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Una sola salida les bastó a Yuri y Otabek para volverse amigos más cercanos, tras esa tarde de estudios y café, pudieron conocerse mucho más.

Otabek le habló sobre sus gustos, su ropa, la música. Yuri no paró de hablar sobre su gata, su amor por algunas bandas e incluso tuvo el valor de mencionarle que él amaba ese libro que el kazajo estaba leyendo hace unos días. Cuando ya era muy tarde, Otabek llevó a Yuri hasta su casa, despidiéndose con una sonrisa.

En la escuela no se dieron ni cuenta, pero pasaban mucho más tiempo juntos. Durante el almuerzo se sentaban uno al lado del otro, compartiendo música con sus audífonos, comentando las canciones, Otabek riendo cuando Yuri se inspiraba lo suficiente para cantar. Incluso compartían tiempo fuera del almuerzo, hablaban en los pasillos y se enviaban mensajes por las tardes, cuando Yuri no tenía práctica de ballet y Otabek no tenía entrenamiento.

A veces incluso salían, las tardes estudiando inglés ya eran una rutina, la cual siempre acababa con ambos en alguna cafetería, compartiendo los dulces que el menor tanto amaba.

Rápidamente se habían convertido en amigos inseparables, tan solo cuatro meses después de su primera clase de inglés, ya conocían casi todo el uno del otro.

Y obviamente esta amistad no pasó desapercibida por sus amigos, sobre todo para cierta pelirroja que ya casi lloraba de alegría al ver como Beka y Yuri compartían un helado en el pasto del instituto, escuchando música.

Mila les veía desde unos metros de distancia, junto a Sara y Georgi, quien miraba la escena del kazajo y el ruso completamente fascinado. La pelirroja soltó un chillido, abrazando a su amiga.

— ¡Sara! ¿Puedes verlo, puedes sentirlo? El amor está en el aire, no puedo creer que mi plan dio frutos y ahora en serio Otabek y Yuri se aman, ¡Tan solo míralos! Es obvio que esos dos se aman, Dios, el otayuri es tan real.

La italiana solo podía bufar con algo de diversión, contenta de ver como sus amigos eran felices. Otabek había encontrado a alguien con quien congeniar, Mila y Georgi habían encontrado a una pareja para shippear. Todos felices.

Aunque obviamente Sara debía ser la voz de la consciencia, bajando a sus amigos de su nube de amor y dulces, recordándoles la triste realidad.

— Mila, Georgi, Otabek y Yuri son solo un par de mejores amigos.

Era graciosa la manera en que el rostro de Mila podía cambiar de un momento a otro, dejando de lado toda emoción para mostrar un rostro completamente ofendido.

— Sara, no puedes ser así de ciega.— Georgi apoya a Mila, viendo a la morena con obviedad.

— Sara, linda, ese par de idiotas están completamente enamorados, pero son tan tontos para no darse cuenta. Solo mira esas caras, mira esas sonrisas bobas, ¿En serio quieres más pruebas?

Sara tan solo niega con la cabeza, rindiéndose ante sus amigos. Mila, por su parte, continúa observando a sus amigos, notando como sus manos se buscan lentamente, para luego alejarse. Al ver el sonrojo en el rostro del kazajo, una idea estupenda aparece en su mente.

🌻

Otabek nunca se caracterizó por ser un chico muy hablador. Desde que era pequeño, siempre se mantuvo en silencio, observando, pensando, disfrutando detalles que otros dejaban pasar. La vida en su casa, a diferencia de él, era bulliciosa. Sus hermanitas tenían cuatro y siete años cuando dejó Kazajistán para ir a Rusia con su tía, por lo que ya había vivido suficientes años en una casa llena de gritos, llantos y discusiones.

Gritos, llantos y discusiones que él extrañaba con todo su ser. Dejar su hogar fue difícil, dejar a sus hermanitas y a su madre, olvidar las tardes de cine con su padre, incluso iba a extrañar a ese conejo apestoso que cuidaban Ivka e Irina.

Cinco Pasos para Enamorar al Amigo de Mila  {otayuri}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora