Era una tarde lluviosa, las plantas permanecían con el rocío del tormento pues Helmut y James habían tenido una fuerte discusión momentos atrás. Las cosas se habían salido de control, incluso los golpes habían sido partícipes de dicho acto tan inesperado.
James salió a caminar para despejar su mente, sabía que perdía el control con facilidad y el castaño no era muy competitivo con su situación, últimamente Helmut discutía mucho sin importar lo que hiciera, era simplemente una tortura.
Un matrimonio joven que empezó con el pie izquierdo; lo que para el castaño era una humillación, para James era algo irrelevante. Lo esperado para una familia adinerada era que ambos pudieran acoplarse a la alta sociedad, cosa que nunca sucedió debido a la infertilidad del más joven, quien tras enterarse de que no podrían formar una familia perdió totalmente la cordura.
Regresando a la actualidad, Barnes estaba cansado en muchos aspectos, las ideas que se acumulaban poco a poco en su cabeza lo estaban agobiando demasiado.
"Quizá mis lágrimas puedan escabullirse entre la lluvia, puedo apreciar el cielo grisáceo con un nudo en la garganta. Jamás me atrevería a decir mis tormentos en voz alta, es un capricho que no puedo permitirme en estos momentos, nunca tendré ese valor.
Mientras camino entre el húmedo asfalto, el frío y la culpa se apoderan de todo mi ser cada que recuerdo la crueldad de mis palabras; no soy bueno expresando lo que siento, a pesar de amarte con locura... Jamás podré decirlo con esas mismas palabras.
Las gotas de lluvia pueden arreglarlo todo en cuestión de segundos, es quizá la mejor manera de dejar ir nuestros problemas.
El agua te purifica junto con la brisa de un nuevo comienzo, eres aquello que tanto esperaba recibir en vida.
Puedes estar aquí y solucionarlo todo con tan solo una mirada; incluso eres capaz de ahuyentar mis peores miedos.
Te veo a mi lado y todo parece un sueño, eres tan perfecto que me aterra.
Te has convertido en lo único por lo que vale la pena seguir luchando, y es por eso que hoy día decido darlo todo por tí."
Esa misma tarde, James regreso a casa con un ramo de flores en manos, realmente esperaba animar a Helmut a pesar de todo lo ocurrido. Sin más tiempo que perder, tocó con delicadeza la puerta que lo separaba de su pareja, quien sin duda alguna no estaba de humor.
-Helmut, por favor abre la puerta.- La voz del ojiazul era tranquila, casi como si estuviera hablando con un niño.
-Vete a la mierda James.- Dicha respuesta transmitía un dolor indescriptible.
-Se lo mucho que querías tener un hijo, créeme que lo se. No soy tan fuerte para seguir adelante, no sin ti Helmut... Puedes odiarme si quieres pero no soportare que te hagas daño a ti mismo.- Menciono James entre lágrimas.
El castaño abrió la puerta y luego de abofetear a Barnes una vez más, lo abrazó con fuerza; un acto que ambos necesitaban sin siquiera saberlo.