XIV

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Me quité el abrigo.

La mirada de Harry no se despegó de mí en ningún momento. Opté por lanzar mi abrigo hacia él cubriendo así su rostro. Reí.

-Mucho mejor.—dije.

Harry, agarró mi abrigo y se lo quitó de encima. Su ceja se alzó.

-No sabes la gracia que me hace.—Dijo y dejó el abrigo colgado. Di unos pasos en dirección a su habitación pero él me lo impidió.—Espera un momento.-

Dijo y me hizo un gesto con las manos para que no me moviera del sitio.

Entró en su habitación cerrando la puerta. El sonido de unos cajones abriéndose y cerrándose con rapidez me hizo preguntarme si estaba ordenando la habitación. Volvió a abrir la puerta.

-Ya está.-

Entré y vi como todo estaba en orden.

-¿Qué has hecho?—Pregunté frunciendo el ceño.

-Nada.—Comentó sentándose en la cama. Miré a mí alrededor esperando encontrar alguna anomalía.—Louis...–Harry llamó mi atención.

Le volví a mirar.

Iba a sacar un tema de conversación pero, el teléfono me interrumpió. Harry, me miró con atención esperando a que respondiera o que al menos nombrara el nombre de la persona al otro lado de la línea.

-¿Si?

-Louisss—La voz risueña de mi amigo John, uno de los compañeros de mi clase de baile me hablaba.—¿Cómo estás?—Sonreí.

-Muy bien, John.

-¿John?-

Harry enarcó una ceja. Le miré y me di media vuelta. Harry se dejó caer en la cama.

-Me alegro, cariño.—Él rió con su afeminada voz.—Te cuento precioso... ¿Estás ocupado?-

Miré a Harry que se encontraba con una almohada en la cara.

-No. Nada ocupado.—Respondí.

Harry gruñó.

-En cuatro días han organizado el campeonato nacional y... -Chascó su lengua. -¿Te apuntas?

-No estoy preparado, John...-

-¡Oh vamos!—Me interrumpió.—Estás más que eso. Además.—Añadió.—Ya te he apuntado. No faltes a los ensayos. Te quiero bebé-

Colgó.

Miré la pantalla del teléfono con desprecio.

-Y ¿quién es ese John?—Preguntó Harry, dejando a un lado la almohada.

Le miré.

Su pelo ahora estaba desordenado, su ceño fruncido le hacía parecer el chico misterioso que muchas veces me he planteado que era.

Su frente ahora era un conjunto de pliegues. Harry estaba a la espera de una respuesta satisfactoria para él.

-Un amigo.—Decidí hacerle sufrir.

Me senté a su lado.

-¿Un amigo?—Repitió él.—¿Qué clase de amigo, Lou?-

-Un amigo. No lo sé, como tú y yo.—Le dije encogiéndome de hombros.

-No le conviene mantener una relación parecida a la nuestra, contigo.—Espetó.

Los ojos de Harry me miraban con una pizca de frialdad.

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