blindfolded

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Mi jefe es un hombre muy ocupado, siempre está trabajando, se concentra en frente de su laptop por horas, parece hechizado a la pantalla, teclea documentos eternos desde que entra a trabajar hasta que sale, la mayoría de las veces es el último en irse.

Doyoung no entiende cómo puede trabajar tanto, además de eso va al gimnasio y come nutritivamente, le parece imposible que una persona pueda ser tan diligente, pero Johnny lo es.

—le traje su café, director—Doyoung entró a la oficina, pero lo notó un poco extraño.

Hoy Johnny traía el cabello mojado y se notaba que tenía ojeras—oh, gracias, Doyoung ¿qué haría sin ti?—su jefe recibió el café, dándole un sorbo—hoy me quedé dormido, es la primera vez que me pasa en mucho tiempo, tal vez me estoy excediendo.

—es posible, director, lleva muchos meses con la misma rutina, debería tomarse un descanso—Doyoung era su secretario, conocía sus horarios, hasta conocía sus citas privadas e íntimas, hace ya dos años que Johnny no tenía citas íntimas.

—es difícil hacerlo cuando hay tanto trabajo, estoy seguro de que es difícil para ti también—su jefe le sonrió, era tan hermoso que a veces Doyoung pensaba que Johnny podía llegar a opacar al sol.

—no lo es tanto, cuando llego a mi casa solo descanso—rio, sintiéndose sus mejillas arder.

Eran conversaciones ordinarias las que tenían a menudo, pero de igual modo le encantaban, el hecho de poder ser el único que pudiera compartir tiempo con Johnny, de ser su mano derecha y saber cada pequeña cosa en su vida.

Llevaba algunos años enamorado de él, por mucho tiempo creyó que podía ser recíproco, pero Johnny no parecía tener interés en el amor, se distraía trabajando y de vez en cuando se daba algún revolcón con algún afortunado.

Queda claro que Doyoung nunca tuvo esa suerte, en su fortuna tenía una gran desgracia y era que al ser el secretario de su jefe, nunca podía hacer ningún movimiento, ponía en juego su puesto laburar y su integridad.

Doyoung regresó a la oficina de Johnny al mediodía, siempre almorzaban juntos, compraban comida en el mismo restaurante natural, les llegaban dos cajitas diarias con su comida bien elaborada.

—¿hoy va a querer agua o jugo?—Doyoung entró sin tocar, notando como el director se masajeaba el cuello—¿estás contracturado?

Johnny lo miró y asintió—seguro ha sido porque no me seque el cabello, me duele la cabeza y el cuello.

Hizo una mueca, dejando sobre la mesa las cajas de almuerzo—tengo una crema en mi escritorio, déjame ir a buscarla.

No esperó la respuesta de Johnny, fue hasta su escritorio y revolvió su cajón, encontrando la crema de calor, luego regresó a la oficina de su jefe, entrando con cuidado.

Se notaba que Johnny estaba cansado y no dormía bien, Doyoung le ayudó a quitarse la corbata y luego, con las mejillas ruborizadas, abrió su camisa.

—siento mi cabeza partirse—murmuró Johnny.

Doyoung pensó en las posibilidades—tal vez es migraña—susurró, sosteniendo la corbata negra del director—permíteme—Johnny lo miró a los ojos y Doyoung se derritió, tenía los ojos caramelo más bellos del universo entero, era simplemente hermoso.

Con cuidado, cubrió los ojos de Johnny con la corbata, atándola por detrás, Johnny sonrió—¿qué estás haciendo?

—si es migraña, un poco de oscuridad le traerá alivio, relájese mientras le hago un masaje en el cuello y espalda—Doyoung se acomodó detrás de la silla del director, abriendo el envase de crema para empezar a masajear la piel cálida y suave de Johnny.

KINKTOBER JOHNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora