#2

131 20 15
                                    

Desde que terminó con su novio su vida se sentía diferente, quizá no debió ir a esa tonta fiesta porque estaba seguro que vivir engañado era mejor que sentirse insuficiente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desde que terminó con su novio su vida se sentía diferente, quizá no debió ir a esa tonta fiesta porque estaba seguro que vivir engañado era mejor que sentirse insuficiente.

Aquel castaño se sentía tan poca cosa desde hace un mes, y, es sorprendente ver como la vida da tantas vueltas en tan poco tiempo.

Asistir a la fiesta de cumpleaños del primo de su amigo fue una de las peores decisiones que pudo haber tomado. Su autoestima se había desplomado y sus inseguridades surgieron a flote, ahora mira al suelo cada que alguien le hablaba y aunque no hiciera nada malo él terminaba pidiendo perdón.

Odiaba sentir que no tenía valor; pero no podía levantar la mirada de la punta de sus zapatos cada que alguien más le dirija la palabra.

Se dedicó a limpiar las mesas de la cafetería en donde trabajaba para salir de sus pensamientos, pero al levantar la vista solo vio a una pareja tomada de la mano junto a la fuente; listos para tirar la moneda juntos.

El castaño los miró en todo momento, recordaba que de niño siempre había creído en la magia.

Que había una persona que te complementaría y que era la persona que el destino había escogido para ti, que las estrellas fugaces cumplían deseos y que el trébol de cuatro hojas era de la suerte en el amor.

Solo habían sido creencias de un muy ingenuo niño de cinco años. Uno que buscaba firmemente algo en que creer.

Las estrellas fugaces no eran más que la muerte de una estrella, no había una pareja destinada y mucho menos una simple planta de jardín podía proveer suerte a nadie.

Sólo se había engañado porque necesitaba creer que el mundo era un lugar feliz, como el de los cuentos que su madre le leía cuando estaba de buenas y su padre no estaba en la casa.

Cuando terminó de limpiar las mesas se colocó frente a la barra, y espero paciente a que algún cliente llegará, después de varios minutos en silencio decidió encender la radio para hacer más amena su espera.

Baladas románticas empezaron a llenar el lugar, fue tan grato estar a solas disfrutando de suaves acordes y dulces voces que no pudo darse cuenta de un par de ojos  externos al local que lo miraban con devoción.

Aquel par de ojos  pensaba que el castaño era simplemente una  obra de arte, con  rostro de ángel y una sonrisa hermosa,  se acercó unos cuantos metros al local con la intención de entrar sólo para escuchar la voz de aquel perfecto ser; sin embargo una idea mejor llegó a su  mente cuando logró escuchar el programa de radio que el castaño estaba escuchando.

El castaño seguía adentro, tarareando las melodías y acomodando los postres para que fueran más apetecibles a la vista de los futuros clientes.

Por primera vez en todo un mes una sonrisa genuina se plasmada en su rostro. No había necesidad de fingir, no había nadie viendo, sólo era él y el silencio de la cafetería de su amigo.

I Wish [Cravity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora