Capítulo IV

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No me tientes

Hemet caminaba por los pasillos dando pequeños saltitos.

Hace dos días que había sido su cita con Draco.

Llevaba puesto su uniforme de Hufflepuff y en sus manos traía una pequeña planta. Pues hace unas semanas había empezado a cultivarla y parecía que por fin daría frutos. Estaba orgullosa y quería compartir su logro con el chico que amaba.

Caminaba completamente distraída, tanto, que no se dio cuenta que un chico caminaba en su misma dirección, claro, hasta que chocó con él.

—¡Oh, cuanto lo siento! —dijo apenada.

—No... No hay problema... —dijo el chico.

—¿Donde está mi planta? —pregunto Hemet mientras seguía sentada en el suelo.

—Ehm... —el chico extendió si brazo y rápidamente atrapó la maceta que estaba cayendo del cielo—. Aquí...

—Oh, gracias... Chico Slytherin —sonrió la castaña tomando la planta en sus manos mientras veía la corbata verde con plata que colgaba en el cuello del chico

—Theodore. Theodore Nott —se presentó con las mejillas sonrojadas. Se levantó del suelo y luego le extendió su mano a Hemet y la ayudó a levantarse.

—Gracias, Theodore.

—Dime Theo: Así me dicen mis amigos.

—Entiendo. Por cierto, ¿sabes donde...?

—Theo, amigo, te estaba buscando —dijo otra voz

Ambos voltearon y vieron a Blaise dirigirse a ambos.

—Hola, Hemet —la saludó y la chica le sonrió—. No sabía que tu y Theo se conocían...

—De hecho lo acabo de conocer...

—Oh, entiendo... —Blaise se fijó en como Theo agarraba la muñeca de Hemet. Las separó y antes de que la castaña preguntará por que lo hizo, habló—. Supongo que estas buscando a Draco —la chica asintió.

—¿A Malfoy? —preguntó Theo. Su ceño (que se encontraba fruncido porque Blaise separó su mano de la muñeca de la chica) se frunció más—. ¿Por que alguien como tú buscaría a alguien como él?

—Porque es mi novio —respondió la castaña.

—¡¿Como puedes ser novia de ese... ser humano?! —preguntó Theo enojado.

—Bien. Suficiente. Hemet, Draco está en su habitación, la contraseña es: La nobleza está en la pureza  —dijo Blaise.

Hemet asintió y se despidió. Ambos chicos vieron como se iba con su plantita en la mano y daba saltitos. 

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Theo al moreno.

—¿Hacer qué?

—¿Por qué separaste mi mano de su muñeca?

—Tú sabes por que... —dijo Blaise.

—No, no sé...

—¿Tú no aprendes verdad? Sabes como es Draco cuando tocan lo que le pertenece, y sobre todo tú, que ya lo has enfrentado.

—Hemet no es un objeto, además, yo no...

—No te hagas el idiota. No sé quien de los dos está babeando más por Hemet. Theo, como tu amigo, y amigo de Draco, te aconsejo que mantengas tu distancia con ella. Él tiene ojos y oídos en todos lados. Y él no es un idiota. Sabe que te interesa.

—Tú no dirás nada, ¿verdad? —preguntó el castaño.

El moreno negó con la cabeza.

—Bien.

(...)

Draco revisó la nota que Crabbe le había traído.

Siempre mantenía vigilada a Hemet.

Siempre.

Arrugó la nota en su puño.

Maldito Nott.

Nunca se llevó bien con el chico.

Cuando eran niños, obligatoriamente, el castaño iba a la mansión. Siempre agarraba los juguetes de Draco. Parecía que le gustaba molestarlo. Ambos eran rivales. Blaise siempre fue su punto del medio. Parecía que el moreno podía llevarse bien con todo el mundo.

Su ira hacía el castaño incrementó cuando a finales del tercer año descubrió que el chico estaba interesado en Hemet.

No iba a arruinar sus planes.

Él la vio primero, de eso estaba seguro.

Y ahora que por fin tenía a Hemet a su lado, no iba a dejar que se la quiten.

La puerta de su habitación sonó.

—Draco, ¿estás ahí? —preguntó una dulce voz.

—Pasa —se limitó a decir escondiendo la nota en su bolsillo.

—Hola, cielo, mira —le enseñó su plantita—. La cultive hace unas semanas, ya está floreciendo —dijo sonriendo.

—¿Qué hacías hablando con Nott? —preguntó directamente.

—¿Theo?

—Sí.

—Ehm... pues me choqué con él en el pasillo...

—Así que te empujó... Ahorita me va a escuchar, me tiene harto...

—No, no... fue accidental. Luego Blaise apareció y me dijo la contraseña para entrar.

La expresión de Draco se suavizó.

—Entiendo, cariño. ¿Qué decías? —acarició con suavidad la mejilla.

Hemet parpadeó sorprendida por su cambio de actitud tan repentino, y aunque quiso molestarse por como le habló de esa manera, algo dentro de ella se lo impidió.

—Ehm... Bueno, como te decía... Estuve cultivando esta planta hace unas semanas y ya está floreciendo —sonrió.

—Me alegro, amor —dijo y besó su frente haciendo que la chica se sonroje—. ¿Qué planta es?

—Una azucena.

(...)

Theo se encontraba terminando un trabajo en la biblioteca.

Escuchó unos pasos pero no le dio importancia. Vio como alguien se paraba frente a él, así que levantó la cabeza.

Al momento de hacerlo, la mano de la persona agarró su cuello con fuerza y lo estampó contra un estante.

Pudo ver claramente que esa persona era Draco Malfoy.

—Mira, idiota, si te veo a menos de tres metros de ella lo vas a lamentar —le advirtió apretando los dientes.

—¿De quien...? —intentó preguntar.

—Sabes de quien hablo. Me tienes harto. No te soporto. No vas a arruinar mis planes. Ella es mía. Me pertenece. 

—Hemet no es un objeto, Malfoy.

—Advertido estás, Nott. Te veo respirar cerca de ella y no tienes idea de lo que seré capaz. No creas que no me he dado cuenta como la miras —apretó más su cuello.

—Yo puedo acercarme a quien quiera si me da la gana —dijo como pudo.

Draco lo empezó a ahorcar más.

—No me tientes, Nott. Te quiero lejos de ella hoy y siempre. Y creeme que si no te alejas me voy a enterar —lo amenazó por última vez y por fin soltó su cuello.

Theo empezó a toser mientras recuperaba el aire.

—Bastardo...

Draco se fue, no sin antes darle una mirada de advertencia al chico.

—Me importa un carajo si te molesta. Eso lo hace incluso más divertido —sonrió.

Amortentia | D.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora