DILL [ vkook ]

Delito

¡Bienvenido a la ruleta!

¿Estás listo?

A pesar de todo lo que Bin había dicho sobre eso, Jungkook insistió con la idea de volverse más fuerte para ganar el juego. Ya había visto a uno de los competidores y no estaba ni a la mitad de toda su habilidad, probablemente él ya tenía más de mil misiones y dos habilidades, una otorgada por la moneda y otra por la ruleta, y aun sin ellas era muy fuerte. Ni hablar del resto que podían ser mejores.

No esperó mucho para jugar, una vez que se deshizo de su nuevo amigo, si es que podía llamarlo así, decidió hacerlo. Aunque si no podía cumplir la misión que le otorgaran, lo perdería todo, lo poco que logró este último mes.

Bin

Todavía puedes arrepentirte

recibido 21:34 pm.

— Estoy listo. Lo juro.

Y después de aquello, comenzó el juego.

¡Bienvenido pereza!

Tienes 3 oportunidades para jugar a la ruleta, pero debes cumplir nuestra misión o de lo contrario serán anuladas tus oportunidades restantes y tus puntos obtenidos junto a tu moneda plateada.

¡Mucha suerte, pereza!

Jungkook tragó duro, cuando el mensaje desapareció de la pantalla se mostró una ruleta llena de espacios de diferentes colores con una flecha plateada que comenzó a girar rápidamente. Al azabache se le aceleró el corazón en cuanto la flecha disminuyó de potencia y apuntó a un cuadro rojo. Jungkook frunció el ceño y la pantalla mostró un nuevo mensaje frente a él.

¡Misión Escarlata!

Pereza, debes envenenar a una chica cualquiera dentro de un bar.

Tienes 24 horas.

¡Suerte!

recibido 23:15 pm.

— ¿Huh?

El de cabello rosa sonrió débilmente al ver al chico desde el ventanal.

— No tengo todo el dinero... —le dijo a través de la vía telefónica antes de bajar la vista.

— ¿Cómo que no lo tienes?

— Tengo solo una parte —corrigió suave.

— ¿Y el resto?

— No he podido conseguir más...

— Pues hazlo. No tengo mucho tiempo —le dijo él.

— ¿Crees que es fácil? No puedo conseguir toda esa cantidad de la noche a la mañana —alzó la vista por primera vez, perdiendo el control mientras apretaba el teléfono y lo veía desde el vidrio, esposado.

— Jimin, tienes que hacer lo posible. No puedo estar más aquí, el juego me está presionando o me matará —habló entre dientes con desesperación.

— Ya lo sé, pero Taehyung no me dio más que la mitad y aunque robé un poco no es suficiente —trató de tranquilizarlo. El pelirosa inhaló profundo y bajó la vista hacia sus dedos nerviosos—. Además...

— ¿Qué? ¿Qué pasó? —se asustó.

— Yo... Estoy en problemas.

— ¿Qué clase de problemas, Jimin? —gruñó.