XVI

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Me quedé de piedra al verle.

Tal vez había sido por mis recientes nervios de mantenerme alejado de él lo que hizo que al tenerlo delante no me hubiese dado cuenta de cómo su chaqueta de cuero abultaba más de la cuenta al llevar bajo ella un chaleco grueso marrón, una camisa blanca y una pajarita.

Su pelo echado hacia atrás aun que no de la manera del instituto. Algún que otro rizo se dejaba ver por su nuca y tras sus orejas.

Las grandes gafas que ocupaban gran parte de su cara y hacía que sus ojos parecieran un poco más grandes.

Marcel.

Harry, alzó la mirada algo tímido. Curvó una media sonrisa tierna y se levantó haciendo que un nudo en mi garganta apareciera.

-Sigo sin entender que le ves de atractivo a esto. –Comentó mirando su aspecto.

-No es el atractivo. –Dije con la voz algo distorsionada. –Es a lo que me recuerda verte así.-

Dije finalmente recuperando mi postura.

-¿Y esto exactamente a qué te recuerda? –Preguntó levantándose de la cama. Antes de que yo pudiera decir razones él dio un paso hacia el espejo.—¿A lo solo que estaba? ¿A los golpes que he recibido? ¿A las burlas que aguantaba todo los días?—Se giró para mirarme. –Tal vez te recuerde a la vida de mierda que llevaba.-

-Me recuerda a cuando tú eras un chico dulce, amable, cariñoso y con un mínimo respeto por su vida. –Dije algo alterado.

Harry frunció el ceño.

-¿Acaso no sigo siendo así contigo?—Preguntó. Me quedé callado porque así era.—La gente se tiene que acostumbrar a lo que tiene. Adaptarse. Si lo que yo tenía que hacer era; repartir golpes a todo el que se me acercara para que me respetara, lo hacía. Era o ellos con un pequeño moratón o yo con la nariz rota. –Dijo acercándose a mí.

-Harry... -Murmuré. –Ya vale. Tú no eras así.-

-La gente tiene derecho a cambiar.—Suspiró. –De todos modos, da igual. Ya he dejado el boxeo.-

Murmuró pesadamente.

-¿De verdad? –Pregunté con voz de hilo.

Harry, bajó la mirada encontrando la mía. Pasó una mano por su nuca y luego dejó salir aire.

-¿Puedo abrazarte? –Preguntó tiernamente.

Tan solo asentí. Estaba sin palabras.

Él me abrazó y sentí como la tela de la camisa se rasgaba cuando Harry extendía sus brazos para abrazarme. Apoyé mi cabeza en su hombro y él cariñosamente me pellizcó el brazo.

Ambos sonreímos aunque dudaba que alguno de los dos tuviera ganas de hacerlo.

-Lo he dejado porque, prefiero eso a perderte a ti. –Susurró.

Con las manos aún entrelazadas en la parte baja de su espalda, me eché hacia atrás para mirarle. Harry, escondió un mechón de pelo tras mi oreja y sonrió un poco.

-Harry... -Murmuré algo apenado-

-He pensado que podría entrenar...—Mordió su labio inferior.—Sin luchas ni combates.—Me sonrió. –Solo daré golpes a un simple saco.-

Ofreció con una sonrisa. Le sonreí también.

-Me parece buena idea.-

-Por cierto...—Dijo Harry carraspeando la voz.—¿Quién es ese rubio? –Preguntó alzando ambas cejas.—Ya sabes, el que estuvo la noche del combate y...hoy bailando contigo.-

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