad.

       —Bueno, no tengo otra opción. Ya que un psicópata me secuestro y me trajo a un motel en medio de la nada y lejos de la ciudad.

Me tira las llaves de su auto, al menos eso es lo quiero creer.

       —Llévatelo, no quiero que camines por ahí sola.

No digo ni una palabra y salgo. Después de todo es su culpa, ¿Quién se cree como para secuestrarme?, ¿esperaba algo así como un hermoso reencuentro?

Llegue al departamento de policías e inmediatamente mi jefe se acercó a mí.

       —¿Estas bien? —su cara mostraba preocupación y mi todo mi cuerpo.

       —Si, ¿sucedió algo? —pregunte confundida.

       —Pensamos que te habían matado, después de ir a la casa del distribuidor. No volvieron, me preocupe mucho cuando solo encontramos a tu compañero sangrando en un de los callejones del otro lado de la ciudad. Lo habían golpeado y le había disparado dos veces. Es un milagro que sobreviviera, pues había estado desangrándose durante unas 5 horas antes de encontrarlo —su cara se veía cansada.

       —Solo me secuestraron...

       —¡¿Solo?!

       —Si, no es la gran cosa jefe. Lo bueno es que estoy aquí ahora, ya no se preocupe que se le va a bajar la presión y se va a morir —le di unas palmadas en el brazo.

       —Deberás contigo niña, a veces tengo ganas de matarte por que nunca te tomas en serio las cosas que te suceden. Actúas como si tu vida no te importara —soltó una pequeña risa.

Mi cara fue de miedo y sorpresa. ¿De verdad lo mostraba?, si quería morir, pero no ahora y no así. Rápidamente borré mi expresión y yo también me reí un poco.

Me senté a lado de la camilla. Su rostro estaba golpeado y las vendas alrededor de su pierna y pecho tenían sangre. Lo siento, Jun jeon.

Me acomode en la silla y me quede dormida. No había dormido mucho las noches pasadas, y estaba demasiado cansada. Las cosas se habían vuelto más difíciles y confusas. Se que debo hacer algo para deshacerme de él, pero el problema es que no quiero hacerlo. Recuerdo que el me cuidaba demasiado, más que mi propia madre lo hice alguna vez y mi segunda madre también. Solo los hombres me han querido y aun no lo comprendo. ¿Sera por que mi padre fue el que me crio?, tal vez es más fácil llevarme con los hombres por haberme criado con mi padre, me acostumbre a sus modos.

       Él se acerca a mí, alguien que no conozco. Nunca lo había visto en mi vida.

       —Lo siento, pero solo estorbas para lo que voy a hacer su voz, suena fría y sin sentimientos. Es como si, como si se burlara de mí.

       De verme tan indefensa e insegura, al verme llena de sangre por las heridas en mi piel. Lo único que puedo hacer es arrastrarme y mirarlo. Las lágrimas comienzan a brotar como si, todo se hubiera acabado. El me voltea y me pega al suelo con su mano en mi cuello. El aire me hace falta y no puedo hacer nada, me siento débil. Me siento inútil, y mi vida, se va apagando.

 Despierto desesperadamente, tomando bocanadas de aire como si no hubiera respirado antes. Jun jeon me mira asustado.

       —Lo siento —digo tratando de calmarme.

No entendía por que había llorado por esa persona. Tampoco la reconocía, ni siquiera al que estaba intentando ahorcarme.

       —¿Estas bien?, estabas llorando hace un momento —suena preocupado.

       —Si, estoy perfectamente. No pasa nada —miro a todas partes, vuelvo mi mirada a el —¿Cómo estas tu? —me levanto de inmediato y lo tomo de su frente, anoche tenía fiebre.

       —Estoy bien —me sonríe al ver mis ojos tan cerca de él.

       —Lo siento de nuevo —me alejo rápidamente.

       —Está bien Chiara, no tienes que disculparte cada vez que me miras —rueda lo ojos y me mira de nuevo.

       —De acuerdo, no era mi intención incomodarte. Me preocupaste demasiado, y quería saber como estabas, tenia miedo de que te sucediera algo. Se que casi no nos conocemos, pero, me preocupas.

       —Chiara —volteo a verlo a los ojos —he intentado ser tu compañero durante dos años, me costo mucho, pero por fin lo logre.

       —¿Qué?, estas loco. Nadie quiere ser mi compañero, tengo muy mala suerte. Así que siempre dicen que se las pegare y les ira mal —me rio de ello, ya que es una estupidez.

El juego del calamarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora