𝐃𝐄𝐒𝐃𝐄 𝐄𝐋 𝐂𝐈𝐄𝐋𝐎| Los verdaderos ángeles existen, aquellos que te cuidan desde el más allá y ven por tu seguridad, guiándote... Armin tiene a su propio ángel del cual está enamorado, la mujer que descendió 𝐃𝐄𝐒𝐃𝐄 𝐄𝐋 𝐂𝐈𝐄𝐋𝐎.
♪| es...
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Reiner agarró una antorcha y bajó más rápido que los demás, estaba por hacer otra de sus locuras de un buen soldado.
— ¡Iré a ver hasta donde han llegado! ¡Traigan tablas, madera, lo que sea, traigan todo lo que puedan cargar y llévenlas abajo! — dijo.
— ¡Espera, Reiner! — Bertholdt aumentó la velocidad al bajar.
— ¡Es un idiota, siempre quiere hacer el trabajo más riesgoso! — gritó Lily.
— ¡Sí, es un mal hábito que tiene! — confesó Bertholdt.
Reiner se asomó por la puerta, desde el piso más bajo aún no habían titanes. Se acercó un piso más abajo y con cuidado abrió la puerta, esta vez sí encontró a un titán que le sonrió ampliamente desde las escaleras, no pasó ni un segundo y Reiner volvió a cerrar la puerta con fuerza, la antorcha se le había caído al piso del susto.
— ¡Están aquí! ¡Traigan algo para trabar la puerta! — Lily oyó el ruido y bajó aún más rápido, se agarró de la puerta para hacer fuerza y evitar que el titán les quite un piso más.
Para su mala suerte, consiguió estar en el lado equivocado de la puerta. El titán atravesó la puerta con una mano y una enorme astilla se había clavado en el brazo izquierdo de Lily, causándole un fuerte dolor.
— ¡Ahhh! — gritó.
— ¡Lily! — Reiner la sujetó de la cintura y ambos cayeron al piso para que ese titán no los tome con el brazo que atravesó la puerta.
— ¡Chicos! — Bertholdt agarró un trinche y lo clavó a los ojos de ese titán. Reiner se levantó para ayudar a su mejor amigo. — ¡Lily, aléjate de aquí! ¡Rápido, huye!
Lily se levantó mientras agarraba su brazo con dolor, su sangre caía de la zona afectada. Christa, Connie e Ymir tenían un cañón desde la entrada del piso siguiente.
— ¡No pidas milagros, es sólo un vejestorio! ¡Apártense! — Los tres se apartaron del lugar y se estrelló con éxito, generando polvo y evitando que pudiesen ver con claridad, o al menos los que estaban abajo.
— ¿Funcionó? — preguntó Lil.
— Milagrosamente. — dijo Reiner. — Dudo mucho que puedan levantarse de ahí.
— ¿Ahora qué? ¿Quieren que le corte la nuca? Sólo tengo esto. — preguntó Connie, en sus manos tenía una navaja.
— Ni lo intentes. Saldrás herido si se levanta. — advirtió Lily. — Ahora debemos ir arriba.