Capítulo 12- La única opción

176 12 0
                                    

                “La nobleza exige compromiso. Le debemos todo lo que tenemos, incluso nuestra propia vida, a nuestra tierra y a nuestra gente.” Eamon Guerrin, arl de Risco Rojo.

              

            El tiempo corría en nuestra contra, no sabíamos cuanto podría aguantar el pequeño Connor la presencia del demonio en su cuerpo. Era evidente que su muerte no le beneficiaba en absoluto, pero el peligro era real y una rebelión a destiempo del muchacho contra su molesto visitante podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Morrigan y Jowan nos mostraron las opciones que teníamos.

             La más rápida era, evidentemente, matar a Connor y cortar así el vínculo con el demonio. No estuve dispuesta a aceptarla bajo ningún concepto, pues eso supondría seguramente el enfado de aquel ser y, con ello, la muerte casi segura de Eamon, ya que el muchacho, en su desesperación, había tomado una decisión extrema. Debíamos matar al demonio sin que el niño sufriera daños y para ello contábamos con más opciones menos traumáticas que la del filo de una daga, aunque menos sencillas y con un componente de riesgo más alto si es que eso era posible. Jowan confesó la razón por la cual estaba proscrito por el Círculo. En un momento desesperado, había usado magia de sangre. Se llamó necio a sí mismo varias veces, pues una sola gota de sangre le hizo perderlo todo: a su amada, su vida y su esperanza. Las falsas promesas de Loghain sobre un mundo mejor para los magos le llevaron a donde estaba. Con un sacrificio humano se podría llevar a cabo un ritual para entrar en el Velo y matar allí al demonio sin que Connor sufriera daño alguno. Jowan se prestó voluntario a llevarlo a cabo, pero para ello necesitaba la sangre de alguien. Isolda estaba dispuesta a dar hasta la última gota de la suya por su hijo, pero ni Alistair, ni Leliana ni yo aprobábamos esa solución. Para Morrigan, la magia era magia y si obedecía a nuestro propósito daba igual su origen, para mí, sin embargo, no era tan sencillo. El fin no justifica los medios, si el camino no se hace con rectitud, el destino no será el que buscamos. La discusión se iba acalorando y habíamos llegado a un punto muerto, cuando Teagan nos recordó la cercanía de la Torre del Círculo.

            - Quizás ellos puedan ayudar a mi sobrino sin derramar más sangre de la que ya se ha derramado- sugirió con una envenenada mirada a Jowan.

            - Teagan tiene razón, el Círculo de hechiceros está al otro lado del lago Calenhad, si nos damos prisa podemos estar ahí en un par de días como mucho. ¿El chico aguantará? – preguntó Alistair.

              - El demonio no renunciará a él fácilmente pero tiene que tratar de aplacar sus sentimientos o el muchacho se volverá a rebelar. Eso nos da un poco de tiempo. Con varios magos y la cantidad adecuada de lirio podríamos enviar a alguien al Velo para que mate al demonio, liberando con ello a Connor de su yugo. Yo no puedo volver al Círculo pero haré todo lo posible por enmendar mi error y, si el arl logra salir del trance, asumiré mi culpa y aceptaré el castigo que se me imponga, aunque ello suponga la muerte. No me queda nada, dejadme que pueda ayudar al muchacho.

                Los sentimientos que me provocaba el mago eran bastante contradictorios. Era obvio que había tomado la salida del cobarde y que se había vuelto contra él. ¿Perder a su amada? Justo castigo por su necedad, pero el dolor y el sufrimiento nos puede llevar a situaciones desesperadas. El amor, ese vínculo terrible sin el que no podríamos vivir. Intenté centrarme en nuestra misión para evitar recordar mi propia pérdida.

                - ¿Risco Rojo corre aun peligro? – interrogué.

         - Es muy improbable que se puedan repetir los ataques. La fortaleza de Connor está mermando la del demonio. Aun así, creo que deberíamos estar preparados.

CouslandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora