Capítulo 15- Perdida en sueños

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              “El miedo a la magia nace de su incomprensión.” Wynne, maga del Círculo de Hechiceros de Ferelden.

 

            Duncan me esperaba con rostro sonriente, junto a mi hermano Fergus. El patio de la fortaleza de Weisshaupt estaba engalanado y la colosal torre se erguía, recortada sobre el sol de la tarde. Corrí hacia Fergus y lo abracé con fuerza. Me sentí de nuevo en casa.

                - ¡Vas a espachurrarme!

                - Te daba por muerto y a Duncan también.

          - Logré escapar con vida, muchacha, pero cuando quise reunirme con vosotros no os encontré. En su lugar, pude contactar con tu hermano.

                - ¿Y Alistair? ¿Y mi pequeño Raziel? ¡Tengo ganas de abrazarlos!

                - Luego se reunirán con nosotros.

              Me sentía tan feliz que hubiera cantado y reído en aquel mismo momento. Un embriagador olor salía de la cocinas y tomaba el patio, inundándolo todo con su deliciosidad. La sonrisa de Fergus era radiante y la mía seguramente le iba a la zaga. Hubiera deseado que el tiempo se detuviera, solo faltaba Alistair para que aquello fuera perfecto. Alistair… Habíamos vivido tanto juntos… ¿Por qué apenas recordaba nada de eso? Era como si mi cabeza hubiera querido borrarlo.  Algo no terminaba de encajarme y una extraña ansiedad me punzaba el pecho.

                - ¡Pero tenemos cosas que hacer, debemos detener la Ruina, ayudar a Connor, salvar el Círculo y reunir a los ejércitos, no hay tiempo para celebraciones ni reencuentros!

                - Estás en Weisshaupt, ¿no lo recuerdas? Venciste a la Ruina, vengaste la muerte de tus padres y se ha hecho justicia. Pináculo vuelve a pertenecer a tu familia, a tu hermano, el cual ha querido estar con nosotros. ¡Eres una heroína para todos, joven Cousland!  

                - No… No lo recuerdo… ¿Dónde están los demás? – insistí.

                - Ya te he dicho que nos reuniremos con ellos más tarde. Ni otra Ruina separaría a Alistair de su querida Sylvia, pero Ferelden quiere festejar la victoria junto a su heroína. No deberías privarles de ese placer.

                - Yo no soy ninguna heroína… - dije con pesar.

            - Hermana, no deberías comportarte así con Duncan, ha hecho mucho por nosotros y por estar aquí. – me recriminó Fergus, agarrando suavemente mi brazo. El tacto de su mano era frío y las manos de mi querido hermano siempre habían sido cálidas.

                - ¡Suéltame! ¡Tú no eres mi hermano! ¡Y Duncan está muerto!- desenvainé mi espada, casi sin pensar, movida por el miedo.

                - ¡Estúpida mortal! – gritó el falso Duncan con una voz que nada tenía que ver con la suya, siempre agradable y pausada- Te he dado todo lo que deseas y aun así, osas plantarme cara. Puedo ver tu corazón: disfrazas tu orgullo de rectitud, pides justicia cuando en realidad clamas venganza. ¿Por qué ocultas ese lado oscuro? ¿Para ser admirada y amada? ¿Acaso no te gustaría ser esa heroína en la que todos se quieren reflejar?

                - Para ser respetada debes conducirte sabiamente y eso lleva por delante un gran camino. Tengo innumerables defectos, pero siempre me esfuerzo por ser mejor cada día. Soy una Cousland y llevo el lema de mi familia siempre presente. Ofréceme lo que quieras, no lo necesito porque no es real y nunca lo será.

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