Nuevos compromisos

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El nivel dos las cosas se tornaban oscuras, cada jugador se preparó para este momento, algunos incluso desde edades muy tempranas y estaban dispuestos a pelear para seguir con vida, todos con un motivo diferente.

Cada jugador tenía un porqué a su personalidad y digamos que Yoongi había perdido su cordura hacía mucho tiempo por ese porqué. La obsesión traía consigo consecuencias y el rubio las vivió, no solo un ligero momento, sino que el juego se encargó de dejarle secuelas de las cuales no se libraría fácilmente, demostrando una vez más lo que sucedería si alguno de ellos osaba desafiarlo.

Yoongi pensó que estaba listo, que todo los premios que ganó en sus misiones le asegurarían una victoria segura, pero no fue hasta la misión N°1890 que fue descubierto y pagó las consecuencias por romper las reglas de la ruleta. La presión dentro de la cárcel fue más de lo que imaginó, lo torturaron dos semanas de las cuales Yoongi nunca explicó con detalles, ni al mismo Jimin que por más veces que preguntó no consiguió más que un silencio y una mirada apagada del rubio. Desde esos días, Yoongi no volvió a ser el mismo, tenía problemas para consolidar el sueño, explotaba en ira cada vez más seguido, dejó de hacer misiones con la misma frecuencia que antes y vivía paranoico todo el tiempo, según él porque el juego estaba vigilándolo.

Pese a ello, cada jugador ansió ese poder. Se asimilaba a desbloquear una nueva cualidad y Jungkook de cierta manera fue el cebo, cada uno de los jugadores pensó egoístamente en despertar a su pecado capital para adquirir el poder, si alguien tan inexperto como Jungkook lo logró en menos de cinco meses, ellos podían igualar ese potencial.

Sin embargo, siempre había más consecuencias. Jungkook despertó cada cierto tiempo por la noche y Taehyung cuidó de él todas sus veces, incluso si el pelinegro murmuraba cosas sin sentido y caminaba sonámbulo. Taehyung fue paciente, aquellos actos eran normales los primeros días y en cualquier momento estaba el miedo de volver a despertar. El pecado capital siempre demostraba más inteligencia, lograba manipular de alguna u otra forma y la única solución era la fuerza de voluntad, porque a pesar de que entregaba una fuerza mayor, quemaba por dentro.

Jungkook despertó con más peso de lo habitual sobre su cuerpo, al abrir los ojos se encontró con Taehyung durmiendo mientras que su brazo rodeaba firmemente su cintura, como si en algún momento hubiese intentado escapar. Sonrió de medio lado y se levantó sin hacer mucho ruido, no quería romper esa burbuja de paz que parecía tener el pelirrojo. Notó que Taehyung no descansaba como alguien normal, prefería mantenerse despierto día y noche, y siendo honestos no conocía la razón, siquiera sabía si su teoría era correcta, pero si así fuera, entonces era la primera vez que se desligaba de lo que sea que se lo impidiera.

Salió de casa en busca de comida para el desayuno, preguntándose si Taehyung se alimentó bien en estos días, aunque por el aspecto del lugar y lo vacío que estaba, era fácilmente intuir la respuesta. Encontró una tienda unas calles más abajo y compró lo necesario para el resto del día, agradeciendo enormemente lo ahorrativo que era algunas veces. En cuanto alzó su rostro por sobre la mujer que atendía la caja, se encontró con las noticias del día y donde aparecía el instituto de Hoseok destruido.

— Disculpe —llamó suavemente a la mujer, indicándole el televisor sobre su cabeza. Ella alzó ambas cejas—. ¿Qué han dicho de ese instituto?

— Ah. ¿Te refieres al instituto Houzei? —Jungkook asintió rápidamente, algo nervioso—. Creen que es un atentado, ya que días atrás alguien destruyó otro instituto. ¿Por qué? ¿Eras de ahí, muchacho?

— No, afortunadamente —mintió en una sonrisa, sintiéndose intranquilo.

— Es un alivio. No sé cómo solucionarán este caso —formó una mueca y se cruzó de brazos, apoyándose sobre el mesón.

DILL [ vkook ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora