Seis

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Capítulo 6:

-       La verdad es que me encantaría escribir

-       ¿Y por qué no?

-       No lo sé. Creo que nada me ha inspirado

-       ¿Nada?

-       No

-       ¿Absolutamente nada?

-       Creo que no...

-      ¿Sabes la técnica? -.negué-.  A mí todo me inspira, Jade. Si te das cuenta, las pequeñas cosas alrededor de uno, las mismas que están enfrente a tus narices son las mejores.

-       ¿Así lo crees?

-       Sí. Todo me inspira. Me inspira las feas flores que crecen en el jardín. Me inspira la música, me inspira mi mujer

-       ¿Y yo también te inspiro?-. pregunté en un intento vergonzoso y fallido de coquetear, que notoriamente lo incomodó-.

-       Sí-.asintió junto a una risa nerviosa-. No te diré que eres preciosa para no ponerte más incómoda. Pero si me inspiras ¿Sabes? Te imagino como la musa de un pintor en el renacimiento

-       ¿Un pintor?

-       Así es. Como alguien que te retrate en oleos, o quizá en acuarela

-       Tienes una gran mente, de verdad

-       Por eso soy escritor, ojos lindos.

Miré hacía otro sector, la verdad, tenía ganas de dormir. Sentía como mis piernas flaqueaban cuando él me hablaba. Era como si me desvaneciera en el aire su tono de voz, la manera en que se paraba, alguien completamente interesante, diferente a cualquiera que hubiese conocido.

Quizá se debía a que era escritor, que quizá era un genio. Dicen que los escritores son diferentes a la gente normal incluso en pequeños aspectos.  Como el estado de ánimo, la manera en que proyectaban sus emociones cuando algo les sucedía.

Y sus manos eran grandes y largas. Sus dedos eran delgados, aunque fuertes. Sus uñas eran blanquecinas. En el dedo anular lucía su anillo de matrimonio.

Y vestía un simple sweater morado, y unos jeans negros,  zapatos del mismo color con puntas cuadradas.

Me encantaba que me dijera que era bonita, y que tenía bonitos ojos. De parte de él, sonaba agradable.

-       Hija, ya es hora de que nos vayamos-. Dijo Mamá-.

-       Ok

-       Muchas gracias por todo, Leo-. Le dijo mi madre a él-.

-       No se preocupen, gracias por venir...

-       Chao Leo, nos vemos mañana en la oficina-. Dijo papá-.

-       Nos vemos...

Mis padres se fueron a despedir de Ana dentro. Miré alrededor, la pareja y la mujer no estaban en el patio. Sólo yo y él.

-       Muchas gracias por todo, Leonardo

-       No hay de qué. Espero que vuelvas en la próxima reunión

-       Eso espero también.

Me acerqué a él para despedirme con un beso en el rostro. Y sentí nítida, rigurosamente como olió mi cabello cuando me acerqué a él.

Depositó un beso en mi pómulo, más cerca de mis labios de lo normal.

Y abrió sus ojos amarillos ámbar como platos, sin siquiera pestañear, quizá admirando cada detalle.

Me asusté y caminé desviandole la mirada.

Sin decir palabra, entré a la casa para despedirme de Ana y el resto de la gente.

-       Muchas gracias Ana... al parecer papá ni mamá pueden quedarse a cenar, pero fue excelente

-       Gracias a ustedes por venir, que pena que se tienen que ir, pero no importa, la próxima vez se quedarán

-       Eso creo-. Me acerqué para despedirme con un beso en el rostro-.

-       Chao, Jade. Eres muy bonita, ten cuidado con los hombres.

-       Lo tendré. Felicidades y adiós.

-       Dile a Lucas que venga más seguido.

Caminamos con papá y mamá hasta el antejardín de la casa, para llegar al auto. Mamá se subió de copiloto, y papá, al volante.

Agradecí que la casa quedara a unas pocas cuadras, porque maneja más lento que una tortuga.

Subí a mi cuarto, estaba cansada, y mañana debería despertarme temprano para ir a clases. Guardé las cosas en la mochila, y entonces mi celular suena.

Son las once y media de la noche. ¿Quién me podría estar llamando? 

Número desconocido.

Respondí, y permanecí callada. Se escuchaba la respiración nerviosa en la otra línea.

-       ¿Hola?-. hablé y un eco se produjo en el vacío de la línea telefónica-.

-       Hola-. Era una voz áspera, calmada e imposible de no reconocer-.

-       ¿Edu?

-       Así es.

-       ¿Por qué me llamas tan tarde?

-       No es tarde

-       Sí es tarde

-       Bueno... es tarde y quería escuchar tú voz. Quería escucharla porque tu voz se me es agradable

-       Me estás escuchando ahora...¿Estás borracho?

-       ¿Qué estás haciendo?

-       Recién llegué con mis papás de una cena en la casa de sus amigos. Estoy acostada y mañana debo ir a clases

-       ¿Mañana?

-       Sí...

-       ¿No entrabas el jueves?

-       ¿Y qué día es hoy?

-       Hoy es martes...

-       ¡diablos! Soy una estúpida

-       ¿Entonces mañana no tienes clases?

-       No, al parecer

-       Por lo tanto, estás libre

-       Así parece...

-       Bueno, estás obligada mañana a salir conmigo

-       ¿Salir contigo?

-       Sí. Mañana saldrás conmigo

-       ¿y a dónde se puede saber?

-       Es una sorpresa... ¿Qué te parece a las seis de la tarde?

-       Me agradaría siempre que no estés borracho

-       Te pasaré a recoger en el auto de papá

-       En el auto de <<papá>>-. Me burlé-.

-       Pronto compraré uno, y te sacaré a pasear en él

-       Sigo esperando, Edu.

-       Debes tener sueño. Nos vemos mañana a las seis en tu casa. Ponte bonita

-       ¿Cómo que me ponga bonita? ¿Acaso no soy bonita todo el tiempo?

-       Claro que lo eres, fea

Edu cortó el teléfono, y yo quedé helada. ¿A salir? De cierta forma quería tenerlo cerca, era mi amigo, aunque también a la persona que le confesé mi amor antes de irme a Boretal.

¡Ay Boretal!


Etérea ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora