Capítulo final

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Amortentia

2 años después

Sonrió.

Ella había vuelto.

Y seguía llevando ese collar.

Ay, pequeño girasol, espero hayas disfrutado tus pequeñas vacaciones... nos volveremos a ver, pensó mientras tomaba un trago de Whisky de fuego.

(...)

Solo le tomó un par de días averiguar las locaciones de sus antiguos amigos.

Todo estaba saliendo perfecto.

La volvería a tener en sus brazos

(...)

Draco maldijo internamente al llegar a la casa donde Blaise y Lia se estaban quedando y estaban alojando a Hemet.

¿Cómo se atrevían a querer separarlos?

Esos malditos le lavaron la cabeza, se dijo.

Abrió la puerta con varios hechizos y entró en silencio.

La casa estaba a oscuras, parecía deshabitada... Empezó a subir los escalones hasta el segundo piso. Vio una puerta al llegar. Se acercó y con varios hechizos logró abrirla.

Al hacerlo, se dio cuenta que este era el dormitorio de Blaise y Lia.

Bufó frustrado y alzó su varita. Sacó un frasquito y acercó su varita a la cabeza de Blaise que dormía plácidamente. Extrajo los recuerdos en donde el chico sabía todo el plan, los depositó en el frasquito y luego con un hechizo no verbal cambió sus recuerdos y borró de su memoria todo lo que Blaise no necesitaba saber.

Hizo lo mismo con Lia y guardo ambos frascos en su saco.

Ya después tendría tiempo para destruirlos.

Caminó por los pasillos revisando habitación por habitación.

Escuchó algunas pisadas lejanas

Sonrió al saber que esa persona era Hemet.

Su Hemet.

—Hemet, pequeño girasol... —canturreó sonriente—. No tiene caso que te escondas, amor, te voy a encontrar

Draco caminó a un paso no tan apresurado. Paso por la cocina, la biblioteca, la sala principal, y solo le faltaba el ático.

Tranquilamente ingresó a aquel oscuro lugar.

Empezó a revisar todo y cuando llegó a un viejo armario escuchó un sollozo.

Sonrió.

La había encontrado.

—No llores, bonita. No me gusta verte llorar.

Draco abrió el armario.

Hemet estaba ahí.

Estaba llorando, su cabello castaño estaba desordenado y estaba un poco sudado.

Pero para esos fríos y crueles ojos grises, ella seguía siendo hermosa. 

La vista del rubio se fijó en su cuello.

Ella seguía llevando el collar.

—Vamos a casa, girasol.

—No, no, no, por favor —lloró—. No diré nada, lo prometo. Por favor, no.

—Eres tan ingenua... Todo esto es tu culpa, linda.

Ella negó con la cabeza mientras seguía llorando.

—Gracias a ese collar pude encontrarte —comentó Draco—. Te dejé pasar vacaciones en Francia, ¿no es así, amor? ¿Acaso no fui generoso? —dijo con cinismo—. Y ni siquiera volviste. Te quedaste en Beauxbatons. ¿Porque rompes mi corazón de esa manera, Hemet? —dijo con falsa tristeza—. ¿No vez que te amo demasiado? ¿Qué te necesito a mi lado?

De uno de sus bolsillos sacó una jeringa y la aguja fue clavada en el hombro derecho de la chica. Hemet empezó a retorcerse, queriéndose liberar de quien le hizo tanto daño.

El fármaco empezó a hacer efectos, y en poco tiempo, cayó inconsciente

La cargó en brazos y desapareció.

En menos de un minuto ambos estaban en la mansión Malfoy.

Draco caminó por la mansión mientras llevaba en brazos a su amada. Subió las escaleras y llegó hasta su habitación. Recostó a la chica y la volvió a acariciar.

A regañadientes se alejó de ella.

Tenía que encargarse de Theodore Nott.

(...)

Hemet sintió como su cuerpo poco a poco dejaba de estar entumecido. Empezó a abrir los ojos y se dio cuenta que no estaba en la casa de sus amigos.

Intentó moverse peros sus piernas no respondían. Se sentía muy débil.

Estaba en una habitación muy oscura y elegante.

Eso le recordaba a alguien.

La puerta se abrió.

Su vista se dirigió a la puerta y todo su cuerpo se estremeció.

No podía ser cierto.

Ella había huido.

Se suponía que estaba a salvo.

—Hola, girasol... —Draco sonrió.

Amortentia | D.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora