Entre las tinieblas de la noche, rodeado por el frondoso bosque y el cielo nocturno, se encontraba Helmut Zemo, quien tras perder a su familia estaba más que dispuesto a recuperar aquello que tanto amo, sin importar el costo. El dolor que sentía era simplemente indescriptible, dejó a un lado todo por lo que luchaba, y se dejó consumir lentamente por la oscuridad de su amargura.
Sabía que podía ser una pérdida de tiempo, aún así colocó un par de velas negras entre las rocas, luego tomó un cuchillo y lo deslizó por la palma de su mano consiguiendo que su sangre manchara ambas velas, consumiendo el fuego de las mismas.
El ambiente se tornó tenso, más silencioso de lo normal en aquel bosque; algo que era gratificante para Helmut.
-Estoy a tus órdenes.- Menciono el castaño mientras se ponía de rodillas.
Luego de unos minutos sin obtener respuesta alguna, profundizó el corte de su mano haciendo que la sangre se escurriera entre las hojas secas, aquellas que liberaban un aroma otoñal.
Helmut cerró los ojos y se dejó caer, nuevamente ese dolor lo caló hasta el alma; la decepción y el arrepentimiento lo atormentaban mientras lloraba en silencio.
-¡Haré lo que sea!- Agregó de manera sobresaltada.
Entre las tinieblas alguien lo observaba sigilosamente, de igual manera apreciaba aquel espectáculo grotesco con una sonrisa en el rostro.
"En aquellos ojos se encontraba toda tentación, toda culpa.
Hoy puedo escuchar el latir de un corazón marchitándose, un hombre que fue incapaz de seguir toda lógica consiguió obtener mi lealtad.
Sin temor alguno pones toda gratitud en mis manos, puedo sentir el desesperar de tus anhelos. Aún así, seré capaz de obedecer cada una de tus palabras.
La sangre que nos unió de manera repentina, ahora será la causa de un nuevo amanecer; no obstante puedo puedo agradecerte por cada lamento."
-Si quieres mi ayuda, deberás entregarte en cuerpo y alma.- Menciono finalmente aquel ser.
Helmut giró en busca de aquella voz, tal fue su sorpresa al ver a un hombre de cabellera negra y ojos azules, los cuales lo miraban profundamente y sin expresión alguna.
-Lo haré.- Agregó el castaño con lágrimas en los ojos.