III

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Tres años después.

Estúpido Zayn y estúpida su maldita novia.

Era mi maldito día libre y tenía pensado pasarlo en casa. Supongo que seguir viviendo con mi hermano a los 19 años supone un pequeño problema.

Solo espero que pronto hagan la mudanza y me dejen con la casa.

No lo entiendo, si ellos querían un poco de intimidad... ¿Por qué no se iban a un hotel en vez de echarme de la casa?.

Suspiré frustrado y me puse mis zapatillas y mi chaqueta. Empezaba a hacer frío. Me vendría bien salir a hacer unas compras, comprar ropa, quizás algún libro, zapatos. Un día para mí.

-¡Adiós! -Grité antes de salir.

-Adiós, Louis—Respondió Zayn desde su habitación.

Revolé los ojos y cerré la puerta.

Acomodé mi mochila en mi hombro, subí la cremallera de mi chaqueta y comencé mi caminata al centro comercial.

Estaba algo lejos de mi casa, debería sacarme el carnet de conducir de una vez. Siempre era agradable ir andando, encontraba siempre a alguien con quien hablar.

El único problema era; hacía un frío que helaba. No quiero imaginar la llegada del invierno.

Saqué de mi mochila, un gorro de lana fino de color negro. Lo puse en mi cabeza dejando que cayera un poco.

No es que abrigara mucho pero, algo es algo y no pienso cogerme de nuevo la gripe.

Una vez en el centro comercial, lo primero que hice fue ir a una cafetería típica de este tipo de sitios y compré un café.

Humeaba por lo caliente que estaba. Lo cogía con ambas manos con el propósito de entrar en calor, al menos un poco.

Bien, ¿por dónde empezar a comprar?.

Desde luego, no soy un amante de ir de compras, es más, me aburre mucho ir de tiendas.

Resoplé amargamente pensando en que hoy tenía planeado estar tumbado en el sofá de mi casa con un bol de palomitas y una película romántica o algo por el estilo. En pijama, con el pelo despeinado y sin ninguna preocupación.

Entré a varias tiendas.

Cuatro en concreto y en mi mano izquierda llevaba mi café ahora algo frío y en la mano derecha tan solo una bolsa con una sola camiseta.

Empezaba a entender por qué mis amigos no querían que fuera con ellos de tiendas, esto era jodidamente aburrido.

Miré mi reloj, al menos rondaría por aquí otra media hora más, cuanto más tiempo pase, de mejor humor estará Zayn cuando llegue.

Lo mejor sería entrar a alguna tienda más y pasar el rato, al menos, necesito unos vaqueros y una chaqueta más en mi armario.

Me llamó la atención una tienda en la que todo estaba a mitad de precio por ser la primera semana de inauguración. Era la típica tienda con música ruidosa y con ropa moderna que se llevaba mucho en los chicos de mi edad.

Decidí darla una oportunidad y caminé hacia ella deteniéndome en la basura para tirar mi café en ella. Entré. La música a todo volumen, muchas personas moviéndose de un lado hacia otro, los probadores llenos de gente.

Veamos a ver que tienen.

Cogí un par de vaqueros que me gustaron y una camiseta. Me puse en la pequeña cola que había para los probadores a esperar poder entrar a probarme la ropa.

-¿Cuántas prendas lleva?—Preguntó una empleada con la sonrisa muy antipática.

-Tres.—Murmuré yo.

La joven cogió un cartelito con un gran número '3' y me lo dio.

Pasé al probador. Todo bien.

Ya solo faltaba pagar e irme a mi bendita casa.

Abrí las cortinas del probador y me llamó la atención una pequeña escena de la empleada antipática con una sonrisa coqueta hacia un chico que me daba la espalda.

Iba con los pies descalzos y con unos pantalones ahogados con la etiqueta del local colgando de ellos. Su camiseta en la que ponía 'Ramones' también tenía una etiqueta con el precio en el dobladillo del cuello.

-Si, te queda perfecto.—Ronroneó la joven quitándose las gafas y mordiendo la punta de ellas.

No era muy correcto estar 'cotilleando' esa escena, pero, no tenía mucho que hacer y nadie parecía darse cuenta de que les estuviera mirando.

-¿Tú crees?—Dijo el chico ladeándose para mirar los pantalones.

-Si, te queda... —Pasó su dedo índice por su pecho.—...Genial.

El chico pareció estremecerse con el contacto de la chica.

-Eh... Gracias.—Me di cuenta de que su voz era grave y ronca.

La acción tímida de aquel chico era completamente visible. La mirada coqueta de aquella chica le hacía sentir incómodo.

-Necesito estar presentable.—Al decir eso, la chica se apartó un poco de él.

-¿Novia?-

-Un viejo amigo.—La rubia de grandes ojos hizo una mueca y mordió su labio inferior.

Daba pequeños golpecitos contra su labio con las gafas.

-¿Una cita tal vez?—Dijo con cierto aire de cotilleo.

-En realidad, él no sabe que estoy aquí.-

Me hizo cierta gracia aquel chico.

Parecía que iba a ver al chico más especial del mundo y quería conquistarle después de un tiempo...O algo así. Quien sabe, a lo mejor lo mal interpreto.

Mis conclusiones, no siempre son como pienso que son.

En ese momento, en el que di por finalizada la conversación entre empleada y cliente, miré hacia el espejo que el chico tenía delante de ella.

Me encontré con sus ojos y rápidamente bajé la vista avergonzado.

Eran unos preciosos ojos verdes que sin duda eran demasiado profundos como establecer una conexión con ellos.

Carraspeé mi voz algo incómodo y me dispuse a salir a pagar sin volver la vista de nuevo a aquel chico.

Me acerqué a la caja y pagué lo debido.

Salí de la tienda a grandes zancadas.

La verdad, me picaba la curiosidad por volver a mirar atrás y volver a ver a ese chico que en tan solo los dos segundos que le había visto, me pareció el ser más perfecto del mundo, aún que exagere un poquito.

Salí de la tienda dispuesto a irme por fin a casa.

Crucé medio centro comercial y cuando estaba apunto de salir por la puerta principal, me agarraron del brazo.

Di un grito ahogado de la impresión y me di la vuelta.

En el momento en el que lo hice, sentí que mis mejillas iban adoptando un color rojizo.

Era él, el chico de la tienda, solo que ahora vestía con una camiseta blanca y pantalones ahogados negros y en su mano llevaba la bolsa con la compra de la tienda de antes.

¿Cómo me había alcanzado?. Y me fijé en que tenía la respiración algo entrecortada. Oh Dios... Era muy guapo.

Él me sonrió de oreja a oreja, sus mejillas teñidas de rosa pálido.

-Hola.—Dijo el chico con una gran sonrisa.

-Hola...—Murmuré yo.

-¿No te acuerdas de mi?-

Fruncí el ceño al ver a aquel chico de pelo rizado.

-No.-

-Te daré una pista; Marcel.-

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