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Quería concentrarse, obviamente necesitaba concentrarse, sin embargo la cercanía del chico moreno no le ayuda mucho.

Luego de la charla con sus amigos, Yuri y Otabek habían acordado juntarse en la biblioteca del centro para poder estudiar, pues en casa del menor les sería imposible gracias a sus padres... y Otabek tenía la casa ocupada con su madre y la reunión con sus amigas de la iglesia, por lo que decidieron ni pensar en esa opción.

Así que ahora estaban en la cálida biblioteca, en el tercer piso reservado para las zonas de estudio. Era sábado, Yuri tuvo que inventar una excusa para recibir permiso, aunque valía la pena, todo por ayudar a su amigo. O lo que fuera Otabek, porque no estaba tan seguro de que siquiera fueran amigos.

El moreno estaba sentado junto a él, demasiado junto a él, viendo como escribía las formas del pasado perfecto y continuo, algo nervioso. Atin observaba en silencio, viendo con detalle al chico a su lado, el rubio tenía su largo cabello amarrado con una trenza pequeña, dejando sus hermosos ojos descubiertos. El moreno no sabía mucho acerca del menor, hace más de un mes que había llegado a su mesa y se había hecho amigo con los demás. Podía verle hablando con Sara y Mila, esta última siempre molestando; a veces estaba con Emil, riendo a carcajadas al ver cómo Michele se molestaba; incluso un día le vió junto a Georgi, hablando aparentemente sobre maquillaje.

A Otabek le gustaría compartir más palabras con él, pero antes no había tenido oportunidad. Bueno, en realidad si tuvo, pero no se atrevió. Cuando el menor llegó con un par de audífonos completamente geniales, el kazajo se vio tentado de actuar como un fanboy y preguntar dónde los había comprado. Pero obviamente no lo hizo.

Aunque poco tuvo que esperar para hablar con el rubio, pues gracias a Mila ahora estaban estudiando.

O al menos Yuri, pues Otabek se había perdido en sus pensamientos, y por ello ahora recibía la mirada asesina del menor.

— Oye, ¿Me estás escuchando?

🌻

Luego de dos horas con clases intensivas, Otabek se dio cuenta de que el inglés no era tan difícil después de todo. Yuri era un tutor excelente, sabía lo que estaba haciendo, el inglés era su lengua materna. Por eso su pronunciación era tan natural y suave, a diferencia del moreno, quien sonaba como si masticara cada palabra, siendo honestos. Aún así era lindo, o al menos eso creía Yuri, quien le felicitaba por su progreso.

Otabek también estaba feliz, aliviado de sentirse listo para el examen. Mientras Yuri guardaba sus cosas, él revisó la hora en su teléfono, descubriendo con asombro que ya eran las cinco de la tarde. Su estómago gruñó gracias al hambre que tenía, hace un par de horas que no comía nada, y de seguro Yuri tampoco.

Una excelente idea pasó por su mente.

Yuri se volteó hacia él luego de arreglar todo en su mochila, con una media sonrisa llenando su rostro, buscando las palabras para despedirse.

— Espero que haberte ayudado, suerte en tu examen, Otabek.— Yuri remueve sus manos en sus bolsillos, algo incómodo y avergonzado, Otabek le sonríe.

— Eres un tutor excelente, Yuri. ¿Puedo darte las gracias invitándote algo?

Yuri se muestra extrañado, aunque trata de no estarlo. ¿Un café? Claro, no hay nada de raro en tomar café con un amigo, además, acaban de estudiar juntos. Claro, por qué no. Aún así se sintió emocionado y nervioso, una mezcla que se le hacía desagradable. Miró a Otabek despreocupado, sonriendo.

— Claro, por qué no.

Otabek le muestra otra sonrisa fugaz, tomándole del brazo para bajar juntos las escaleras, casi cayendo. Llegan a la calle, el frío invierno se muestra sin miedo, de seguro habrá nieve mañana. Yuri ve al moreno caminar un par de metros, deteniéndose frente a una motocicleta negra. El menor le ve con ojos desorbitados, mientras Altin se encoje de hombros, buscando su casco, para luego ponérselo. Yuri tiembla de pies a cabeza con emoción, sería su primera vez en una moto, y estaba ansioso.

