Los ojos; una ventana hacia nuestra alma, nuestros pensamientos y a lo más profundo de nuestro ser. Una puerta impenetrable para algunos, para otros una ventana hacia la verdad, y eso es lo que son para mí, un cristal, que deja ver sinceridad de nuestras palabras, sentimientos o acciones.
Yo veo a través de esta cómo muchos lo hacen, pero desde niña poseo la facilidad de saber cuando me mienten o cuándo intentan ocultarme algún sentimiento, tan sólo con verlos a los ojos; miradas, mohines y evasiones son algunas de las acciones que emplean las personas de manera inconsciente al mentir.
He aprendido a ver más allá de la máscara que muestran, supongo que tras una vida (y por vida quiero decir niñez) llena de mentiras y engaños se aprende todo esto, sin embargo mi padre siempre dice que es un don, yo no lo creo, pienso que lo que hago es fruto de mucha observación y en especial experiencia con las mentiras.
Mi nombre es Emma, tengo 17 años y vivo con mi padre, Fernando Ocampo. Mi madre, nos abandonó cuando yo apenas tenía 3 meses de nacida, aunque él me hizo creer que estaba muerta durante toda mi niñez.
Tenía 14 años, recuerdo muy bien esa noche, estaba más oscuro de lo normal, esperaba en la sala de estar que mi padre regresara de su trabajo, una parte de mí siempre le he temido a la soledad, temía que algo le pasara, y por eso cada noche, así fuese como esta, fría y oscura le esperaba.
Miraba hacia la ventana casi vencida por el sueño, hasta que por fin escuché un auto que se acercaba, luego se detenía, un golpe seco al cerrar la puerta y el tintineo de las llaves para entrar, tras esto la puerta se abrió, me quedé mirándole, estaba triste, cualquiera lo hubiera notado, no sólo yo.
- ¿Qué tienes?
- Nada, demasiado trabajo eso es todo, vete a la cama.
- Estas triste por algo, yo lo sé, cuéntame, sabes que puedes confiar en mí. - en seguida me levanté y le di un tierno abrazo.
Nunca le había visto así, estaba totalmente derrumbado. Lo que dijo después me dejo atónita:
- Tu madre llamó
- ¿Qué?... - pensé que estaba delirando- papi sabes que los muertos no llaman.
- ¿Muertos?... - estaba como despistado por lo que dije, hasta que calló en la cuenta de algo. - Emma hay algo que no te he dicho... - Esperó una respuesta de mi parte pero no la hubo así que a regañadientes continuó - cariño espero puedas perdonarme..., pero te he mentido...
- ¿En qué me has mentido?- se quedó mudo y quieto, parecía una estatua, pero en sus ojos había mucho dolor.
- Tu madre no está muerta Emma.
Recuerdo que durante un momento creí odiarlo, pero sabía que antes de juzgar hay que escuchar toda la historia, me contó que mi madre me acusaba de haberle dañado su futuro y su carrera como modelo profesional, y tras escuchar esto mi odio instantáneamente pasó de mi padre, a mi madre.
¿Abandonarías a tu hija por esa, (a mi parecer) estúpida razón? , tal vez existiera otro motivo, pero fuera cual fuera la causa ahora sé que el que me haya abandonado no me perjudicó en absoluto, él siempre ha sido padre y madre a la vez y a decir vedad ha hecho un trabajo maravilloso. Soy juiciosa, nunca doy problemas, salvo una que otra tontada, también extrovertida, y hay que aceptarlo, en ciertas ocasiones rara. Sociable y colaboradora.
Michelle es mi mejor amiga. Me conoce mejor que nadie, me apoya y yo a ella cuando lo necesita, si necesitara desahogarme ella estaría para escucharme, nunca nos separamos.
Para mi papá es como su segunda hija, para mí, mi hermana escogida lo que me hace quererla aún más.
Estaba sentada en un pequeño sofá en mi habitación mirando hacia la ventana, escuché que la puerta se abría.
- Emma mañana debes madrugar ¿recuerdas?
- Claro, ya voy.
Mi papá siempre me trata como a una niña y entra cada noche a decir lo mismo. Era mediados de febrero y al día siguiente empezaban de nuevo las clases, tareas, profesores... sí, aburrimiento total.
El primer día de clase, generalmente en este día no se hace nada, tan sólo nos presentan a los profesores y estudiantes nuevos.
Entraba a décimo grado, faltaba un año para salir del instituto he ir a la universidad, y sabía que era hora de ponerse a pensar sobre el futuro, y yo no tenía ni idea de qué hacer, pero en ese momento no me importaba nada, solo disfrutar de cada segundo de mi vida. Después tendría tiempo para pensar en todo ese rollo. Así que decidí irme a acostar.
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EL SECRETO EN TUS OJOS
RomantizmEmma tiene 17 años, es una chica normal, excepto porque posee un don, aunque ella prefiere llamarlo "fruto de la observación y experiencia", ella ve la verdad en los ojos, y los sentimientos que ocultan, unas personas lo encubren mejor que otras, pe...