VI

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Me detuve en seco.

Mi pierna derecha ya estaba fuera del coche y mi mirada clavada en dirección a mi casa.

Giré sobre mi asiento y le miré, curvó una sonrisa a la que no supe muy bien como responder.

Fruncí el ceño.

-Espera sentado.—Dicho esto salí del coche.

Entré a casa y busqué a Zayn. Estaba tumbado, arropado por una manta fina, algo adormilado viendo una película.

Al cerrar la puerta de la entrada, él se giró y se levantó rápidamente acercándose a mí a grandes zancadas. 

-Son las doce y media.—Dijo serio.

-Zayn, soy mayor para hacer lo que quiera.-

-Si, y también tienes un teléfono para avisarme de donde estás.-

Suspiré, giré sobre mis talones y subí a mi habitación. 

No podía borrar de mi cabeza a Harry.

Su nuevo aspecto y comportamiento.

Hace apenas tres años él se sonrojaba por decirle un simple cumplido como 'me gustan tus ojos' y ahora casi nos besábamos -aunque tengo que reconocer que eso fue gran parte culpa mía- y me decía comentarios como el que me acababa de decir en el coche.

Anne tiene razón con eso de que 'California cambió a Harry'. En el momento que le vi en el centro comercial con el pelo revuelto y su mirada algo más 'perversa' supe que él ya no era el mismo.

Tal vez esté exagerando las cosas y solo haya siendo una ola de confianza por su parte.

Tal vez él no había cambiado y en el fondo seguía siendo el chico asustadizo y demasiado bueno de la escuela.

Seguro que era eso. 



Llevaba una camiseta de Zayn y mis pantalones de pijama.

En mi mano llevaba un cuaderno rojo en el que había estado garabateando cosas sin sentido y en con mi otra mano sujetaba mi cepillo de dientes.

Iba andando por el salón con la boca llena de espuma, como si tuviera la rabia o algo así.

-Louis, ¡qué asco!—Dijo Zayn apartando su mirada del televisor en el que jugaba con su Play Station.

Reí y entré al baño a enjuagarme la boca. Siempre, molestar a Zayn, me animaba.

Como hermano menor, considero que esa es una de mis tareas; Molestar a mi hermano.

-Voy a mi habitación, ¿necesitas algo?—Dije subiendo el primer escalón.

-No.—Dijo concentrado en el jugo.

Entré en mi habitación y lo primero que vi fue: Una habitación muy desordenada.

Me puse mis aurriculares con la música de mi IPod a todo volumen y me puse a limpiar.

Cantaba mientras pasaba el aspirador bajo la cama. Al darme media vuelta Harry estaba parado delante de mí con una sonrisa de diversión.

Me tragué un grito que estaba por salir por unas mejillas rojas. Tiré del cable de los aurriculares y quedaron colgando sobre mi pecho.

-¡¿Qué haces aquí?!—Pregunté sobresaltado.

-Pasaba por aquí.—Dijo sin mucha importancia. Me crucé de brazos.

-¿Pasabas por mi habitación?—Dije enarcando una ceja.—¿En serio, Harry?-

Harry se limitó a encogerse de hombros y rodeó la cama quedando frente al escritorio quedando frente un pequeño cuaderno -también reconocido como mi diario-.

Metió su mano derecha en el bolsillo de su pantalón mientras se inclinaba un poco hacia el cuaderno.

Corrí a coger el diario y lo guardé en su sitio. 

-¿Sabes? Me gustaría saber que pone ahí.—Concluyó Harry.

-Pues me temo, que no lo vas a saber.—Dejó escapar una risa.

Ahora su mirada se posó en el libro que había sobre la almohada, Hush Hush*. Lo cogió y luego sonrió con una sonrisa burlona hacia la portada del libro.

Me volvió a mirar y enarcó una ceja.

-Déjame adivinar... Eres un fiel creyente de que vas a encontrar un chico como... ¿Patch?-

Me sonrojé, en cierto modo, no era del todo mentira, era una de mis expectativas imposibles de obtener.

-Deja eso.—Le regañé. 

Harry me miraba atentamente, cada movimiento que hacía él parecía seguirlo.

Guardé el libro en el estante sabiendo que la mirada de Harry estaba clavada en mi espalda. Carraspeé la voz.

-¿Zayn te ha dejado entrar?—Pregunté no muy convencido.

Harry alzó la barbilla en dirección a la ventana ahora abierta del todo. Fruncí el ceño.

La ventada daba con una enredadera por la que yo había subido en numerosas ocasiones. El caso era; mis vecinos sentirían cierta curiosidad hacia el chico que sube hasta mi habitación.

Definitivamente, él, no era el Harry del que yo me acordaba.

-Tú has...—No sabía cómo decirlo.

-He cambiado mucho.—Terminó por mí.—La gente cambia.—Me miró de arriba a abajo.—Tú también has cambiado.-

-Yo no he cambiado.-

Aseguré. Volvió a mirarme de arriba a abajo solo que tomándose más tiempo, sonrió.

-Claro que has cambiado.—Curvó una sonrisa y mojó sus labios.

Se estaba refiriendo a mi físico y no sabía como tomarme aquello.

Solo sabía que a él no parecía disgustarle y que yo sentía un golpe de ira chocar en mi cara.

Él debería saber por todo el tiempo que nos conocemos que si había algo que odiaba más que nada era que los chicos; me mirasen de esa forma y en general todo lo que insinuaba me molestaba.

Su tono de voz, su sonrisa medio malvada medio coqueta. Me ponía enfermo.

-Harry, deja de mirarme así.—Mascullé.

Él dejó escapar una risa.

-La verdad es que no tienes nada que enviar a los chicos de California.-

Hice una imagen mental de las típicos chicos californianos. Chicos algo así como perfectos, con ropa perfecta, cuerpo perfecto, sonrisa perfecta, cada cosa de ellos era perfecto.

-¿Cumplido?—Dije enarcando una ceja. 

-Como prefieras tomártelo.—De nuevo apareció esa sonrisa socarrona.

-Harry, ¿quieres dejar el royo de chico malo?-

-¿A qué llamas tú ser un chico malo?—Dijo con tono tranquilo.

Me pilló por sorpresa aquello. La verdad, no sabía muy bien que decir. Simplemente él, actuaba como un chico rebelde. No sabía como describir eso. 

-Pues... Un chico rebelde... Que fuma, bebe, se droga, hace grafitis... ¡Yo que sé!-

-Louis, ni fumo, ni bebo en exceso, ni me drogo ni hago grafitis.—Dijo él con un tono que parecía restarle importancia.—¿Qué quieres que haga? ¿Qué vuelva a ser 'Marcel?-

-Yo solo quiero que dejes ese carácter absurdo de lado.-

Su mirada se fijó en mi hombro al descubierto, mi clavícula estaba a la vista debido a que la camiseta de Zayn era como tres tallas más grandes, de mi hombro subió a mi cuello y finalmente a mis labios.

Retorcí un paso casi inconscientemente haciendo que su sonrisa volviera.

-Aunque, puede que sigas siendo el chico inocente de siempre.

M A R C E L Donde viven las historias. Descúbrelo ahora