— ¿No te molesta que vayamos en motocicleta, cierto?

Yuri le sonríe como niño pequeño, negando con la cabeza, para luego correr a su lado, completamente feliz. El moreno oculta su risa, tomando la mochila del rubio para dejarla en las bolsas del vehículo, sacando un casco para Yuri. Al ver la cara de duda en el menor, se acerca hasta él y se lo acomoda, rozando sin querer sus mejillas y cabellos. Finalmente se sube, viendo como su amigo se queda de pie mirándole, algo indeciso ahora.

— ¿Vas a subir o no?— Yuri le frunce el ceño, como si le estuviesen retando. No espera un segundo más y se monta atrás del moreno, agarrándose de su cintura. 

— Rápido, vamos, ¿Vas a conducir o no?

Si antes estaba nervioso y emocionado, ahora sus emociones eran un licuado de todo. Otabek se había tomado muy en serio el pedido de Yuri, acelerando como si no existiese un mañana, haciendo gritar al menor. Entre el ruido del vehículo y la risa extasiada del rubio, Otabek sonreía en medio de la calle, pasando entre los autos que estaban estorbando, reduciendo un poco la velocidad, sonriendo al escuchar las maldiciones de su compañero y como gritaba emocionado, como si estuviese en un parque de diversiones y no en la motocicleta de Otabek Altin.

Aún así el viaje se le hizo demasiado corto, por lo que su rostro mostró un puchero cuando el moreno detuvo la moto frente a un barrio algo anticuado, estacionando junto a un par de autos. Yuri sintió sus piernas temblar cuando se bajó, así como su corazón latiendo rápido, aún algo exaltado. Otabek le ayudó con su casco, guardándolo luego. Ambos empezaron a caminar por el lugar, viendo las distintas tiendas que había al rededor.

Yuri estaba asombrado, cada local era distinto, había banderines por casi toda la calle, flores en maceteros hechos con botellas y tazas, lámparas colgando, bancas de madera con dibujos tallados. Sin poder evitarlo se alejó de su amigo en cuanto vio una chaqueta de mezclilla con un gran tigre en la espalda, casi llorando de la emoción. Otabek caminó hasta él, divertido.

Luego de eso, decidieron seguir hasta el café que el kazajo le había ofrecido, aún maravillados por las distintas cosas que había a su al rededor. Llegaron hasta una casona antigua, encontrando una cafetería en el patio de esta. Las mesas rodeaban un gran árbol ubicado en medio del lugar, cubierto de luces y banderines, así como también papeles y fotografías. Los ojos de Yuri brillaron, observando cada detalle, como todas las sillas distintas y los sofás retro, o los adornos hechos con teteras de porcelana y las luces que iluminaban levemente. Antes de siquiera ubicarse en una mesa, el rubio se vio en la obligación de sacar su teléfono, buscando rápidamente Instagram.

— Otabek, este lugar es demasiado genial, tengo que sacar una foto.

El kazajo le sonrió en respuesta, buscando con la mirada el mejor lugar para sentarse. Luego de unas veinte fotos y muchos likes en Instagram, Yuri se sentó frente a él, sonriendo. Una chica tomó su orden, para traerla en unos minutos, Otabek se mantenía sereno, con el rostro de siempre.

— Muchas gracias, Otabek.— El rubio le veía avergonzado, reprochándose por su conducta hace unos minutos.

— No es nada, gracias a ti por ayudarme con mi examen.

— No es problema, eres un buen aprendiz. — Yuri ve como la chica regresa con su comida, dejándola frente a él. Otabek sonríe cuando ve cómo el menor le saca una foto a su plato antes de comer.

— No creo ser tan buen aprendiz, mi pronunciación es terrible... —Yuri suelta una risita, asintiendo.

— Quizás no eres excelente, pero tampoco terrible, además estás aprendiendo. 

Altin rio divertido, Yuri lo imitó.

🌻 🌻🌻 

Cinco Pasos para Enamorar al Amigo de Mila  {otayuri}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora