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Las manos de YoonGi pasaron de la pierna del menor hasta la mejilla de este. JiMin estaba quieto. Solo era un rose de labios, pero JiMin sentía como todo su cuerpo se quemaba.

Su respiración de entrecortó y su corazón comenzó a palpitar rápidamente. Sus ojos se cerraron con fuerza y sus manos se aferraron a la chamarra que satanás llevaba puesta.

YoonGi sonrió con delicadeza y se separó unos centímetros de los labios de JiMin, provocando que este abriera sus ojos y su mirada de conectara con la de satanás, la cual era oscura pero un pequeño brillo estaba en estos.

— ¿Ahora que sentiste?— Preguntó YoonGi con delicadeza.

JiMin llevó su mano hasta su pecho y sintió los latidos de su corazón.

— ¿P-Por qué me hiciste sentir así?— Preguntó JiMin en voz baja.

— Yo no hice nada. Solo junté nuestros labios, muñeco— Respondió dejando la mejilla de JiMin.

JiMin se enderezó y abrazó sus piernas, mientras apretaba sus labios con fuerza. Su cuerpo estaba caliente, pero no lo diría.

— Puedo escuchar tus latidos— Habló YoonGi— Son rápidos.

JiMin lo miró.

— Tu respiración esta muy entrecortada y se que en este momento tu cuerpo esta extraño.

JiMin se puso el gorro de su sudadera y ocultó su rostro.

— Tengo que irme, muñeco— Habló y al no obtener respuesta por parte de JiMin se levantó y se fue sigilosamente.

Cuando JiMin levantó su mirada hacía su lado, encontró el lugar vacío. Suspiró y se levantó, para tomar su mochila y salir de ese escondite. Miró a todos lados y después se fue hasta el paradero de buses.

Se subió a uno y se sentó al lado de la ventana, apoyó su cabeza en esta y cerró sus ojos, mientras llevaba sus dedos hasta sus labios y los acariciaba.

Aún podía sentir los fríos labios de satanás. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro, pero rápidamente se puso serio.

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Cuando llegó a su casa saludó a sus padres y subió hasta su habitación, para ponerse una ropa más cómoda.

— Que buen trasero tienes, muñeco— Se escuchó la voz de YoonGi, provocando que JiMin se sobresaltara y cayera sentado a la cama.

— ¿P-Por qué me estas viendo vestirme?— Preguntó JiMin, tapando sus piernas con su sudadera.

— Vine a verte y me llevé una hermosa vista, muñeco— Dijo caminando hasta la cama, donde se recostó y observó al menor— Adelante, tú sigue vistiéndote y actúa como si yo no estuviera.

JiMin bajó su cabeza avergonzado, y se puso su pantalón rápidamente. Se puso una playera azul marino y una sudadera negra.

Miró a YoonGi, este estaba observándolo con una sonrisa juguetona en su rostro, mientras jugaba con una manzana en mano.

— ¿Quieres?— Preguntó a JiMin, quien de inmediato negó— ¿Por qué?

— No quiero nada que venga de ti.

YoonGi llevó su mano hasta su pecho y fingió indignación.

— Me dueles, muñeco.

YoonGi solo rió y mordió la manzana roja.

— ¿Que creíste que tenía?

— Veneno.

— ¿Y por qué te daría una manzana envenenada?

— Porque quieres matarme.

YoonGi solo negó mientras reía.

— Si te mato ya no tendría con quien jugar, aunque de todas formas estarías en el infierno.

— No, yo no....

— ¿Crees que Dios te querría en el cielo por todo lo que haz hecho? Mentiste, besaste a un hombre y al mismo satanás. Tienes una mente perversa, ¿En serio crees que vas a ir al cielo?

JiMin frunció el ceño.

— Yo no tengo mente perversa. Tú haces que yo tenga esos malditos pensamientos.

YoonGi sonrió.

— Pero bien que te gustan.

— Eso es mentira.

— Claro que no, muñeco. Mejor di la verdad, mi muñeco pecador.

JiMin tomó una almohada y se la tiró a YoonGi, pero este tuvo sus reflejos mas rápidos y la tomó.

En un solo cerrar y abrir los ojos, JiMin ya estaba recostado en la cama con YoonGi encima de el.

— ¿Q-Que estas haciendo?— Preguntó JiMin.

— Lo que tú estas pensando.

 













































Amor de infierno ||Yoonmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora