22. Watching the sunset

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Nuevamente estaba entrenando

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Nuevamente estaba entrenando. Sabía ya de antemano que de seguir el ritmo que llevaba su cuerpo le pasaría factura cuando más lo necesitara.

Los ataques de los villanos eran más constantes, sus entrenamentos escolares más duros y al exigencia de sus profesores lo era aún más. Por ende, con la responsabilidad encomendada por su ídolo y mentor, sentía que debía exigirse el triple de lo que ya hacía.

"Debo mantenerme al nivel de mis compañeros... Al nivel que esperan de mi... Al nivel que espero de mi" se repetía constantemente mientras corría.

Sus pulmones y garganta ardían por la incesante carrera que llevaba desde más de una hora. Recorriendo una gran parte de la costa de la playa que lo vio entrenar sin descanso preparándose para ser portador del OFA.

Las piernas y brazos le hormigueaban rogando por un descanso que no se daría hasta pasadas tres horas corriendo. Sabía muy bien que se estaba llevando más allá de su límite pero no se brindartía ese lujo sabiendo que aún no se siente capaz.

Estaba siendo muy estricto y desconsiderado consigo mismo, incluso con su pareja. Quien aunque no lo dijera le mandaba miradas de preocupación e interés en sí. Y eso le taladraba aún más el cerebro.

—No quiero que Kacchan me vea así de nuevo... No quiero ser alguien que tienen que proteger... Eso no es ser un héroe.

Algo lo desconcertó en la mirada que el rubio le dedicó. En un momento de debilidad emocional creyó ver lástima de su parte y eso lo orillaba a cometer acciones que podrían repercutir en su salud a futuro.

Era exagerado, lo sabía bien. Pero eso no lo entendían sus extremidades.

Estaba cargando con todo él mismo, pese a que Katsuki ya sabía de su poder y él mismo fue quien se ofreció a ayudarle a entrenar, prefería no cargarlo con más trabajo del que seguramente ya tenía.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir su teléfono vibrar en su bolsillo, aún sin detenerse contestó a la llamada sin mirar de quién se trataba.

—¿Diga?

—¡¿Dónde mierda estás, jodido nerd?! —su novio tan cariñoso como siempre.— Fui a tu casa y no estabas, Inko-san me dijo que saliste a entrenar... ¡Hace más de una hora!

Izuku tuvo que alejar el teléfono de su oreja al escuchar su grito.

R.I.P. sus oídos.

—¿Estás entrenando otra vez ahí cierto? —al escucharlo hacer énfasis en la penúltima palabra de su oración, no le quedó de otra que guardar silencio. Escuchándolo suspirar molesto.— Voy para allá.

Y colgó.

Fue ahí donde se permitió bajar el ritmo de su carrera, teniendo el repentino interés del mayor en él. Usualmente pasaría de largo de su situación, pero hace un tiempo que su relación se tornó distinta y ya habían motivos para interesarse por el otro.

Pasó los minutos temeroso del porqué quería verlo justamente ése día y en ése momento.

Cuando lo invitaba a salir de improviso eran a horas un poco más tarde o más temprano. Algo en sus adentros le decía que tenía que ver con sus ánimos de los últimos días.

Fue cuando iba por su... Bueno, perdió la cuenta en la quinceaba vuelta y de éso ya hacía un buen rato, que vio a su novio parado en las gradas frente a él, con su característico semblante serio.

Llevaba una gorra por los muy suaves pero presentes rayos de sol, un atuendo deportivo, tenis negros y su bolso tras la espalda abrochado longitudinalmente en su pecho.

—kacchan...

Detuvo su andar para finalmente rendirse ante el cansancio y caer de rodillas al suelo.

Bakugo se mantuvo un momento al margen y poco a poco caminó hasta quedar frente a él, sentándose a su lado

—Es nuestro jodido día de descanso en un mes entero y tu prefieres pasarlo entrenando hasta morir. Patético —antes de que el peliverde respondiera a aquello, el rubio sacó de su bolso una botella de agua y se la tendió.

Midoriya la tomó en sus manos y tras agradecer el gesto comenzó a beber del critalino y fresco líquido; a su vez, sintió una toalla limpiar el sudor que caía por su frente y cuello, sonriendo tenuemente por la atención.

El sol estaba comenzando a tocarse con el océano en la lejanía de la playa, el cielo pintándose de un precioso rosa y naranja, las nubes dando ese aspecto de oleaje en la orilla. Inclusive la Luna se unió a aquella pequeña parada entre los dos jóvenes amantes.

—Deja de exigirte así, si intentas superarme estás haciendo todo lo contrario —el ojirubí pellizcó una de las pecosas mejillas, escuchando los quejidos del chico a su lado.

—¡Kacchan, duele! Sabes bien por qué lo hago —aquello provocó que su novio le soltara y mirara serio.

De su bolso sacó una manzana y una navaja, comenzando a rebanarla y ofrecerle algunos trozos a su acompañante aún un poco agitado.

—Te quejabas porque me guardaba mis problemas y cuando te pido no hacer lo mismo me sales con esa mierda. Eres un aspirante a héroe, no un maldito mártir —tras aquello recibió un golpe en su nuca.— A All Might no le hará gracia ver cómo te llevas al límite. A mi tampoco... —murmuró por lo bajo, mirando a otra dirección.

El corazón de Izuku repentinamente se agitó por aquello y sonriendo dulcemente tomó la mano de su pareja.

—Lo sé, solo no quiero decepcionar a nadie, mucho menos a ti...

Katsuki correspondiendo a su delicado y tímido toque entre manos, volvió a mirarlo con seguridad, quedando pasmado por la vista que tenía del menor.

Su cabello estaba finalmente seco y volando con la brisa fresca del mar, los anaranjados rayos del ya escaso sol alumbraban su brilloso rostro e iluminaban sus esmeraldas iris. Su finalmente tranquila respiración y pequeños sonidos al masticar la manzana acompañados del oleaje del mar eran la cereza del pastel de aquella preciosa vista del que podía llamar orgullosamente su novio.

—Me vas a decepcionar si no te conviertes en un rival digno de mí —la seguridad y seriedad en sus palabras lo hicieron reír.

—Prometo convertirme en alguien que te pateará el trasero.

—Ya lo veremos, Izuku —el mayor de ambos recargó su rostro en el hombro del otro, sintiendo caricias en su cabello puntiagudo.

Pasaron el resto de la tarde hablando de un futuro juntos, sus futuras vidas como héroes profesionales y ambos silenciosamente desearon dar el siguiente paso.

Aún era pronto, pero la velocidad con que esa idea invadió la mente del otro los hizo sonreír en sintonía.

Porque tendrían muchas más tardes para disfrutar juntos.

BNHA KATSUDEKU - FLUFFTOBER 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora