Acto Cuarto - I-VI

128 2 0
                                    

Escena I

CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO

Salón de Palacio.

CLAUDIO.- Esos suspiros, esos profundos sollozos, alguna causa tienen, dime cual es; conviene que la sepa yo... ¿En dónde está tu hijo?

GERTRUDIS.- Dejadnos solos un instante. ¡Ah! ¡Señor lo que he visto esta noche!

CLAUDIO.- ¿Qué ha sido, Gertrudis? ¿Qué hace Hamlet?

GERTRUDIS.- Furioso está, como el mar y el viento cuando disputan entre sí cuál es más fuerte. Turbado con la demencia que le agita, oyó algún ruido detrás del tapiz; saca la espada, grita; un ratón, un ratón, y en su ilusión frenética mató al buen anciano que se hallaba oculto.

CLAUDIO.- ¡Funesto accidente! Lo mismo hubiera hecho conmigo si hubiera estado allí. Ese desenfreno insolente amenaza a todos: a mí, a ti misma, a todos en fin. ¡Oh!.. ¿Y cómo disculparemos una acción tan sangrienta? Nos la imputarán sin duda a nosotros, porque nuestra autoridad debería haber reprimido a ese joven loco, poniéndole en paraje donde a nadie pudiera ofender. Pero el excesivo amor que le tenemos nos ha impedido hacer lo que más convenía; bien así como el que padece una enfermedad vergonzosa, que por no declararla, consiente primero que le devore la substancia vital. ¿Y a dónde ha ido?

GERTRUDIS.- A retirar de allí el difunto cuerpo, y en medio de su locura, llora el error que ha cometido. Así el oro manifiesta su pureza; aunque mezclado, tal vez, con metales viles.

CLAUDIO.- Vamos, Gertrudis, y apenas toque el sol la cima de los montes haré que se embarque y se vaya, entretanto será necesario emplear toda nuestra autoridad y nuestra prudencia, para ocultar o disculpar, un hecho tan indigno.


Escena II

CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO.- ¡Oh! ¡Guillermo, amigos! Id entrambos con alguna gente que os ayude. Hamlet, ciego de frenesí, ha muerto a Polonio y le ha sacado arrastrando del cuarto de su madre. Id a buscarle, habladle con dulzura y haced llevar el cadáver a la capilla. No os detengáis. Vamos, que pienso llamar a nuestros más prudentes amigos, para darles cuenta de esta imprevista desgracia y de lo que resuelvo hacer. Acaso por este medio la calumnia (cuyo rumor ocupa la extensión del orbe y dirige sus emponzoñados tiros con la certeza que el cañón a su blanco) errando esta vez el golpe, dejará nuestro nombre ileso y herirá sólo al viento insensible. ¡Oh! Vamos de aquí... mi alma está llena de agitación y de terror.


Escena III

HAMLET, RICARDO, GUILLERMO

Cuarto de HAMLET.

HAMLET.- Colocado ya en lugar seguro. Pero... 

RICARDO.- Hamlet, señor.

HAMLET.- ¿Qué ruido es este? ¿Quién llama a Hamlet? ¡Oh! Ya están aquí.

RICARDO.- Señor, ¿qué habéis hecho del cadáver?

HAMLET.- Ya está entre el polvo, del cual es pariente cercano.

RICARDO.- Decidnos en donde está, para que le hagamos llevar a la capilla.

HAMLET.- ¡Ah! No creáis, no.

RICARDO.- ¿Qué es lo que no debemos creer?

HAMLET.-Que yo pueda guardar vuestro secreto, y os revele el mío... Y, además, ¿qué ha de responder el hijo de un Rey a las instancias de un entremetido palaciego?

Hamlet - William ShakespeareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora