"Ella se crió en la esclavitud, en una tierra extranjera. Andraste escapó y emprendió sola el camino de regreso a casa. Cada día, clamaba a los Dioses que la ayudaran a liberar a aquellos que sufrían en Tevinter. Los falsos dioses no la escucharon. Hasta que su voz llegó a oídos del Verdadero." Sermones de la Divina Justinia II
Recordé las palabras del hermano Genitivi y los trucos para mantener alejados a los curiosos y a los sacrílegos. En realidad, esperaba una colección de artilugios enanos, concebidos como complicados resortes y rompecabezas pero allí había algo más, magia bastante poderosa, como nos refirió enseguida Morrigan. Una sencilla puerta y nada más, nos separaba de una gran sala con estatuas a los lados, cuatro en total. Leliana la examinó con cuidado. Cuando se acercó a una de ellas, le habló, con una extraña voz que parecía provenir de un oscuro lugar entre los sueños y el vacío. Era la estatua de un elfo, armado de forma humilde, pero de aspecto valiente.- Shartan... - susurró Leliana.
- Ni huésped ni extraño sería. Este lugar me pertenece a mí y yo a él. ¿De qué hablo? – dijo la estatua, sin moverse ni un milímetro.
- Es un acertijo. Los espíritus de las personas que acompañaron a Andraste velan sus restos y nos ponen a prueba. Este lugar me pertenece y yo a él... ¿Alguna idea?
- El hogar.- dije con la nostalgia clavada en mi voz. – Ese único lugar en el que nos sentimos seguros...
- Quise dar un hogar a mi pueblo, un sitio al que llamar suyo y que dejaran de padecer bajo el yugo de otros. Podéis continuar, si sois dignos.
Una sutil nube de magia se disipó hacia la puerta del fondo. Alistair parecía distraído y reparó en la figura de un hombre de rostro autoritario.
- Es Maferath.- dijo.
La estatua reaccionó a su nombre.
- Un veneno del alma, la contrapartida cruel de la pasión. Se nutre de amor hasta que por amor muere. ¿A que me estoy refiriendo?
Leliana estaba pensativa, como si un dardo de amargura hubiera atravesado su corazón.
- Maferath traicionó a Andraste por celos... La traición nos cambia para siempre. Lo sabes bien, amiga mía. – me miró con una triste sonrisa en sus labios.- Los celos te destruyen.
- Por celos traicioné a la persona que más amaba de este mundo. No tengo excusa para ello pero, ¿quién podría competir con un Dios?
La escena se repitió con la estatua de Maferath. Solo quedaban dos más, ambas tenían aspecto de religiosos, pero sus figuras no podían ser más diferentes. Según la leyenda, el Arconte Hessarian, dio muerte a Andraste antes de que sucumbiera a las llamas. Me acerqué a la estatua que parecía de más alta posición. Nos habló.
- Ella empuña la espada rota y separa a los verdaderos reyes de los tiranos. ¿A qué se refieren mis palabras?
- La misericordia. Si la hubiera tenido ahora no tendría la oportunidad de luchar. – Sten resolvió la pregunta casi sin pestañear, sin inmutar su rostro.
Había algo de amargura en su voz, pero algo me decía que estaba tal donde deseaba estar.
- Yo di muerte a Andraste antes de que las llamas consumieran su cuerpo. Me apiadé de ella y volvería a hacerlo. – sentenció el fantasma antes de volatilizarse.
ESTÁS LEYENDO
Cousland
FanfictionLa llaman Heroína de Ferelden pero más allá de la leyenda está la mujer, la hija, la Guarda, la guerrera... Ésta es la historia de Lady Cousland, una historia de valor, honor y sacrificio en la convulsa Era del Dragón.