XI

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Sabiendo que mis mejillas iban adoptando un color rojizo, bajé la mirada.

Mis dedos jugaban entre ellos nerviosos. Harry me miraba, lo sabía.

También sabía que él sonreía por el mero hecho de haberme hecho sentir nervioso y por hacer que me sonrojara.

Eso, era como un punto a su favor en un juego imaginario que ambos sabíamos que existía solo que, en este juego no había un ganador o un perdedor. Al menos, por ahora.

-¿Dónde ha quedado el Louis gruñón?—Se burló Harry.

Le miré de nuevo.

El reflejo de la luna perfilaba su rostro, haciendo que sus ojos fueran más claros. Mi ceño fruncido por su comentario hizo que él curvara una sonrisa.

Mi mano se extendió hasta su frente, impulsé mi dedo índice a modo de 'tirachinas' dándole así un pequeño golpe. La frente de Harry se convirtió en un conjunto de arrugas.

Reí por su expresión y volví a mirar al frente.

-Que yo sepa, nadie dijo que tú pudieras añadir cosas a mi lista.—Comenté distraído.

-Si pero, si ambos vamos a estar conformes con el resultado, ¿qué más da?—Le miré de reojo.

-¿Insinúas que me ha gustado tú beso?—Dije enarcando una ceja.

Harry se levantó sacudiendo sus pantalones. Extendió su mano para ayudarme a levantarme.

No la acepté, mi pequeño orgullo ahora mismo me lo impedía. Me levanté por mi cuenta haciendo que él riera entre dientes.

-Ah sí, ya veo al Louis gruñón.—Se burló. Entrecerré los ojos.—Y si. Admite que te ha encantado.-

-Claro que no.—Bufé levantándome.

Claro que sí, Louis. Me ha encantado.

Di media vuelta yendo en dirección al baile de nuevo. Notaba como Harry estaba detrás de mí por lo que me di media vuelta.

Su mirada se elevó rápidamente en cuanto me di la vuelta. Me crucé de brazos.

-¿Dónde mirabas? –Pregunté.

Harry curvó una sonrisa e hice una seña con la mano para que adelantara su paso.

Suspiré evitando dejar salir una risa. Me puse a su lado y comenzamos a andar de nuevo. La música del baile se seguía escuchando. Muchas personas arrastraban sus cuerpos ebrios por la zona y no me gustaba nada.

Por alguna razón siempre había 'temido' a los adultos ebrios. Me aferré al brazo de Harry en cuanto entramos a la plaza. Mi mirada intentaba localizar a Megan pero me era imposible con tanta gente.

Pensé en darme por vencido e irme a casa con Harry pero, temía una llamada de la Señora Ginna si no regresaba con Megan.

Con un suspiro de resignación me puse de puntillas en un intento inútil de conseguir encontrar a mi amiga. Tan solo lograba ver brazos, manos y cabezas.

Si algo he aprendido de las 'técnicas de ligar' de Megan era; Irse a un lugar apartado para estar con el buenorro.

Ahora que lo pienso, ese consejo lo había utilizado con Harry yéndome a las afueras del parque.

-Harry. –Grité sobre la música. Él inspeccionaba el lugar, no me había escuchado. -¡Harry! –Grité aún más pero él no me miró. Dejando escapar un largo suspiro, golpeé su brazo haciendo que él riera. Fruncí el ceño en cuanto él me miró con una sonrisa algo... Burlona. -¿De qué te ríes?-

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