Como era de costumbre aquella mañana el profesor Helmut estaba impartiendo su clase de literatura, el ambiente en aquel salón de clases era tranquilo, incluso aburrido. Luego de una charla la campana del receso hizo eco en los pasillos, luego fueron las pisadas apresuradas de los alumnos las que se disciparon por todas partes.
Era ya la hora del almuerzo, los profesores tenían la opción de comer en los salones o en el patio; respectivamente Helmut adoraba pasar tiempo al aire libre, después de todo dar clases por largas horas era sin más agotador.
Últimamente cada que salía a comer sentía como alguien lo observaba a lo lejos, pero cada que buscaba con la mirada al responsable de tal incomodidad este desaparecía. Tenía sus sospechas, unas que con el tiempo se fueron aclarando poco a poco.
James, el profesor de matemáticas era alguien encantador; tenía a las alumnas y maestras suspirando por él. Su comportamiento con Helmut desde el primer día fue... Raro. Siempre que le dirigía la palabra, incluso para darle los buenos días le ignoraba, cosa que realmente le irritaba a Helmut.
Con el tiempo las cosas se pusieron sumamente incómodas entre ambos, tanto así que evitaban verse a toda costa.
Regresando al presente, por primera vez en mucho tiempo no se sintió vigilado y en lugar de alegrarse, la curiosidad se apoderó de él. Tras perder la noción del tiempo pensando en varias cosas, la campana lo regresó a la realidad; está vez en lugar de irse temprano decidió ir a buscar al profesor James.
No tenía ni la menor idea del porqué se interesó de la nada por James, hasta cierto punto se podría decir que lo odiaba. Esa mañana no lo había visto por ninguna parte, además tenía algunas dudas sobre su comportamiento tan peculiar hacía su persona.
Tras caminar por varios minutos finalmente llegó a la sala de profesores y como era de costumbre la soledad reinaba en ese lugar. Sin más tiempo que perder, decidió buscar respuestas por sí mismo, su objetivo era anotar su número y entregárselo a James para arreglar las cosas de una vez por todas.
Justo cuando se dispuso a colocar la nota con su número en las pertenencias de James, un libro llamó su atención. En un inicio creyó que era otro de sus tantos libros de matemáticas, ecuaciones y esas cosas pero luego de abrirlo pudo notar que era una especie de diario.
Se sintió realmente apenado por encontrar tal cosa, pues no era de su incumbencia entrometerse en la vida personal del profesor; en el momento en el que iba a regresar aquel libro a su lugar una nota que se deslizó de entre las páginas calló al suelo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo tras ver su nombre escrito en aquel pedazo de papel
"Cada que te veo a lo lejos mi corazón se acelera de manera absurda, gritando internamente por recibir tu amor.
Puedo decir sin pena que desde el momento en el que te vi, algo cambió no sólo en mi interior, sino en la manera en la que veo al mundo.
Tus movimientos tan delicados, la manera en la que sonríes con total confianza y ternura; me recuerda a la perfección de las praderas repletas de amapolas.
El amor tan cegado y culposo me persigue, a tal punto de tener que alejarme de tu grata presencia. No tienes culpa alguna pero a pesar de ello eres la principal causa de mis noches en vela.
El amor es tan peligroso, mi voz no puede expresar lo que siento ni con un grito de agonía.
En silencio puedo admirar tú belleza desde las tinieblas, tal como una obra de arte, tal por lo que eres en verdad; un hombre tan maravilloso que incluso logró robar mi corazón.
Tanto es mi temor que hoy día decido alejarme de este lugar, de tí; porque cada cosa que tenga que ver contigo duele demasiado, el tan sólo pensar que podría perderte de mil maneras distintas... Mi corazón no puede soportarlo.
Te amo, y aunque la culpa me perseguirá eternamente...
Decido dejarlo en el olvido."
Por un momento la respiración le faltó, sus manos temblorosas dejaron aquella carta en su lugar mientras se esforzaba por retener sus lágrimas. Si bien aquella declaración le cayó como un valde de agua fría, su corazón lo aceptó con calidez y esperanza.
Corrió en busca del profesor, algo dentro de él sabía en donde se encontraba.
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Ya estando en el patio, pudo verlo a lo lejos. Parecía exhausto, perdido en sus pensamientos así como lo estuvo él momentos atrás. Armado de valor se acercó y tomó asiento junto a él.
-¿Qué haces aquí?- El nerviosismo de Helmut era más que evidente.
-La leíste.- Menciono James finalmente.
El pánico se apoderó de Helmut en su totalidad, se sintió tan avergonzado que estuvo a punto de llorar; a pesar de ello desvío la mirada y se mantuvo en calma, después de todo aquella nota realmente logro cautivarlo dejando que sus sentimientos no pudieran procesar del todo bien su reacción.
-E-escribes muy... Muy bien.- En este punto las mejillas de Helmut estaban completamente ruborizadas.
James soltó una carcajada tras escuchar la voz del contrario, era como un sueño hablar con él luego de quedar completamente expuesto.
-No tienes que decir nada, no es necesario.- Dicho esto James se retiro del lugar dejando con muchas dudas a Helmut.
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Al día siguiente justo cuando James se dispuso a impartir su clase, una repentina visita lo interrumpió.
Alguien toco la puerta del salón con delicadeza; con tan sólo ese acto supo perfectamente de quien se trataba.
-Profesor James, lamento mucho interrumpirlo de esta manera pero el director desea hablar con usted.-Menciono Helmut con una sonrisa en su rostro.
James empalideció por completo, tenía sus dudas sobre la veracidad esa información; tener que caminar con Helmut hasta la oficina del director era desesperante.
Varios alumnos empezaron a murmullar, a pesar de ello James se retiró del lugar junto con aquel hombre que lo ponía tan nervioso.
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Una vez que ambos estaban caminando Helmut tomó del brazo a James y lo guió hacía el salón de música; un lugar alejado y en donde no se daban clases.
Ya estando dentro de aquel lugar, Helmut cerró con llave y observó a James de pies a cabeza con una sonrisa.
-¿Qué quieres?- James trataba de ocultar el pánico que sentía, cosa que no pasó desapercibida.
-Sólo vamos a divertirnos un poco.- Dicho esto Helmut unió sus labios con los de James.
Helmut acariciaba la entrepierna de James, quien apenas podía creer lo que estaba pasando; luego de un beso apasionado él de ojos azules pudo sentir como la mano del contrarío comenzaba a masturbarlo. Varios gemidos se escaparon de la boca de James provocando que Helmut lo deséara aún más; fue entonces que lubrico dos de sus dedos y los introdujo lentamente en el interior de James.
Luego de prepararlo sacó sus dedos e introdujo su miembro, primero haciendo movimientos lentos, luego las embestidas fueron en aumento junto con los gemidos de placer y dolor de James.
Con una de sus manos, el ojiazul trató de callar sus gemidos cubriendo su boca; varias lágrimas de places escapaban de sus ojos mientras que sentía como Helmut besaba y mordía su cuello.
-Quiero escucharte.- La voz de Helmut era ronca, cosa que estremeció a su acompañante.
Luego de pasar toda la mañana juntos, finalmente pudieron hacerle frente a sus emociones; más allá de tener sexo lograron escuchar a su corazón.